Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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Próximos conciertos

El 7 y 21 de diciembre, a las 19.30 hrs. en la iglesia de San Ignacio de Loyola (c/ Príncipe, 31) tendrán lugar los conciertos del Ensemble vocal Gradualia dentro del ciclo "Clásica en las Letras" organizado por la Asociación Cultural Garaiz.

El ensemble vocal Gradualia, formado por excelentes cantantes profesionales del panorama actual, prepara la llegada de las fiestas navideñas. El programa "Alegría, Caballeros!" les invita a saborear una ensalada musical configurada por canciones populares y danzas, todas procedentes de nuestro valioso patrimonio que narran historias fantásticas o moralizantes relacionadas con estas fechas.

- O Magnum Mysterium (William Byrd, 1543-1623).
- El Fuego (Mateo Flecha "El Viejo", 1481-1553).
- Alma Redemptoris Mater (G.P. da Palestrina, 1525-1594).
- La Bomba (Mateo Flecha "El Viejo", 1481-1553).
- Ave Verum Corpus (William Byrd, 1543-1623).
- Con Amores la mi Madre (Juan de Anchieta, 1462-1523).
- Kyrie tropado "Rex, virginium amator" (Juan de Anchieta, 1462-1523).
- La Negrina (Mateo Flecha "El Viejo", 1481-1553).
- O Magnum Mysterium (T.L. de Victoria, 1548-1611).

Gradualia:

- Delia Agúndez, soprano.
- Sonia Gancedo, alto.
- Karim Farthan, tenor.
- Simón Andueza, barítono y dirección.

El título "Alegría, caballeros!", resume muy bien lo que es el programa ya que es una frase literal de una de las Ensaladas de Mateo Flecha, en la que los cantantes describen la alegría que sienten por el nacimiento del niño Jesús. Dentro de la Ensalada es un fragmento muy rítmico, una danza con onomatopeyas que imitan distintos instrumentos, rasgo distintivo también de las Ensaladas.

Entrada libre.

Últimas noticias

Las actividades que próximamente tenemos previstas son:

El domingo, 1 de diciembre, celebraremos una misa con acompañamiento del Orfeón Vasco de Euskal Etxea, por el congregante José Luís López de Uralde fallecido recientemente.

El jueves, 12 de diciembre, a las 19.00 hrs. celebraremos en la iglesia de San Ignacio de Loyola la Liturgia Penitencial que nuestro capellán D. Pedro Olalde Biain suele celebrar por estas fechas.

El Orfeón Vasco de Euskal Etxea acompañará las misas del 1 y del 22 de diciembre. Su concierto navideño será el jueves 19 a las 20.00 hrs. en la iglesia de San Ignacio. Desde aquí queremos reiterar nuestro más profundo agradecimiento por su trabajo durante 2013.

Como ya viene siendo habitual en la iglesia de San Ignacio, el grupo "Ensamble Garaiz" y dentro del ciclo "Clásica en las Letras", llevará a cabo dos conciertos que tendrán lugar los sábados 7 y 21 de diciembre, dedicados a la música polifónica del sacerdote y compositor vasco del Renacimiento, Juan de Anchieta.

Los días 25 de diciembre y 1 y 6 de enero no habrá celebración en la iglesia de San Ignacio de Loyola.

34º Domingo ordinario (24 de noviembre 2013)

FIESTA DE CRISTO REY- Lc 23,35-43

1-   Hoy celebramos la fiesta de Cristo Rey

·          Celebramos que Cristo es un Rey muy especial.
·     Celebramos que es un Rey que cuenta con los humildes del pueblo, se rodea de los enfermos y necesitados de la sociedad.
·      Celebramos la fiesta de un Cristo que reina abriendo sus brazos en la cruz y dando perdón a sus verdugos. Un rey sin corona; mejor, con una corona de espinas.

2-   Celebramos que sus seguidores, con Jesús, formamos el reino de Dios

·      Jesús se dedicó a anunciar el reinado de Dios. Puso todo su empeño en establecer ya el modo de convivencia humana que reflejase el reinado de Dios, al estilo de vida según Dios.
·      Un reinado en que los preferidos fuesen los pobres.
·    Un reinado que prestase atención a los mal vistos de entonces, a los leprosos, samaritanos, prostitutas y publicanos.
·      Un reinado en que lo importante fuese el servicio, no el poder.
·      Un reinado en que se valorase más la compasión que el código de la pureza.
·      Un reinado que promoviese la atención a los caídos en la cuneta de la vida. ¡Qué reino tan especial!

