Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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Domingo 2º de Pascua (27 de abril 2014)

Jn 20,19-31

Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “La paz esté con vosotros”. Y añadió: “Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros”. Sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá”.         

Tomás, uno del grupo de los doce, a quien llamaban “El Mellizo”, no estaba con ellos cuando se les apareció Jesús. Le dijeron los demás discípulos: “Hemos visto al Señor”. Tomás les contestó: “Si no veo las señalas dejadas en sus manos por los clavos y meto mi dedo en ellas, si no meto mi mano en la herida abierta en su costado, no lo creeré”.                                                                                                                                    
Ocho días después, se hallaban de nuevo reunidos en casa todos los discípulos de Jesús. Estaba también Tomás. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Después dijo a Tomás: “Acerca tu dedo y comprueba mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente”. Tomás contestó: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús le dijo: “¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto”.

1-   20,19-23 Apariciones a los discípulos

·        Este pasaje es el cumplimiento de la promesa de Jesús en Jn 14,18: “Volveré a estar con vosotros”. Aquí el evangelista afirma: “Se presentó en medio de ellos” (Jn 20,19). La presencia de Jesús produce en sus discípulos un gozo indescriptible (Jn 20,20). Jesús les había prometido: “Os enviaré el Espíritu” (Jn 14,26), y tendréis paz (Jn 16,33); ahora Jesús cumple esas promesas y les dice: “La paz con vosotros… y recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,21ss).

·        El anuncio de la resurrección de Jesús coge a los discípulos desprevenidos. Como los demás judíos de su tiempo, ellos creían en la resurrección al final de los tiempos. Cuando Mª Magdalena les anuncia ante el sepulcro vacío que Jesús vive, se muestran incrédulos. Lo único que se les ocurre pensar es en el robo (Jn 20,2.13.15). Ante el convencimiento de Mª Magdalena de que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, los discípulos no lo creyeron (Mc 16,11). Los discípulos de Emaús también se muestran incrédulos, alejándose de Jerusalén.

2-   20,24-29 Jesús y Tomás

 ·       En este pasaje su subraya la identidad del Resucitado con el Crucificado. El afán de Tomás de encontrar en el cuerpo resucitado de Jesús las señales de que era el mismo que había sido crucificado, tiene un gran significado. Es notoria la dificultad de creer en la resurrección: piensan los discípulos que se trata de un fantasma, un caminante, el hortelano. Por otra parte, la resurrección de Jesús no es el regreso a esta vida, sino su plena participación en la vida de Dios.

 ·     El evangelio muestra al discípulo Tomás metiendo su dedo en los agujeros de los clavos y su mano en la herida del costado de Cristo. Obviamente, todos estos contactos no se dieron. Son una forma plástica de expresar la fe de los discípulos en que Cristo Resucitado era verdaderamente el que fue crucificado. Es como la representación de Cristo elevado a los cielos por un pintor, mostrando a Jesús en un lienzo siendo ascendido glorioso a Dios. Todas las demás acciones que a Cristo Resucitado se le atribuyen, como comer, preparar la comida a la orilla del lago de Genesaret, pasear…son también simbólicas, que expresan la fe de sus discípulos.

  ·    La única actitud válida para acercarse a Cristo Resucitado es la que viene expresada por el gran acto de fe de Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Tomás es presentado por el evangelista como el modelo de fe, una vez que ha superado la imposibilidad de una comprobación palpable.

3-   20,30-31 Finalidad del Evangelio

  ·      En un principio con estos dos versos acababa el evangelio de Juan. Expresan con claridad el objetivo que se propuso San Juan al escribir su evangelio, es decir: inducir a sus lectores a la fe en un Jesús Mesías e Hijo de Dios, haciéndoles partícipes de la vida eterna.

·       Aquí también se hace alusión a otros muchos signos, aparte de los siete, que se narran en este evangelio, como el lavatorio de los pies. Todos son “signos”, es decir, acciones “significativas” que nos dan que pensar sobre el misterio de la Presencia del Amor de Dios, entre nosotros, por medio de Cristo Encarnado, Muerto y Resucitado.

