CRISTO RESUCITADO
Jn 20,1-9
- La muerte
de Jesús en la cruz ponía en cuestión la veracidad de su causa. ¿Quién tenía
razón, Jesús o sus enemigos? ¿De parte de quién estaba Dios?
- Al
condenarlo a morir en cruz, no solo habían terminado con Jesús, sino, al parecer,
con su pretensión de la construcción del reino de Dios. Todo estaba pendiente
de qué lado se situaba Dios, del lado de Jesús o de sus contrarios.
1-
Cristo, fuente de esperanza
- Al poco tiempo de la muerte de Jesús, sus
discípulos pregonan enardecidos que Dios ha reivindicado a su hijo Jesús por la
resurrección. De esta manera, Dios toma partido a favor de la causa del
Crucificado y desautoriza a quienes le han condenado.
- Esto es lo que anuncian en repetidas
ocasiones a los cuatro vientos: Sabed
todos vosotros y todo el pueblo de Israel que éste aparece ante vosotros sano
en virtud del nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis, y
a quien Dios ha reivindicado de entre los muertos (Hch 4,10).
- Y en Hechos 5,30: El Dios de nuestros antepasados ha
resucitado a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un made ro.
- Lo que la resurrección de Jesús pone ante
nuestra vista es que Dios aprueba la vida de entrega de Jesús hacia los pobres
y abandonados. El Padre se pronuncia a favor de Jesús en su búsqueda incansable de las
ovejas descarriadas de Israel y aparta sus ojos de la indiferencia de los
pastores de Israel hacia el pueblo sencillo e ignorante.
- Por eso, Dios no solo le ha dado la razón,
sino que le ha devuelto la vida, que tan injustamente le han arrebatado las
autoridades judías. Jesús ha sido víctima del poder, que no pasa más allá de
quitarle la vida mortal. En la vida definitiva, Dios le hace justicia con la
resurrección.
- Cristo se nos presenta a todos los humanos
como modelo de esperanza, sobre todo, para quienes han sido víctimas inocentes
en esta vida. Los millones de personas sometidas a las injusticias de los
poderosos, ¿en quién pueden apoyarse para seguir confiados? En el mismo que
hizo justicia a su Hijo Crucificado, al Padre Dios.
- Sí, Cristo muerto y resucitado es fuente de
esperanza para nosotros. En Él descubrimos a un Dios fuente de vida para toda
la creación. Mientras caminamos por esta tierra nos encontramos con el mal y la
injusticia. En el Resucitado vemos una luz que apunta hacia la Vida que nos
espera. Esta debe ser la esperanza, que podemos vivir y anunciar a los
desorientados y faltos de creencias sólidas.
2- Imitar
a Cristo resucitado
- La viva creencia en la resurrección de
Jesús les impulsa a los discípulos a vivir como resucitados, a imitación de su
maestro. Llama la atención la fuerza con que S. Pablo
exhorta y vive esta experiencia, que le lleva a identificarse con Cristo: Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí
(Gál 2,20). Es por eso que Pablo
exhorta a los corintios a que aprendan a vivir del Espíritu del Resucitado, de
acuerdo con esta cita: Adán, el primer
hombre fue creado como un ser con vida. El nuevo Adán, en cambio, es espíritu
que da vida (1Cor 15,45).
- En este sentido, es urgente vigorizar la fe
de nuestras comunidades cristianas, contagiándolas de la vivencia del Cristo
Resucitado. Sin este espíritu se apoderarán de los creyentes el temor y la medianía.
La esperanza viva estará ausente.
- Haremos bien en ver a Cristo Resucitado en
medio de nuestros afanes, ilusiones y contrariedades, para recibir el impulso
de una esperanza recia que nos oriente en la ascensión hacia la plenitud.
3- Afianzados
en Dios
- Poco a
poco, los discípulos, con la firme convicción de que Dios había resucitado a su
Hijo, ven a Dios como fuente de vida.
- Conciben
a Dios como a un Padre lleno de vida. Ya no hay motivo para temer la muerte.
Todos ellos serán testigos y darán su vida por la causa iniciada por Jesús.
Confían plenamente en el Padre, que les reivindicará como lo hizo con Jesús.
- Desde
esta perspectiva, la enseñanza de su maestro adquiere nueva fuerza en su
corazón: No temáis a los que matan el
cuerpo… Bienaventurados los pobres… La última palabra la tiene Dios, no el
emperador ni los sumos sacerdotes. De este modo, se afianza su convicción de
que deben ser los defensores de los últimos, aun a riesgo de sus vidas.
4-
Vivir como resucitados
- La fe en
la resurrección nos introduce en una dinámica de muerte al pecado, que nos
deshumaniza, y en la búsqueda de la vida nueva que nos ofrece Cristo.
- Vivir
como resucitados quiere decir vivir en amor y en esperanza, renovando nuestras
actitudes más profundas en una oración asidua, que revitalice nuestro amor más
sincero, que llenará de vida nuestro corazón.
- De esta
manera, iremos creciendo en valores, que nos acercarán a Jesús y nos
fortaleceremos en la lucha de cada día.
5-
Sembrando esperanza
- Somos
seguidores de Jesús, que apoyados en Él, creemos con firmeza que el Padre
quiere comunicar vida a la humanidad y a la creación entera.
- No
permanecemos impasibles ante la tragedia del mal que se apodera de gran parte
de la humanidad por la desidia y el egoísmo de muchos. Protestamos contra la
situación actual de sufrimiento de innumerables colectivos marginados que viven
hundidos en la depresión y que no conocen el bienestar. Mientras lamentamos y
luchamos a favor de la dignidad de los que sufren, confiamos que todos
encontraremos la plenitud en Dios.
P. Pedro Olalde.