3-   Llamados a reinar

El reinado de Cristo es ambicioso y pretende aglutinar a todos los que voluntariamente quieran dar su nombre para reinar desde el amor, la igualdad, el perdón, el servicio, el compartir.
·      El ejército de los llamados a reinar es altamente atípico, pues no cuenta ni con armamento bélico ni soldados de infantería ni de marina ni barcos de guerra ni aviones de destrucción.
·      Sus integrantes son muy valorados si participan del espíritu de mansedumbre y de paz.
·  Son muy apreciados los constructores de justicia y de solidaridad, porque el mundo avanza no cuando se destruye, sino cuando se construye desde un espíritu de respeto mutuo.

4-   Lucas 23,35-43

El pueblo estaba allí mirando. Las autoridades, por su parte, se burlaban de Jesús y comentaban: A otros ha salvado, ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el elegido! También los soldados le escarnecían. Se acercaban a él para darle vinagre y decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Habían puesto sobre su cabeza una inscripción, que decía: “Este es el rey de los judíos”. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Pues sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro intervino para reprenderlo, diciendo: ¿Ni siquiera temes a Dios tú que estás en el mismo suplicio? Lo nuestro es justo, pues estamos recibiendo lo que merecen nuestros actos, pero éste no ha hecho nada malo. Y añadió: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como rey. Jesús le dijo: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.

·        El evangelista Lucas se ha dejado inspirar por el salmo 22 para tejer esta página evangélica.
·        Por lo demás, este evangelio está cogido de la pasión. Después de haber crucificado a Jesús y a los dos malhechores, viene el relato de hoy. Vamos a fijarnos en los personajes que asisten al tremendo espectáculo de la crucifixión.
·        El pueblo estaba mirando. No es la muchedumbre que le sigue de ordinario, sino la gente que asiste con curiosidad burlona.
·      Los jefes, las autoridades religiosas se burlaban de Jesús y comentaban: A otros ha salvado, ¡que se salve a sí mismo si es el Mesías de Dios! Mantienen la idea de un Mesías triunfal. Al que Dios le conduce por caminos de rosas.
·    Los soldados también le escarnecían. Se acercaban a él para darle vinagre. Los ejecutores de la violencia del poder romano no pueden entender a un rey que no haga nada para defenderse.
·    El letrero también indicaba irrisión: Este es el rey de los judíos (Este, colocado, en el texto griego al final de la frase, es totalmente despectivo).
·    Los ladrones. Uno le insultaba a Jesús: ¿No eres tú el Mesías? Pues sálvate a ti mismo y a nosotros. La impotencia de Jesús de salvarlos de la muerte muestra la falsedad de su pretensión mesiánica.
·    El único que tiene una actitud positiva es el otro ajusticiado. Hace tres cosas: a) reprende a su compañero de patíbulo: ¿Ni siquiera temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? b) se confiesa culpable y reconoce a Jesús inocente: lo nuestro es justo, pues recibimos lo que merecen nuestros actos, pero este no ha hecho nada malo. c) hace una oración a Jesús: Jesús, acuérdate de mi cuando vengas como rey. Jesús no solo se acordará de él, sino que le hará participar de su reino.
·   Lucas es muy provocativo, una vez más: el único que le reconoce como rey a Jesús es un condenado a muerte, un maldito, un marginado de la ley. Este está más cerca del reino de Dios que las autoridades religiosas y el pueblo.

5-   Llamadas

 ·     La gran llamada de la fiesta de Cristo Rey se deduce de la consideración de que los cristianos somos seguidores de un fracasado, que no se dejó conducir nunca por el poder, sino por la entrega de la vida y el amor.
  ·   Quedan todavía en nuestra Iglesia muchas parcelas de las que debería ser arrojado el poder y la autosuficiencia. Estos no construyen el reino de Dios, sino que son un grave obstáculo a su avance.

