LA PRESENTACIÓN DE JESÚS
(Circuncisión
y manifestación de Jesús- Lc 2,21-40).
1-
Este pasaje forma parte de la Infancia de
Jesús que relata Lucas en el capítulo segundo. El texto está impregnado de la
religiosidad judía con la narración de la circuncisión, imposición del nombre y
manifestación de Jesús. Por otra parte, se observa un gran paralelismo con la
circuncisión, imposición del nombre y manifestación de Juan Bautista (Lc
1,59-80).
· Primera
parte: Introducción (21-24). El verso 21 menciona la circuncisión y la
imposición del nombre. Los versos 22-24 narran la purificación de María y la
presentación de Jesús.
·
Segunda
parte: doble manifestación de Jesús por Simeón (25-35) y Ana (36-38).
·
Conclusión:
recoge las expresiones típicos de la infancia (39-40)
2-
CIRCUNCISIÓN
E IMPOSICIÓN DEL NOMBRE.
· Aquí el acento cae mucho más sobre la imposición
del nombre que sobre la circuncisión, aunque, por otra parte, la imposición del
nombre no suscita discusión alguna, como ocurre en el episodio del Bautista. El
nombre de JESÚS ya había sido anunciado por el ángel (1,31).
· Al igual que Juan, por la circuncisión y la
imposición del nombre, Jesús queda marcado por la señal de la alianza (Gn
17,11), que le incorpora oficialmente al pueblo de Israel (Jos 5,2-9). El
nombre de Jesús no procede de la tierra sino del cielo. Esto hace que la
imposición del nombre de Jesús adquiere más relieve que la propia circuncisión.
3-
PURIFICACIÓN
DE MARÍA Y LA PRESENTACIÓN DE JESÚS
· En los versos 22-24 se hace la introducción a
los dos encuentros de Jesús con el profeta Simeón y la profetisa Ana, que son
quienes nos explicarán quién es este niño. Se menciona la ley de Moisés sobre
la purificación de la madre a los 40 días del parto y el rescate del
primogénito al mes del nacimiento.
4-
2ª
PARTE: MANIFESTACIÓN DE JESÚS
· A) VV 25-35. Encuentro con Simeón. La
venerable figura del anciano Simeón recuerda la del anciano sacerdote Elí, bajo
cuyo cuidado transcurrieron los primeros años de Samuel (1Sm 1-3), y al padre
de Juan, el viejo Zacarías (Lc 1,5-7). Al igual que el padre de Juan Bautista
proclama la grandeza de su hijo en el Benedictus,
Simeón predice la grandeza de Jesús en el Nunc dimittis. Queda patente la superioridad de Jesús sobre Juan:
el cántico de Simeón contiene una doble proclamación: un nuevo cántico (29-32)
y un oráculo profético (34-35).
+
De Simeón se afirma que “aguardaba la
consolación de Israel”, que recoge el espíritu del segundo Isaías (40-55):
“Alza tu voz con brío, mensajero de Jerusalén; álzala sin miedo y di a las
ciudades de Judá: Aquí está el Señor; viene con poder y brazo dominador;
apacienta como un pastor a su rebaño y amorosamente lo reúne” (Is
40,9-11).
+ Se nos presenta también a Simeón como un hombre poseído por el
Espíritu: “El Espíritu Santo estaba con él” (25). Este Espíritu le había
revelado que no moriría sin haber visto antes al Ungido de Dios, al Mesías.
Impulsado por el Espíritu va al templo en el preciso momento que los padres de
Jesús le llevan en brazos al niño. Y Simeón entona un himno de alabanza.
Reconoce el anciano Simeón en ese niño la llegada de la buena noticia salvadora
para todo el pueblo.
+En el Nunc dimittis Simeón exulta de gozo,
porque ha llegado el que es el Salvador y Luz de las naciones, Cristo el Señor.
Y proclama que ahora puede irse en paz”, según la expresión
veterotestamentaria.
+
Subrayado aparte merece la proclamación de que en este niño se cumplen las
promesas mesiánicas de paz, salvación y luz, tanto para el pueblo de Israel
como para los gentiles.
+ Hay también
una 2ª palabra dirigida a la madre
(34bc-35ab). Este oráculo es un reflejo de la función de presentación de Ana en
1 Sm 1-2. Su contenido anuncia un futuro sombrío. Al describir al niño como
fuente de división en Israel queda ya anticipada la frase de Jesús en Lc
12,51-53: “¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? Os aseguro que no,
sino división”. Se trata, sin duda, de una de las formulaciones lucanas del
escándalo de la cruz, la piedra de tropiezo. El lenguaje de Lucas es de una
expresividad extraordinaria. El tema del rechazo suena ya desde los primeros
compases del evangelio y a lo largo de todo él, va a experimentar las más
variadas modulaciones. Jesús será una bandera discutida, un signo rechazado,
como antiguamente ya lo fueron tanto Isaías como sus hijos (Is 8,18).
B) LA PROFETISA ANA.
· El anuncio de la persona de Jesús no sólo se
hace a través de Simeón, sino también en la proclamación exultante de esta
mujer, cuya misión es divulgar a los
cuatro vientos lo que Simeón acaba de reconocer en ese niño. Un profeta y una
profetisa anuncian que la promesa de salvación se ha hecho realidad en un niño
recién nacido, Jesús, el Mesías del Señor.
5-
CONCLUSIÓN
(39-40)
· Se termina este pasaje con unas indicaciones
sobre Jesús típicamente del evangelio de la Infancia.
· Necesitamos
de ritos de iniciación, bautismos… para hacernos conscientes de que somos
divinos.
P. Pedro Olalde.