Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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13º Domingo ordinario (30 de junio)

Lc 9, 51-62

1-   1Reyes 19,16b.19-21. El Señor dijo a Elías: “Unge como profeta sucesor a Eliseo, hijo de Safat, natural de Abel-Mejolá”. Elías marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando, con doce yuntas en fila y él llevaba la última. Elías pasó a su lado y le echó encima su manto. Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió: “Déjame decir adiós a mis padres; luego vuelvo y te sigo”. Elías contestó: “Ve y vuelve, ¿quién te lo impide?” Eliseo dio la vuelta, tomó la yunta de bueyes y los mató, hizo fuego con los aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente. Luego se levantó, marchó tras Elías y se puso a su servicio.

·        No es propiamente una unción, sino un relato atípico de vocación. El gesto de echar encima el manto se convierte en una auténtica elección, ya que el manto simboliza la personalidad y los derechos de su dueño, por lo que Eliseo pasa a convertirse en discípulo de Elías.

·        Elías permite que Eliseo se despida de su familia (a diferencia de Jesús, que reclamará un seguimiento más radical (Lc 9,61-62). La destrucción de los aperos y el sacrificio de los bueyes significan la renuncia al oficio anterior, lo mismo que el banquete significa el abandono definitivo de los padres. De esta manera, Eliseo está en condiciones de dedicarse plenamente al nuevo oficio.

·        Sin embargo, en ninguno de los relatos posteriores sobre Elías vuelve a aparecer Eliseo acompañando a su maestro (a excepción del episodio de la desaparición de Elías, que en realidad pertenece al ciclo del propio Eliseo (2Re 2). Ello significa que las tradiciones de uno y otro fueron originariamente independientes y más tarde se conectaron a través del relato de la vocación.

2-   Lucas 9,51-56. Cuando llegó el tiempo de su partida de este mundo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Entonces envió por delante a unos mensajeros, que fueron a una aldea de Samaría para prepararle alojamiento, pero no quisieron recibirlo, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, los discípulos Santiago y Juan dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma?” Pero Jesús, volviéndose hacia ellos, los reprendió severamente. Y se marcharon a otra aldea.

·        En Lc 9,51 empieza una de las secciones más importantes de todo el Evangelio de Lucas: el relato del viaje de Jesús a Jerusalén. Una entrada tan solemne en la ciudad de Jerusalén, como destino del gran viaje de Jesús con sus discípulos, da la impresión de que introduce un nuevo tema.

·        Con todo, la verdadera intencionalidad de Lucas en esta sección de su Evangelio consiste en presentar a Jesús en camino hacia Jerusalén, ciudad de la consumación de su ministerio.

·        Jesús emprende un camino que va a ocupar casi la mitad de toda la narración; pero da la impresión de que apenas se mueve. El verbo caminar, ir de camino aparece frecuentemente al comienzo del viaje (Lc 9,51-53.56-57), pero después se va reduciendo a menciones esporádicas (Lc 19,38; 13,31.33; 17,11; 1928).

·        Jesús es rechazado en Samaría. En el curso de la narración del viaje encontraremos otros dos episodios cuyos protagonistas son precisamente dos samaritanos (Lc 10,25-37; 17,11-19). La actitud de Jesús con respecto a estos personajes es de extrema benevolencia, con un toque de misericordia. Aquí, en cambio, Jesús vive en su propia carne la experiencia amarga de no se acogido por la desabrida actitud de una aldea de samaritanos.

3-   Lucas 9,57-62. Mientras iban de camino, uno le dijo: “Te seguiré adondequiera que vayas”. Jesús le contestó: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.

A otro le dijo: “Sígueme”. Él replicó: “Señor, déjame ir antes a enterrar a mi padre”. Jesús le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el reino de Dios”.                                                                      

Otro le dijo: “Te seguiré, Señor, pero déjame despedirme primero de mi familia”. Jesús le contestó: “El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el reino de Dios”.

·        Estos tres relatos ponen en labios de Jesús las actitudes que él mismo exige a sus futuros discípulos y a todo el que quiera seguirle en su camino. Los dos primeros proceden de la fuente “Q”, común a Mateo y Lucas. El tercero es propio de Lucas.