P. Pedro Olalde.

33º Domingo ordinario (17 de noviembre 2013)

Lc 21,5-19

1-   Al oír a algunos que hablaban sobre la belleza de las piedras y exvotos que adornaban el templo, dijo: Vendrá un día en que todo eso que veis quedará totalmente destruido; no quedará piedra sobre piedra. Entonces le preguntaron: Maestro, ¿cuándo será eso? ¿Cuál será la señal de que esas cosas están a punto de suceder? Él contestó: Estad atentos, para que no os engañen. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy, ha llegado la hora”. No vayáis detrás de ellos. Y cuando oigáis hablar de guerras y de revueltas, no os asustéis, porque es preciso que eso suceda antes, pero el fin no vendrá inmediatamente.                                                                    

    Les dijo además: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos y, en diversos lugares, hambres, pestes, apariciones terroríficas, y grandes portentos en el cielo. Pero antes de todo eso, os echarán mano y os perseguirán. Os arrastrarán a las sinagogas y a las cárceles, y os harán comparecer ante los reyes y gobernadores por causa de mi nombre. Esto os servirá para dar testimonio. Haceos el propósito de no preocuparos por vuestra defensa, porque yo os daré un lenguaje y una sabiduría a los que no podrá resistir ni contradecir ninguno de vuestros adversarios. Seréis entregados incluso por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos; y a algunos de vosotros os matarán. Todos os odiarán por mi causa. Pero ni un cabello de vuestra cabeza se perderá. Si os mantenéis firmes, conseguiréis salvaros (Lc 21,5-19).

2-   Género apocalíptico. Cuando el pensador judío quiere hablar del futuro, utiliza un género llamado apocalíptico. Al querer abordar algo importante que ha sucedido o puede acontecer, el pensamiento judío recurre a la apocalíptica. Es un mundo de símbolos: la nube, la serpiente, ángeles, emperador, anticristo.

·          Los evangelios también recurren a la apocalíptica. Cuando Mateo dice en 27,51-53: Entonces, el velo del templo se rasgó en dos partes de arriba abajo; la tierra tembló y las piedras se resquebrajaron; se abrieron los sepulcros y muchos santos que habían muerto resucitaron, saliendo de los sepulcros y, después de que Jesús resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos, recurre a este género literario. Nada de esto ocurrió literalmente, pero quiere expresar con este lenguaje la victoria de Cristo, vencedor por su amor y entrega sobre la muerte por la resurrección. Es una forma de decir que la causa de Cristo sale triunfante, al hacer de su vida un canto al amor.

3-   Comentario. El capítulo 21 de Lucas está dedicado casi íntegramente al tema de la apocalíptica, es decir, del futuro, que en el momento  presente está oculto.
Mezcla pasajes de la destrucción del templo (5-6), de Jerusalén (20-24), y del mundo (25-26). Se alude a la venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria, lo que para sus seguidores es un motivo de ánimo y esperanza.

·    Muchos judíos creían en una inminente aparición o venida del Señor para purificar el mundo y establecer la justicia. Dios establecería, entonces, su reinado, después de destruir a los malvados.

·      También la comunidad cristiana debió de participar de estas ideas apocalípticas e hizo una síntesis uniendo el fin del mundo con la segunda venida del Señor. Luego, al darse cuenta de que la venida se demoraba mucho, dejó abierto el futuro.

·        Lucas escribió su evangelio hacia el año 85. Conocía pues la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén, cuando los emperadores romanos Vespasiano y Tito el año 70, en respuesta al alzamiento de los judíos, los aniquilaron llevando todo a sangre y fuego y sometiendo al suplicio de la crucifixión a 2.000 judíos.

·     El evangelista, utilizando los datos de la historia, pone en boca de Jesús, este anuncio de lo que sucedería después (que, en realidad ya había ocurrido).

4-   El final de los tiempos. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra la angustia se apoderará de los pueblos, asustados por el estruendo del mar y de sus olas. Los hombres se morirán de miedo, al ver esa conmoción del universo; pues las potencias del cielo quedarán violentamente sacudidas. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube con gran poder y gloria. Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra liberación (Lc 21,25-28).

·          Esta es la descripción apocalíptica del fin del mundo, para lo cual se emplean imágenes apocalípticas muy del gusto de la época: el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo… Eso no constituye lo central del mensaje, sino que es el ropaje literario.

·          El acento no recae en la gran crisis que nos describen. El fin del mundo, en cuanto fin del mundo, no tiene ningún interés humano ni teológico. Los astros, las estrellas, los planetas… terminan y mueren, Por lo tanto, que la tierra se va a acabar es evidente. Como se han acabado y se acabarán otros tantos millones de estrellas o planetas.

·     El acento recae, más bien, en el final en cuanto a la realización. ¿Esta historia va a acabar bien? ¿Vamos a terminar nosotros bien? ¿Qué es lo que nos cabe esperar? La Biblia tiene una mirada de esperanza hacia el futuro. Para el hombre bíblico vivir es esperar: vivimos en tanto en cuanto esperamos. Mirad la higuera… Cuando veis que echa brotes, os dais cuenta de que está próximo el verano. Así también vosotros, cuando veáis realizarse estas cosas, sabed que el reino de Dios está cerca.