4-   Testigo de fe en la resurrección: Don Miguel de Unamuno

·    Aun siendo un “creyente heterodoxo”, la fe de Unamuno en Cristo, en Dios, es todo un ejemplo para quien se deje interpelar por él.

 ·  “Para dejar al Dios vivo”, dice, “hay que empezar por amarle, por anhelarle, por tener hambre de él”. Siempre empeñado en su búsqueda anhelante, “habla del sentimiento directo de Dios, sobre todo en los momentos de ahogo espiritual”. “El sentimiento trágico de la vida es un sentimiento de hambre de Dios, de carencia de Dios. Creer en Dios es, en primera instancia, querer que haya Dios, no poder vivir sin Él”.

·        El anhelo de que habla es siempre el suyo: el de la inmortalidad. Una vez más insistirá en que es “la angustia vital lo que nos lleva a creer en Dios. Y creer en Dios es, ante todo y sobre todo, sentir hambre de Dios, hambre de divinidad, sentir su ausencia y su vacío, querer que Dios exista”.

·       En una ocasión llegó a Salamanca un diputado radical, llamado Azzati, que estaba esperando a Unamuno en la Universidad para cuando saliese de clase. Unamuno entró con él en la catedral vieja, y en el claustro, y al explicarle las figuras de un antiguo sepulcro, le decía: “Esa figura del centro representa a Cristo, el Salvador”…A lo que Azzati replicó enseguida: “Pero, maestro, ¿es que usted cree en Cristo?” A lo que don Miguel tranquilamente respondió: “Yo sí, y ¿usted?- “Yo no”. – “Y ¿por qué razón, si se puede saber?” –“Pues, porque no”… -“Ah, si esa razón le convence”…


El mismo don Miguel nos relataba esta escena al día siguiente, antes de entrar en clase, no sin un gesto de profundo desprecio para el diputado. Y solía repetir que no preocuparse por el problema religioso, por el tema de la eternidad, sólo pueden hacerlo los idiotas; pero no el hombre que piensa.  

P. Pedro Olalde.

Domingo de Resurrección (20 de abril 2014)

Jn 2,1-9

El domingo por la mañana, muy temprano, antes de salir el sol, María Magdalena se presentó en el sepulcro. Cuando vio que había sido rodada la piedra que tapaba la entrada, se volvió corriendo a la ciudad para contárselo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús tanto quería. Les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto. 

Pedro y el otro discípulo se fueron rápidamente al sepulcro. Salieron corriendo los dos juntos, pero el otro discípulo adelantó a Pedro y llegó antes que él.  Al asomarse al interior vio que las vendas de lino estaban allí; pero no entró. Siguiéndole los pasos llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro, y comprobó que las vendas de lino estaban allí. Estaba también el paño que habían colocado sobre la cabeza de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado y colocado aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó. (Y es que hasta entonces, los discípulos no habían entendido la Escritura, según la cual, Jesús tenía que resucitar de entre los muertos).

1-      María Magdalena

·        Se le cita también al pie de la cruz en 19,25. Se la nombra en primer lugar en los sinópticos entre las mujeres que visitan el sepulcro.

·        NO SABEMOS: este plural significa que en el original de Juan se hacía alusión a un grupo de mujeres y no solo a María Magdalena. Es posible que el evangelista lo modificara para concordar con otra tradición sobre una aparición de Jesús Resucitado a María.

·        MIENTRAS TODAVÍA ERA DE NOCHE. Forma parte del simbolismo de la luz, propio del evangelista Juan.

·        SE HAN LLEVADO DEL SEPULCRO AL SEÑOR. Expresa María su preocupación 3 veces (vv. 2.13.15) por la desaparición del cuerpo de Jesús.