·        El primer aspirante se ofrece generosamente, con todo entusiasmo y espontaneidad; un compromiso sin condiciones. Jesús responde con absoluta serenidad; pero deja bien claro que ser discípulo es una cosa extremadamente seria. El Hijo del hombre no tiene una morada estable; su condición es caminar; su vida es una existencia itinerante, sin casa, sin abrigo, sin una familia, sin las condiciones mínimas de una vida ordinaria; “no tiene donde reclinar la cabeza”. Incluso los mismos animales viven mejor.

·        En el segundo caso, la invitación viene de Jesús; pero el candidato, aunque dispuesto a aceptar la oferta, pone sus condiciones. Pide un compás de espera; el tiempo necesario para cumplir una obligación filial. Pero la respuesta de Jesús no admite dilaciones: deja que los muertos entierren a sus muertos. Esta máxima de Jesús se ha considerado muy severa. De hecho,  va contra todas las normas morales de la religiosidad judía. F. Perles asegura que el equívoco se debe a una mala traducción del texto griego y dice que el sentido originario era éste: “Deja los muertos a los sepultureros”. M. Black propone esta otra traducción: “Deja que sean los indecisos los que entierren a sus muertos”.          

En realidad, Jesús no niega las obligaciones filiales que incumben al aspirante a discípulo; pero lo importante viene en la 2ª parte del versículo: además de los deberes de filiación (y por encima de ellos) hay que tener en cuenta otras perspectivas. En resumen, el sentido de la máxima sería el siguiente: Deja que los (espiritualmente) muertos entierren a sus (físicamente) muertos.

·        El tercer aspirante es una síntesis de los dos casos precedentes: se asemeja al primero en su disponibilidad espontánea; pero también, como el 2º, pone sus condiciones. En este último rasgo resuena el pasaje de la vocación de Eliseo.

·        Aplicación. Somos caminantes hacia lo definitivo. Nuestra marcha acaba en Dios. Y contamos en nuestro caminar con Alguien que hizo este recorrido primero. Él se ofrece a ser nuestro guía. Nos enseñó a caminar ligero de equipajes, con gran espíritu de libertad y con extraordinaria alegría e ilusión.

P. Pedro Olalde.

Ultimas noticias

El domingo, 30 de junio se celebrará en la misa de las 12.00 hrs. en la Iglesia de San Ignacio de Loyola, el bautizo de Íñigo Ochoa Eribe Romay, hijo de dos de nuestros Congregantes.

El 31 de julio se celebrará la festividad de San Ignacio de Loyola, en la misa de las 12.00 hrs.

Las actividades que han sido realizadas en las últimas semanas han sido:

- El domingo, 19 de mayo se celebró la festividad de Pentecostés. En la festividad de la Santísima Trinidad, el Orfeón Vasco de Euskal Etxea de Madrid acompañó con sus cantos la misa dominical bilingüe en nuestra Iglesia de San Ignacio de Loyola.

- El domingo 26 de mayo se celebró la festividad del Corpus Christi, con procesión y magnífico aurresku de las dantzaris Moni y Julia, con acompañamiento de la txistulari Nagore. Desde aquí queremos reiterar nuestro más profundo agradecimiento por su labor. 

- El domingo, 16 de junio, la misa dominical de las 12.00 hrs. fue celebrada en memoria de nuestra congregante Mª Luisa Guaza, así como por Manuel Mauleón, "Manu", fallecido recientemente. La misa fue también acompañada por el Orfeón Vasco de Euskal Etxea de Madrid, y a ella acudieron numerosos familiares.

- El domingo, 23 de junio, también en la misa dominical y acompañados por sus familiares, fue celebrada la misa por nuestros congregantes Pedro Mari Lecuona, fallecido el 3 de junio y Maribel Flores, fallecida recientemente.

- El sábado, 22 de junio y a las 19.00 hrs. celebramos en nuestra iglesia el funeral por nuestra congregante eibarresa Elena Amesti Ibarguren, fallecida también recientemente. El funeral fue oficiado por el P. Javier Ruiz de Arkaute y acompañaron la misa la txistulari Nagore Aguirre y el tenor José Mari San Pedro, quien interpretó el Ave María de R. Sarasúa en el ofertorio, y para finalizar, el Arrateko Ama. La iglesia estuvo llena de familiares y amigos que no quisieron faltar en su despedida.