5-   Llamada a la realidad. Pero antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os arrastrarán  a las sinagogas y a las cárceles, y os harán comparecer antes los reyes y gobernadores por causa de mi nombre (Lc 21,12).

·          Lucas  hace una llamada fuerte a sus comunidades a vivir anclados en la realidad de cada día. Para cuando se escribe este Evangelio, el apóstol Santiago, hermano de Juan, había sido ejecutado por Herodes (Hch 12,2) y el diácono Esteban había sido apedreado (Hch 7,54-60). Otros apóstoles como Pablo sufrieron lo indecible por causa de Jesús.

·         Esta parte es la que contiene el mensaje central del pasaje: es necesario caminar en la luz y la verdad, a imitación del maestro Jesús, haciendo cada uno de su propia vida una gran ofrenda de amor hacia sus semejantes.

P. Pedro Olalde.

32º Domingo ordinario (10 de noviembre 2013)

Lc 20,27-38

1-   Se acercaron entonces unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si el hermano de uno muere dejando mujer  sin hijos, su hermano debe casarse con la mujer para dar descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con la viuda, y así hasta los siete. Todos murieron sin dejar hijos. Por fin murió también la mujer. Así, pues, en la resurrección, ¿de quién de ellos será mujer? Porque los siete estuvieron casados con ella.
                                                                  
     Jesús les dijo: En la vida presente existe el matrimonio entre hombres y mujeres; pero los que logren alcanzar la vida futura, cuando los muertos resuciten, no se casarán; y es que ya no pueden morir, pues son como los ángeles; son hijos de Dios, porque han resucitado. Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo da a entender en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor el “Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob”. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque todos viven por él.

2- Los saduceos era burgueses colaboracionistas de los romanos. En materia religiosa eran conservadores. Aceptaban la Torá, es decir, los cinco libros del Pentateuco, pero rechazaban los libros proféticos y los libros más modernos del AT, como el de los Macabeos, donde se afirma la resurrección
·         Basándose en la mayoría de los autores del AT, por lo menos los anteriores al siglo II a. C., negaban la resurrección. En esto se diferenciaban de los fariseos, que creían en la resurrección, conforme a los recientes textos del AT (Dn 12,1.3); 2Mac 7,14).
·       Con su pregunta los saduceos quieren desprestigiar la resurrección de los muertos. Para ello citan la ley del levirato (Dt 25,5-10), por la cual el hermano de un difunto se casaba con su viuda para impedir que los bienes de la familia fuesen a parar fuera de ella y, además, dar descendencia a su hermano.
·      La respuesta de Jesús afirma con claridad que la resurrección no supone una continuidad con respecto a esta vida, sino una vida nueva y distinta, una vida de plenitud que no es posible entender en continuidad desde nuestra experiencia de la vida cotidiana.
·       Sugiere Jesús que la resurrección es don de Dios, que posibilita a los muertos seguir viviendo en la resurrección. La cita de Jesús para probar la resurrección es de Ex 3,6, que los saduceos admitían. En ella, Dios se presenta como el Dios de los patriarcas, fallecidos hacía siglos.  Los fariseos, finalmente, se alegran de que Jesús contestara tan brillantemente a sus enemigos saduceos.

