HOMILÍA. 13º DOMINGO ORDINARIO. Marcos 5,21-43
La hemorroísa
· Una mujer avergonzada y temerosa se acerca a Jesús secretamente, con la confianza de quedar curada de una enfermedad que la humilla desde hace tiempo.
· Arrinconada por los médicos, sola y sin futuro, viene a Jesús con una fe grande. Sólo busca una vida más digna y más sana.
· En el trasfondo del relato se adivina un grave problema. La mujer sufre pérdidas de sangre: una enfermedad que la obliga a vivir en un estado de impureza ritual y discriminación.
· Las leyes religiosas le obligan a evitar el contacto con Jesús y, sin embargo, es precisamente ese contacto el que la podría curar.
· La curación se produce cuando aquella mujer, educada en unas categorías religiosas que la condenan a la discriminación, logra liberarse de la ley para confiar en Jesús. En aquel Profeta, enviado de Dios, hay una fuerza capaz de salvarla.
· Ella “notó que su cuerpo estaba curado”. Jesús“notó la fuerza salvadora que había salido de él”.
El amor sanador de Jesús
· Por encima de todo, Jesús sanaba a las personas amándolas. En algunos casos, esta experiencia incluiría una cercanía y una intimidad reales.
· Las amistades íntimas no son contrarias al amor universal a todos los seres humanos, a no ser que esas amistades se vuelvan de algún modo exclusivas. Las amistades de Jesús nunca fueron exclusivas. Estar más cerca de unas personas que de otras es una sencilla limitación humana de espacio y de tiempo.
· Es físicamente imposible tener una relación estrecha con todo el mundo en todo momento. Además, siempre tenemos más en común con unas personas que con otras.
· La amistad con Jesús tuvo un poderoso efecto sanador sobre las personas cercanas a él; y el amor que ellas tenían a Jesús tuvo también un efecto sobre éste.
· Resulta claro que Pedro, Santiago y Juan eran más cercanos a Jesús que los otros discípulos. Él los llevó consigo a una montaña para orar (Lc 9,28), y durante su agonía en el huerto de Getsemaní los amigos que quiso que estuvieran con él fueron también Pedro, Santiago y Juan (Marcos 14,33). Con Pedro mantuvo una relación llena de afecto, pero tempestuosa.
· La más reveladora de todas las amistades de Jesús, y la más íntima, era la de MªMagdalena. Ella tuvo un profundo e inquebrantable amor a Jesús. No temió permanecer al pie de la cruz con María, su madre, cuando casi todos los demás discípulos habían huido. Siguió a los que bajaron de la cruz el cuerpo de Jesús, para ver dónde lo ponían. Luego, pasado el sábado, muy de madrugada, fue al sepulcro para embalsamar el cadáver, dispuesta a hacer frente a quien quisiera detenerla. Fue la 1ª de los discípulos de Jesús que lo experimentó resucitado y vivo, y su vocación iba a consistir en ir a contárselo a otros (Juan 20,11-18). Por eso era conocida como apóstol de los apóstoles.
· Aparte de su experiencia mística más directa de ser amado, Jesús tuvo que experimentar el amor de Dios a través de las personas, del amor de su madre, María, de MªMagdalena y de otras personas.
Cómo vivir unas relaciones sanadoras
· Si hemos dicho que Jesús sanaba a las personas amándolas, nosotros también las sanamos con nuestro amor.
· Tenemos que empezar por los de casa. En vasco tenemos un dicho que dice: Etxean otso, kanpuan uso: En casa, lobo, fuera paloma.
· Amarnos de verdad en casa requiere un ejercicio de atención y esfuerzo notables. Los pequeños gestos son importantes:
+ Una palabra amable de aprobación cuando el cocinero o cocinera hace un buen guiso.
+ Al salir de casa comunicar a dónde se va.
+ Esforzarse en la comunicación durante la comida y fuera de ella, interesándome por la otra persona.
+ Ser capaces de comunicar sentimientos: me encuentro feliz, me siento mal… Lo que necesita ser acogido por la otra persona debidamente. Que podamos comentar alguna cosa fuera de los deportes o el periódico.
+ Tener detalles con ocasión de los días especiales: día del padre, de la madre, cumpleaños …
+ Lo mismo con los de fuera de casa: una llamada telefónica a un enfermo u operado para interesarme por él // Una felicitación, el día de su cumpleaños // Un comunicación de algo interesante…
· Deberíamos convertir nuestras relaciones personales en relaciones sanadoras. Teniendo siempre presente estos dos principios:
+ Siempre que en mi conversación expreso amor y cariño me convierto en sanador, como Jesús.
+ Siempre que me muestro indiferente, despectivo o agresivo con el otro transmito enfermedad.
· Ayuda mucho en este terreno la oración. Al orar, podemos presentar a las personas con las que convivo, renovar mi amor a ellas, rezar por ellas, por ejemplo, un padrenuestro.
· También es muy importante practicar el perdón. Ser capaces de decir una palabra de excusa al que le hemos podido ofender. Lo peor no suele ser el molestar a una persona, sino el no reaccionar y dejar las cosas así, sin ser capaces de iniciar una nueva relación.
Pedro Olalde