También tuvieron lugar los siguientes conciertos:

- El viernes, 7 de junio y a las 20.00 hrs., precioso concierto de la Camerata del Eco dirigida por Ana Ligero.

- El viernes, 21 de junio, el Orfeón Vasco de Euskal Etxea de Madrid, dirigido por José Luís Zamanillo, también celebró un muy bonito concierto con el que dio por finalizado el "curso académico". Eskerrik asko!

Otros asuntos:

La excursión al monasterio de Buenafuente del Sistal, celebrada el 8 de junio, resultó muy interesante tanto por la misa celebrada por los Padres Pedro Olalde y Ángel Moreno, como por la charla sobre Santa Teresa que el P. Ángel nos ofreció. También resultó una nueva experiencia para muchos conocer el funcionamiento del monasterio y hospedería. Eskerrik asko Juan Pablo por tu trabajo!

Pocos días después de nuestra visita al monasterio murió Sor Teresita a los 105 años. Esta monja cisterciense, natural de Foronda, estuvo en clausura 86 años y fue recibida por el Papa Benedicto XVI durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que tuvo lugar en Madrid en el mes de agosto.

Quisiéramos también agradecer de forma especial a todas aquellas personas, que de forma altruista, trabajan por el funcionamiento de nuestra comunidad. 

La Junta de Gobierno.

11º Domingo ordinario (16 de junio)

Lc 7,36-8,3

1-   2 Samuel 12,1-10.13

·        Este texto narra el adulterio del rey David con Betsabé, mujer de Urías, que por orden del rey fue colocado en la primera línea de combate contra los amonitas para que muriera, y así pudiera David tomar a su mujer Betsabé por esposa. Una vez muerto Urías, David se pudo casar con su mujer. El primer hijo fruto de esta unión murió al poco de nacer. El segundo de sus hijos fue el famoso rey Salomón. La Escritura afirma que “lo que había hecho David desagradó al Señor” (2 Sm 11,27c). 

·        El Señor envió al profeta Natán, que se presentó a David, y le dijo: Había en una ciudad dos hombres, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchas ovejas y vacas. El pobre no tenía nada más que una corderilla que había comprado. La había criado, y había crecido con él y con sus hijos; comía de su bocado, bebía de su vaso y dormía en su seno; era como una hija para él. Un día llegó un huésped a casa del rico, y éste no quiso tomar de sus ovejas ni de sus vacas para servir al viajero, sino que robó al pobre la corderilla y se la sirvió al huésped. David se enfureció contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive el Señor que el que ha hecho tal cosa merece la muerte, y pagará cuatro veces el valor de la corderilla por haber hecho esto y haber obrado sin piedad.              

Entonces Natán dijo a David: ¡Ese hombre eres tú! Así dice el Señor Dios de Israel: Yo te ungí como rey de Israel y te libré del poder de Saúl; te di la casa de tu señor y puse en tus brazos a sus mujeres; te he dado el pueblo de Israel y de Judá y, por si esto fuera poco, te añadiré aun mucho más. ¿Por qué, pues, has despreciado al Señor haciendo lo que le desagrada? Mataste a espada a Urías, el hitita, y tomaste a su mujer. Sí, lo mataste por medio de la espada de los amonitas. Por tanto, la espada no se apartará nunca de tu casa, por haberme despreciado y haber tomado a la mujer de Urías, el hitita.                   

David dijo a Natán: He pecado contra el Señor. Entonces Natán le respondió: El Señor perdona tu pecado. No morirás.

·        Reflexión. Los poderosos, los ricos, los famosos se ven expuestos doblemente tentados de atropellar los derechos de los humildes. Por este motivo, este tipo de personas no deberían suscitar en nosotros ningún deseo de ser como ellos para no ser expuestos a este tipo de tentaciones.

·        Sin duda, la mejor situación para no ser víctimas de esta suerte de tentaciones es vivir en cierta austeridad, según aquella oración: Señor, no me des ni riqueza ni pobreza; dame lo que necesito para vivir.

2-Lucas 7,36-8,3

    Un fariseo invitó a Jesús a comer. Entró, pues, Jesús en casa del fariseo y se sentó a la mesa. En esto, una mujer, una pecadora pública, al saber que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume, se puso detrás de Jesús junto a sus pies, y llorando comenzó a bañar con sus lágrimas los pies de Jesús y a enjuagárselos con los cabellos de la cabeza, mientras se los besaba y se los ungía con el perfume. 