3-   Visión de la resurrección desde la ciencia

·       Si la noticia de la resurrección de Jesús entre los muertos fue difícil de creer para sus discípulos y para los primeros cristianos, tanto más parece serlo para quienes vivimos en la era de la ciencia.
·       Si ya los primeros testigos cristianos experimentaron la resurrección como un suceso por completo sorprendente, tanto más chocante resulta la vuelta a la vida de un muerto para sensibilidades configuradas principalmente por los modernos métodos inductivos de conocimiento.
·          En la actualidad, los naturalistas explican con frecuencia la esperanza como un engañoso mecanismo de supervivencia, una adaptación darwinista desconectada de la realidad. Pero los naturalistas científicos muy rara vez piensan hasta el final las consecuencias plenas de la tesis, que con tanta confianza formulan, de que la  muerte y la nada absolutas son el destino que espera a todo lo real.
·      Muy pocos materialistas científicos pueden adoptar con plena coherencia la sobria lógica del eminente físico Steven Weinberg, quien afirma que, si no hay Dios ni vida más allá de la muerte, todo lo que podemos rescatar de nuestra absurda situación es un sentimiento de dignidad personal por aceptar este destino sin turbación.
·        Teilhard llegó a escribir que sólo la pasión por ser final y permanentemente más puede llevar a una vida con sustantividad ética; y esta pasión se extingue si nos dejamos embargar por el sentimiento de que, al final, nuestros esfuerzos no introducen ninguna diferencia real en el mundo. El hombre, continúa Teilhard, cuanto más humano es, no puede entregarse sino a lo que ama; y en último término, sólo ama lo que es indestructible.
·      En esta misma línea el científico Whitehead se pregunta qué significaría para el universo como un todo fuera incapaz de alcanzar alguna clase de inmortalidad. Y piensa que la expectativa consecuente de una muerte absoluta para el universo tornaría trivial y, a la larga, paralizaría la aspiración ética del ser humano. Él cree que la filosofía más coherente es la que deja sitio para la realidad de algo duradero, de algo capaz de redimir a todos los acontecimientos cósmicos, no sólo a las vidas humanas individuales, de perecer por completo.

4-   Encontrar sentido en un universo inacabado

  ·  Si el universo fuera concebido como esencialmente acabado o perfecto, ¿qué objetivo tendrían nuestros esfuerzos? Para poder vivir vidas llenas de pasión y vigor ético, las personas necesitamos esperanza. Lo cual significa que necesitamos un universo que todavía tenga sitio para crecer, para devenir más. En otras palabras necesitamos un universo inacabado, y exactamente esto es lo que nos ha dado la ciencia.
  ·      Por amor, Dios “renuncia” a abrumar cada instante presente con su infinidad divina. Así y todo, la defensa teológica de la razonabilidad de la esperanza en la inmortalidad debe basarse principalmente no tanto en la antropología y la cosmología contemporánea cuanto en la confianza que Dios suscita.

·      Para la fe cristiana, la resurrección de Jesús es la revelación  de lo que la naturaleza anticipa, un cumplimiento en el que la vida al final resultará ser más fundamental y, en último término, más inteligible que la muerte. Esta es la razón, por la que nuestra confianza en la buena nueva de la resurrección obtiene respaldo de la búsqueda de sus fundamentos cognitivos. Al contrario de lo que creen los materialistas científicos, no será la muerte, sino la vida, la que terminará revelándose como el más inteligible estado de ser.

P. Pedro Olalde.

31º Domingo ordinario (3 de noviembre 2013)

Lc 19,1-10

1-   Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había en ella un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, que quería conocer a Jesús. Pero, como era bajo de estatura, no podía verlo a causa del gentío. Así que echó a correr hacia delante y se subió a una higuera para verlo, porque iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Él bajó a toda prisa y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban y decían: Se ha alojado en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie ante el Señor y le dijo: “Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si engañé a alguno, le devolveré cuatro veces más”. Jesús le dijo: “Hoy, ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”.

2-   Versión libre:

·      Aquel atardecer de otoño el cielo se cubrió de nubes y se volvió plomizo. Pronto, la oscuridad se adueñó de toda Jerusalén, de modo que maestro y discípulos se afanaron en encontrar en lugar en donde descansar, al abrigo de la frescura de la noche.

·          Siguiendo su costumbre, Jesús, a la luz de la pálida luna, se distanció del grupo para orar a solas. A su regreso, los encontró profundamente dormidos.

·        De mañanita, todavía cuando un profundo silencio envolvía a la ciudad, se fueron despertando todos, ya que sabían que Jesús quería visitar Jericó ese día.

·     Antes de que el astro rey asomara su rostro por levante, se pusieron en marcha hacia su destino, distante unos 30 kilómetros. Emprendieron la caminata con ánimo esforzado por la misma ruta seguida por el samaritano.

·       Sabían que era una ruta infestada de maleantes, pero los aguerridos discípulos, en grupo se sentían fuertes para hacer frente a cualquier contratiempo que se les presentara. Mientras caminaban a paso acelerado, más de una vez el comentario se centró en la peligrosidad del lugar y en su valentía para arrostrar toda dificultad.

·      Después de su largo recorrido, bajando de la ciudad hacia el Mar Muerto, tuvieron que detenerse varias veces para descansar, hasta que al fin, arribaron a Jericó, la ciudad de las rosas, la que Josué conquistó con el clamor de las trompetas.

·     Ya para aquel otoño, Jesús era muy conocido en todo el país, desde las tierras de la tribu de Dan hasta el desierto de Idumea, desde el mar de los fenicios hasta las secas montañas del Moab.

·          Al llegar a Jericó, los vecinos se alborotaron un tanto y se fueron acercando a conocer a Jesús. ¡Qué bueno que viniste, profeta nazareno!, le dijo uno. ¡Deseamos escucharte vivamente, hombre de Dios!, exclamó, a su vez, una mujer con un bebé en sus brazos.

·        Jesús les saludó a todos muy atento, y pronto el gentío se puso en movimiento hacia el centro de la ciudad. Muchos, desde sus casetas, se asomaban al exterior, ante el enorme bullicio que, por momentos, se iba agrandando.

·    Cada vez más gente se iba sumando al grupo de los acompañantes de Jesús y pronto estaban atravesando una gran alameda con árboles a ambos lados de la calzada.

·     Los que encabezaban la peregrinación fueron los primeros en divisar encaramado a un árbol a un hombre bajo de estatura, que luego supieron que era Zaqueo. Era rico y bastante conocido en la ciudad, ya que era un publicano y prestamista de dinero a un interés muy elevado, razón por la cual tenía mala fama.

·       Este hombrecito había oído hablar de Jesús y se despertaron en él vivas ansias de saber cómo era. Cuando el grupo de los discípulos con su maestro estaban cerca de Zaqueo, Pedro le hizo saber a Jesús que un hombre estaba subido al árbol.

·          Pensó Jesús que aquel hombre debía tener grandes deseos de oír de sus labios el mensaje del reino que anunciaba y se dispuso a emplearse a fondo con él. Se detuvo ante el árbol, miró y sonrió a Zaqueo, y sin más preámbulos, le dijo: “Zaqueo, baja que hoy debo hospedarme en tu casa”.

·         El interpelado bajó aceleradamente y saludó a Jesús, que le miró a los ojos con una mirada de cariño y aceptación; después juntos hicieron el camino hacia su casa.

·          Cuando la gente supo que Jesús iba a hospedarse en casa de un publicano, nadie en Jericó entendía aquello y criticaban a Jesús, despechados de que hubiera escogido la casa de aquel hombre de mala fama.

·       Un rato después, los discípulos y Jesús entraron en casa de Zaqueo. Éste preparó la mesa, puso el mantel y les ofreció una copiosa cena. Pero el plato principal estuvo a cargo de Jesús, el de la plena aceptación como amigo a un diferente.

·        A lo largo de la cena, Zaqueo se sintió agradecido, porque todo un profeta de Israel quiso distinguirle hospedándose en su casa.

·      El hombre de baja estatura se mostró grande y generoso y abrió ampliamente su corazón a Jesús, dándole a conocer todo lo que hacía, los desprecios que recibía de la gente,… Nunca antes estuvo Zaqueo tan cerca de un hombre de Dios. Por eso, aprovechó su presencia para prometerle un cambio total en su vida.

·         Y así, hacia el final de aquella memorable cena, se puso en pie y queriendo dar una cierta solemnidad al acto, dijo del fondo de su corazón: “Profeta nazareno Jesús, me siento muy agradecido por haber querido honrarme con tu presencia. Ante ti y ante todos vosotros, prometo dar un cambio radical a mi vida. Quiero devolver lo robado a quienes he prestado dinero a un elevado interés. Doy también mi palabra de honor de entregar la mitad de mis bienes a los que carecen de lo más necesario.

·          Jesús se sintió emocionado al escuchar las palabras de conversión del publicano rico y levantándose en el acto, le dio un gran abrazo.

 P. Pedro Olalde.

Todos los Santos (1 de noviembre 2013)

Mt 5, 1-12a

                                                           Los dos códigos

1-      Introducción. Habiendo sido comentado este texto en los ciclos A y B, he considerado oportuno darle a la explicación de hoy un nuevo enfoque, cual es el de Los dos códigos, para contraponer el seguido por Jesús, por una parte, al de los fariseos y hombres piadosos de su tiempo, por otra.

2-      Los dos códigos. Estos dos códigos son los siguientes: 1- El código de la pureza o santidad. 2- El código de la compasión o misericordia.

·       El código de la santidad se basa en Levítico 19,2: Dijo el Señor a Moisés: Di a toda la comunidad de los israelitas: Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo. El conjunto del código de la santidad o pureza se encuentra en el Levítico 17-26. Esta colección se considera por los exegetas como un trabajo del exilio o el postexilio.
·        En el texto de las bienaventuranzas de Mateo de hoy, viene una alusión al código de la misericordia: Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos (5,7).