Al ver esto el fariseo que lo había invitado, pensó para sus adentros: Si éste fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues en realidad es una pecadora. Entonces Jesús tomó la palabra y le dijo: Simón, tengo que decirte una cosa. Él replicó: “Di, Maestro”. Jesús prosiguió: Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía 500 denarios y el otro 50, Pero como no tenían para pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Quién de ellos le amará más? Simón respondió: “Supongo que aquél a quien le perdonó más”. Jesús le dijo: “Así es”. Y volviéndose a la mujer, dijo  a Simón: ¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa no me diste agua para lavarme los pies, pero ella ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me diste el beso de la paz, pero ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste con aceite mi cabeza, pero ésta ha ungido mis pies con perfume. Te aseguro que si da tales muestras de amor es que se le han perdonado sus muchos pecados: en cambio, al que se le perdona poco, mostrará poco amor. Entonces dijo a la mujer: “Tus pecados quedan perdonados”. Los comensales se pusieron a pensar para sus adentros: ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados? Pero Jesús dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; vete en paz.

·        Este relato con sus variantes aparece también en Juan 12,1-8, y en Marcos 14,3-9, “la unción de Betania”. Aquí, una mujer se presenta en casa de Simón el leproso, en Betania, mientras Jesús está participando en un banquete y derrama sobre la cabeza de Jesús un frasco de perfume exquisito.

·        En Lucas, una pecadora pública, movida de arrepentimiento, se presenta en casa de un fariseo de Galilea, que ha invitado a Jesús a comer con él; mientras están a la mesa, la mujer se echa a los pies de Jesús, estalla en lágrimas y, soltándose públicamente su cabellera se pone a secar con sus cabellos los pies bañados de Jesús; la acción provoca en el fariseo un comentario malévolo sobre la personalidad de su invitado.

·        El episodio de una unción de Jesús por parte de una mujer que se presentó en medio de un banquete fue adquiriendo en el curso de la tradición oral, diversas configuraciones; así nacieron las escenas que se recogen en Marcos, Lucas y Juan. La unción de los pies habría sido la más primitiva, ya que es más fácil explicar el hecho de que la tradición haya cambiado una unción de los pies por una unción de la cabeza que el movimiento contrario.

·        ¿Qué es lo que Lucas nos quiere decir con este pasaje? Nos quiere decir que el arrepentimiento, el perdón de los pecados y la salvación se han hecho realidad en una persona perteneciente a los sectores más marginados de la sociedad israelita: una mujer y además, pecadora. La transformación experimentada se hace patente en una serie de muestras de afecto, que revelan una actitud profunda de amor y de fe; amor a Jesús y fe en Dios.

·        El pasaje significaría que la mujer  se presenta a Jesús después de haber experimentado el perdón de Dios y porque quiere manifestar con signos externos su amor y su gratitud; así tendrán sentido sus lágrimas, sus besos, su derroche de perfume. En esta interpretación de 47 (“Te aseguro que si da tales muestras de amor es que se le han perdonado sus muchos pecados; en cambio, al que se le perdona poco mostrará poco amor”), el amor de que se habla es la consecuencia de haber experimentado ya el perdón.

·        En la parábola de los dos deudores, quiere subrayar que el amor de la pecadora, manifestado en sus lágrimas, en sus besos y en el derroche de un costoso perfume revela una fe y amor que le lleva a experimentar la salvación.