3-      El código de la santidad. Surgió en el Judaísmo después del exilio de Babilonia (siglo VI a. C.). Se trataba de imitar a Dios. Como Dios era santo, el pueblo de Israel también debía serlo. Su modo de vida tenía que estar cimentada en la santidad.

·        Una de las notas características de la santidad era la separación. Se entendía que para ser santo, Israel debía separarse de todo tipo de contaminación. Esto produjo las distinciones de puro e impuro; limpio y manchado; sagrado y profano; judío y gentil; justo y pecador.

4-      Motivaciones. ¿Por qué eligió el judaísmo el código de la santidad?

·       La razón parece ser la siguiente: la experiencia del exilio fue durísima para el pueblo judío. Fueron 50 años de sufrimientos, lejos de su patria y del templo; viviendo en tierra extraña y siendo objeto de las burlas de sus enemigos.

·        En este período aciago de su vida,  los judíos llegan a una conclusión: en adelante seremos fieles a Yahvé, para evitar otro castigo similar de la Justicia divina.

·   Por otra parte, siendo como eran un pequeño grupo social, los judíos veían el peligro de ser absorbidos por sus vecinos más poderosos.

·   La fidelidad a Yahvé y la supervivencia grupal, estrechando los lazos internos y excluyendo los exteriores, exigían el reforzamiento del código de la santidad.

·        De este modo, la Ley se interpretaba desde el paradigma de la santidad. Se prestaba gran atención a las leyes que enfatizaban la separación de lo impuro, dentro de Israel. Esta tendencia fue predominante y coloreó toda la interpretación de la Biblia y su práctica posterior.

5-      Los grupos que encarnan el código de la santidad.

1-      Los esenios. Este grupo fue conocido, en gran parte, por los descubrimientos de los rollos en Qumran, junto al Mar Muerto, en 1947.

·       Los esenios llegaron al convencimiento de que el código de la santidad era imposible de practicarlo dentro de la ciudad; por eso, dejaron Jerusalén y se establecieron en el desierto, cerca del Mar Muerto (siglo II a. C.).

·   Llevaron una vida comunitaria de gran disciplina de corte monástico. Se autodenominaban los hombres de la santidad, que vivían en la casa de la santidad. Tenían claro que la santidad requería una total separación de la sociedad impura.

·      Al tiempo que se veían a sí mismos como los hijos de la luz, tenían a los romanos y a la mayor parte del pueblo judío, como a los hijos de las tinieblas, y esperaban con gran fe el día en que Dios destruiría a los romanos en una batalla final apocalíptica.

·       No sobrevivieron más allá del siglo I, pues al tomar parte en la lucha contra los romanos, antes de caer en manos de éstos, huyeron para salvar sus vidas.

2-      Los fariseos. Son muy conocidos por los evangelios como los enemigos de Jesús. La consideración de hipócritas, que les atribuyen aquéllos, no parece ajustarse a la realidad, pues eran observantes de la Ley y temerosos de Dios.

·       Se distinguieron por la radicalización en el cumplimiento de la Torá, dentro del código de la santidad. A diferencia de los esenios, no abandonaron la ciudad, viviendo con el pueblo para que éste se convirtiera en un reino sacerdotal puro.

·       Eran estrictos en el cumplimiento de las leyes más nimias, pagando los impuestos con escrupulosidad. Su influencia y poder eran morales.  Su mayor sanción era el ostracismo social y religioso, aplicado a los que ellos consideraban pecadores, a los que llamaban gentiles. Contra éstos sentían un rechazo frontal y no compartían con ellos nada, y menos, la mesa a la hora de comer.

·     Los fariseos eran la más visible manifestación del código de la santidad. Eran los máximos  exponentes del hombre religioso judío: absoluta lealtad a Dios, amor  al prójimo, celebración del sábado y las fiestas, práctica regular de la oración y el ayuno.

·       Entre ellos se dieron los ejemplos más vivos de santidad, dentro del judaísmo.

3-      Los zelotas. Este grupo armado también practicaba, a su modo, el código de la santidad en su lucha contra el impuro e idolátrico invasor romano.

·       Radicalizaban el primer mandamiento: No tendrás ningún otro señor fuera de Dios. Sólo Dios era Señor, no el César.

·       Se negaban a pagar los impuestos a los romanos y animaban al pueblo a hacer otro tanto.

·       El año 74 d. C., en Masada, prefirieron quitarse la vida, antes que entregarse al enemigo.

6-      Los “pecadores” y los “publicanos”. El código de la pureza vivido con radicalidad por los grupos antes citados, ahondó el abismo entre ellos y la gran masa del pueblo. Así se produjo una gran división dentro del mismo pueblo judío.

·   Los fariseos consideraban pecadores a todos los no observantes, a los que vivían ajenos al cumplimiento de la ley y la religiosidad, en torno al templo. De éstos afirmaban que retrasaban la manifestación de Yahvé para implantar una sociedad nueva, según Dios.

·        La tan ansiada manifestación de Dios, como la esperaban los judíos observantes, nunca se produjo. De hecho, el código de la santidad poco ayudó a los fariseos y zelotas, pues, habiéndose enfrentado el pueblo judío a los romanos, fue aplastado por éstos en la guerra del 68, con el enorme sufrimiento y destrucción del templo y de Jerusalén.

7-   Jesús de Nazaret. Hacia el año 30 de la era cristiana, cuando Jesús inició su vida pública, se encontró con esta realidad. Por una parte, estaban los fariseos, que eran los más numerosos e influyentes, que practicaban el código de la santidad. Por otra parte, Jesús tenía ante sí a la gran masa del pueblo, que vivía ajena a estas preocupaciones de los puros.

·     ¿Qué postura tomará Jesús? ¿Se sumará al ideal fariseo, esenio o zelota del código de la santidad? No. Mientras el judaísmo del siglo I se centró, sobre todo, en este código, Jesús adoptó para sí otro distinto: el código de la compasión.

·    Jesús asumió para sí este código, como punto de partida en su obrar diario con toda la gente, especialmente con los más menesterosos, con los pobres, con los incapaces de distinguir códigos de conducta. La compasión va a conducir a Jesús a tener la postura contrapuesta a la de los fariseos, que, aunque sabían y aceptaban que Dios era amor, eligieron como praxis de vida la santidad personal, a imitación de la santidad de Dios.

·        Jesús enfatizó la compasión de Dios. El padre del hijo pródigo tenía compasión; el samaritano actuó movido por la compasión; en la parábola del publicano y el fariseo, aquél apeló a la compasión de Dios. Así, en toda conducta, en toda su actividad sanadora, Jesús se dejó conducir por la compasión de Dios.

8-  Mateo 9,11. Los fariseos al ver a Jesús sentado a la mesa en casa de Mateo, con
     muchos publicanos y pecadores, preguntaban a los discípulos: ¿Por qué come       
     vuestro maestro con los publicanos y pecadores?

·       Este versículo expresa el choque de los dos códigos: el de los fariseos y el de Jesús.

·       Tanto a los fariseos como a Jesús, sus respectivos puntos de arranque les alejaron entre sí de forma alarmante.

·       Yo me quedo con el código de Jesús. Prefiero ser menos santo, con tal de llegar a ser compasivo. Aunque, bien considerado, el termómetro de la santidad se mide siempre por la compasión ejercitada.

·    ¿Qué imagen de Dios queda aquí reflejado? El Dios del amor, el de la compasión, el Padre a quien se le conmueven las entrañas, al ver al hijo que vuelve a casa.

·    Extrañamente, el código de la santidad les alejó a los fariseos de la compasión y el amor a sus semejantes, lo que significa que un principio mal entendido y peor encarnado, nos puede alejar de Dios.

9- ¿Qué código prevalece hoy en la Iglesia? En la Iglesia de Dios, en nuestra comunidades cristianas, en la Iglesia institución, ¿cuál de estos dos códigos prevalece?

·     Para saberlo, habrá que atender a los hechos y ver cómo son tratados los más necesitados o los contrarios: los divorciados, los homosexuales, los enemigos políticos, los teólogos discrepantes, etc.

·     El código de la compasión, seguido por Jesús, es un grito que resuena en nuestros oídos para que nos dejemos llevar por el amor y la compasión. Todo lo demás, aún la misma santidad, es puro engaño.

10- Fiesta de Todos los Santos. Como colofón a nuestra reflexión, podemos preguntarnos: ¿Qué es ser santo? La respuesta es bien sencilla: Ser santo es dejarse conducir por el código de la compasión, al modo de Jesús, que no hizo más que compadecerse de todos los necesitados de su tiempo.


·        Y ¿qué hacemos con el código de la santidad: Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo? Medirlo con el baremo de la compasión, es decir: Ser santos siendo compasivos, porque el Señor vuestro Dios es compasivo.

P. Pedro Olalde.