P. Pedro Olalde. 

10º domingo ordinario

Lc 7,11-17

1-   1Re 17,17-24. Resurrección del hijo de la viuda de Sarepta

Después de esto, el hijo de la dueña de la casa enfermó gravemente y murió. Ella dijo a Elías: - ¿Qué tienes contra mí, hombre de Dios? ¿Has venido a mi casa para renovar la memoria de mis pecados y dar muerte a mi hijo? Respondió Elías: - Dame a tu hijo. Y tomándolo en su regazo, lo subió al aposento superior, donde él dormía, y lo acostó en su cama. Y clamó al Señor: -Señor, Dios mío, ¿también vas a afligir a esta viuda que me ha hospedado, dejando morir a su hijo? Se tendió tres veces sobre el niño y volvió a clamar al Señor: -¡Señor, Dios mío, devuelve la vida a este hijo! El Señor escuchó a Elías y el niño revivió. Elías tomó al niño, lo bajó de la habitación de arriba, se lo entregó a su madre, y le dijo: -Aquí tienes vivo a tu hijo. La mujer dijo a Elías: -Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor que tú pronuncias se cumple.
·      En este texto se destaca el poder soberano de Dios que devuelve la vida al hijo de la viuda, a través de la acción de Elías. Con ocasión de la visita de éste a una madre viuda, el hijo de ésta muere. La pobre mujer desconsolada se queja al profeta, pensando que Dios la ha castigado por sus pecados.
·      Elías se muestra muy solidario con ella y ruega a Dios por su hijo repetidas veces. Las palabras finales de la viuda (17,24) ofrecen la última clave de lectura del pasaje: la legitimación de Elías como profeta acreditado y la eficacia de la palabra de Dios, de la que el profeta es portador.
·      Esta narración (que inspirará relatos parecidos en el NT: Lc 7,11-17; Hch 20,10) tiene un paralelo sorprendente en el ciclo de Eliseo (2Re 4,18-37), por lo que pudo haber una cierta atracción mutua.
·      Sea lo que fuere, la finalidad de estos relatos milagrosos fue, ante todo, didáctica. Se quería poner de manifiesto la verdad de que Yahvé mostraba su poder a través de las obras y palabras de sus profetas, reforzando su autoridad. Así, pues, podemos decir que este relato no es histórico, sino que sirve para mostrar el poder del Señor, dueño de la vida y de la muerte, que actúa por medio de sus profetas, ofreciendo a los hombres vida y salvación.

2-   Lc 7,11-17. Resurrección del hijo de la viuda de Naín

Algún tiempo después, Jesús se marchó a un pueblo llamado Naín, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Cerca ya de la entrada del pueblo, se encontraron con que llevaban a enterrar al hijo único de una viuda. La acompañaba mucha gente del pueblo. El Señor, al verla, se compadeció de ella y le dijo: -No llores. Y acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon. Entonces dijo:                 -Muchacho, a ti te digo: levántate. El muerto se incorporó y se puso a hablar; y Jesús se lo entregó a su madre. El temor se apoderó de todos, y alababan a Dios diciendo:      -Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha visitado a su pueblo. La noticia se propagó por toda la región de los judíos y por toda aquella comarca.
·      En este pasaje resuena la actuación de Elías (1Re 17,8-24), que resucita al hijo de la viuda de Sarepta. Jesús, igual que Elías, llega a una ciudad; Jesús, a Naín (Lc 7,11); Elías, a Sarepta (1Re 17,10). Los dos encuentran a una viuda a la puerta de la ciudad (Lc 7,12; 1Re 17,10). En ambos casos, el hijo de la viuda, muerto, recobra la vida (Lc 7,15; 1Re 17,22). Es más, en la narración de Lucas se hace una referencia explícita a la historia de Elías: “se lo entregó a su madre” ( Lc 7,15b; 1Re 17,22).
·      El episodio encierra una proclamación solemne del poder de Dios, que actúa por medio de Jesús y enfrenta al ser humano con el desafío que supone la fe en ese poder divino. Ésa es la interpelación de todas las narraciones de resurrección.
·      Un dato a resaltar es que el prodigio no queda relacionado con la fe en Jesús; la actitud de fe no se exige ni a la madre del muerto ni a sus acompañantes. El prodigio se debe únicamente a la compasión que experimenta Jesús.
·      La actuación milagrosa de Jesús provoca en los circunstantes una afirmación cristológica de la máxima importancia; la gente reconoce a Jesús como “un gran profeta”, que tiene poder sobre la vida y sobre la muerte. A su manera, este episodio contribuye a uno de los aspectos de la teología de Lucas, que consiste en la presentación de Jesús como Profeta.

3-   Otras resurrecciones:
·      Hechos 9,36-43: Había en Jafa una discípula llamada Gacela, la cual hacía muchas obras buenas y repartía muchas limosnas. Por aquellos días se puso enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo pusieron en la sala del piso superior. Como Lida está cerca de Jafa, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres a pedirle que viniera inmediatamente a su ciudad. Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala del piso superior, donde lo rodearon todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y mantos que les hacía Gacela cuando aun vivía. Pedro echó a todos fuera, se arrodilló y oró. Vuelto después hacia el cadáver, dijo: “Tabita, levántate”. Ella abrió los ojos, vio a Pedro y se incorporó. Luego llamó a los discípulos y a las viudas, y se la presentó viva. Todos los habitantes de Jafa se enteraron de lo  sucedido, y muchos creyeron en el Señor.
·      Hechos 20,7-12: El domingo nos reunimos para la fracción del pan. Pablo, que tenía que irse al día siguiente, les estuvo hablando y prolongó su discurso hasta media noche. Un joven llamado Eutiquio estaba sentado en el alféizar de una ventana, y como Pablo se alargaba en su discurso, se fue quedando profundamente dormido. Vencido por el sueño, se cayó desde el tercer piso abajo, y cuando lo recogieron, estaba ya muerto. Pablo entonces bajó, se echó sobre él y. tomándolo en sus brazos, dijo: -“No os alarméis, porque está vivo”. Volvió a subir, partió el pan y, una vez que hubo comido, continuó conversando largo rato hasta que se hizo de día. Después se marchó. En cuanto al muchacho, lo llevaron vivo con gran consuelo para todos.

4-   Comentario. Los evangelios relatan 3 resurrecciones realizadas por Jesús:          
1-      La resurrección del hijo de la viuda de Naín (Lc 7,11-17).
2-      La resurrección de la hija de Jairo (Lc 8,40-42.49-56).
3-      La resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44).
·        Hemos mencionado también otras 4 resurrecciones realizadas por Elías, Eliseo, Pedro y Pablo.
·        Todas estas resurrecciones no son hechos históricos, sino didácticos. Nos quieren mostrar a un Dios de Vida, para quien no existe la muerte.
·        Las acciones milagrosas de resurrección son géneros literarios que expresan que los que las realizan (Jesús, Elías, Eliseo, Pedro y Pablo) tienen una gran importancia en la historia de la salvación.

·        La doctrina de la resurrección debe  ser de gran consuelo para los creyentes, ya que podemos tener la firme certeza de que la vida continúa después de la muerte. La resurrección considerada como vuelta a esta vida para prolongarla unos pocos años más y morir después no tiene gran sentido. Lo que merece ser subrayada es la certeza de una vida en Dios para siempre, después de la primera fase de nuestra existencia en la tierra. Todo esto es motivo de una profunda gratitud para con Dios, que gratuitamente nos asocia a los humanos a su vida divina en su compañía.

P. Pedro Olalde.

Corpus Christi

Lc 9,11-17
                                        Comentario libre

1-   La mañana estaba ya muy entrada, se oía el cantar monótono de un pájaro y las hojas del naranjo susurraban en lo alto de la copa. En ese momento, los Doce regresan de sus correrías apostólicas y cuentan a Jesús todo lo que han hecho.

Exultantes de gozo como están, no pueden disimular su alegría interior, que se refleja en la luminosidad
de sus rostros. Jesús los acoge con su proverbial bondad y les invita a un descanso de media jornada a las orillas del lago en un paraje solitario cercano a Betsaida.

Tan pronto como los discípulos con su Maestro llegan al lugar, ven que les sigue toda la gente, que, entusiasmada de Jesús y su enseñanza, no puede separarse de él. Cariñosamente Jesús les atiende y les instruye sobre el reino de Dios,  sanándoles de sus dolencias a los que lo necesitaban.

Cuando el día empieza a menguar y las tinieblas van a extender su negro manto por doquier, se acercan los Doce a Jesús para decirle: “Despide a la gente para que se vayan a las aldeas y caseríos del contorno a buscar  albergue y comida, porque aquí estamos en despoblado”.

Jesús les dijo: “Dadles vosotros de comer”. A algún apóstol le debió cruzarle por la mente la idea de que el Maestro busca el lado más difícil de la situación. ¿Cómo podemos dar de comer a toda la gente en un despoblado, no teniendo ni dinero ni un lugar para comprar alimentos?

 Pero Juan, el que tanto sintonizaba con Jesús, pensó que no era disparatada la invitación del Maestro. Ya para entonces había visto que la gente llevaba algo de comer en sus zurrones. Solo sería cuestión, pensó Juan, de compartir lo que llevaba cada uno.

Jesús quiso hacer un gran signo de fraternidad y de fiesta para que los más pobres pudieran al menos, esa tarde, comer el alimento que el Padre Dios concede gratuitamente y para todos.

Al organizarse en grupos, muchos buscaron a sus amigos y familiares, pero la mayoría  prefirieron juntarse con los primeros que encontrasen.

          “Jesús tomó los 5 panes y los 2 peces, que llevaba un niño, y pronunció la        
          “bendición”. Y comieron todos hasta saciarse.

El milagro se produjo gracias a la bendición de Jesús. Con esta bendición, el alimento se multiplicó, ya que el espíritu solidario de unos se fue contagiando, de modo que hubo abundante comida para todos.

2-   En el Día de la Caridad miramos a este mundo y gritamos: ¡Qué poca caridad y qué poca solidaridad y qué poca justicia y qué poca libertad! Y aún podríamos decir: ¡Qué poca humanidad! La imagen que da el mundo no es la del buen samaritano, sino la del rico Epulón: unos pocos “epulones” y un sinfín de “lázaros” agonizantes.

Pero en el Día del Corpus levantamos también nuestra mirada al Cuerpo y la Sangre de Jesucristo y no podemos menos de exclamar: ¡Qué generosidad y qué amor y qué cercanía y qué humildad!

Porque vio a los hombres hambrientos, Cristo multiplicó los panes, gratis, sin buscar siquiera el aplauso o el afecto. Porque vio a los hombres con hambres más hondas, Cristo se hizo pan y se partió para que lo comieran, gratis. Y porque vio a los hombres tristes, Cristo se hizo vino y se ofreció para ser bebido, gratis, sin pedir contrapartidas.

3-   El constructor de puentes

Una vez, dos hermanos que vivían en fincas vecinas, separadas solamente por un pequeño arroyo, entraron en conflicto. Fue la primera gran desavenencia en toda una vida trabajando lado a lado, compartiendo las herramientas y cuidando uno del otro. Durante muchos años recorrieron un camino estrecho y muy largo que acompañaba la orilla del arroyo para, al final de cada día, poder cruzarlo y disfrutar la compañía del otro. A pesar del cansancio, hacían la caminata con placer, pues se amaban.

Pero ahora, todo había cambiado. Lo que había empezado con un pequeño malentendido, finalmente explotó en un intercambio de palabras ásperas, seguidas por semanas de total silencio.

Una determinada mañana, el hermano mayor oyó que golpeaban a su puerta. Al abrir se encontró ante un hombre que llevaba una caja de herramientas de carpintero en la mano. “Estoy buscando trabajo”, le dijo. “Quizá usted tenga algo para hacer, por pequeño que sea”. –“Sí”, le dijo el campesino, “claro que tengo trabajo para ti. Ves aquellos campos más allá del arroyo. Son de mi vecino. En realidad, mi hermano menor. ¡Nos peleamos y no puedo soportarlo más! ¿Ves aquella pila de madera cerca del granero? Quiero que construyas una cerca bien alta a lo largo del arroyo para que no tenga que verlo más”.

-“Creo que entiendo la situación”, dijo el carpintero. “Muéstreme donde está la pala, el martillo y los clavos, que con seguridad haré un trabajo que lo dejará satisfecho”. Como necesitaba ir hasta el pueblo cercano, el hermano mayor mostró al carpintero dónde estaba el material y se marchó.

El hombre trabajó arduamente durante todo el día, midiendo, cortando y martillando. ¡No había ninguna cerca! En vez de la cerca había un puente que unían las dos orillas del arroyo.

Era realmente un hermoso trabajo, pero el campesino se enfureció y le dijo: “Tú eres muy atrevido construyendo ese puente, después de todo lo que te conté”. Sin embargo, las sorpresas no habían terminado aún. Al mirar otra vez hacia el puente, vio al hermano aproximándose desde la otra orilla, corriendo con los brazos abiertos. Por un instante permaneció inmóvil. Pero, de repente, en un único impulso, corrió hacia su hermano y se abrazaron en el medio del puente. El carpintero estaba marchándose con su caja de herramientas cuando el hermano que lo contrató le pidió emocionado: “Espera. Quédate con nosotros algunos días más”. Pero el carpintero le contestó: “Me gustaría mucho quedarme, pero tengo muchos otros puentes para construir”.                
                     
P. Pedro Olalde.