2-      Pedro y el otro discípulo

·       Sin duda, es el evangelista Juan quien ha añadido a esta narración al Discípulo Amado. Si durante la Cena este discípulo ocupó el lugar más cercano a Jesús (13,25), ahora su amor ejemplar por su Maestro le mueve a ser el primero en llegar al sepulcro (v. 4).

·   PERO NO ENTRÓ. Con la muestra de deferencia hacia Pedro consigue este discípulo convertirse en el punto central del episodio.

·       EL PAÑO… NO ESTABA CON LAS VENDAS. Viene a expresar que no pudo ser robado el cuerpo de Jesús, pues un ladrón no hubiera sido tan cuidadoso al ordenarlas así.

·       LA ESCRITURA. Es probable que el relato original concluyera con la perplejidad de los discípulos. En la conclusión de la narración, la resurrección de Jesús se considera el cumplimiento de la Escritura, sin confirmarlo con ninguna cita. Sólo cuando la glorificación de Jesús sea completa, comprenderán los discípulos la plena significación de lo que ha acontecido (cf. 16,12-15).

·       En este pasaje el testigo modélico de la resurrección de Jesús es el Discípulo Amado, que no alberga ninguna duda y cree con firmeza y al instante la verdad de la resurrección.

3-      El sepulcro vacío

·       La fe en la resurrección se expresa por medio de las apariciones y el sepulcro vacío. El relato de Jn 20,1-18 las refleja en estas dos historias, que se encuentran entremezcladas, pero que en un principio, fueron independientes. Así pues, el sepulcro vacío expresa la fe en la resurrección de Jesús. Primero existió la fe en la resurrección; luego sobrevino el relato plástico de la historia del sepulcro vacío, que es otra forma de decir: Ha resucitado.

·       No es compatible este relato con el robo del cuerpo de Jesús: el ladrón no hubiese dejado las vendas y el sudario tan ordenados. Para el Discípulo Amado, que es el ideal, estas dos pruebas son suficientes para la creencia en la resurrección. De él solo se dice que VIO y CREYÓ. Por  eso se afirma que llegó antes que Pedro al sepulcro: se dio cuenta de lo que aquello significaba y le vino a la memoria que así lo habían anunciado las Escrituras. El sepulcro vacío fue para él y, solo para él, un SIGNO. Estamos dentro de la mentalidad joánica.

4-      Un testigo de hoy de la fe en la resurrección de Jesús

·       Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) fue un pastor  luterano alemán. Creció en el seno de una familia muy creyente. Su vida coincidió con las dos guerras mundiales. Su profunda fe le condujo a involucrarse en la conspiración contra la vida de Hitler, lo que le costó ser ajusticiado.

·       Su último día fue el 8 de abril de 1945. Ese día era el primer domingo después de Pascua. Un prisionero le pidió a Bonhoeffer que celebrara un oficio para ellos. Él era católico, como muchos de los demás, y aunque alguno no lo era, todos se sumaron a la celebración. En la luminosa sala de clase que había sido su celda, ofició un pequeño culto. Oró y leyó los versículos para ese día: Isaías 53: “Por su llaga fuimos nosotros curados”, y 1Pe 1,3: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”.                                                                                                                 

   A continuación, Bonhoeffer nos habló de una manera que llegó al corazón de todos, encontrando las palabras exactas para expresar el espíritu de nuestro encarcelamiento y los pensamientos y resoluciones que éste había producido.   Los demás presos que estaban en la escuela esperaban poder conseguir que Dietrich celebrara también un oficio para ellos. Pero no habría tiempo para ello. Uno de los asistentes declara: Apenas había acabado su última oración cuando la puerta se abrió y dos hombres de aspecto malvado, vestidos de civiles, entraron y dijeron: “Prisionero Bonhoeffer. Prepárese para acompañarnos”. Para todos los presos, aquellas palabras “PARA ACOMPAÑARNOS”, habían adquirido un único significado: el patíbulo. Nos despedimos de él. Entonces me llevó a un lado y me dijo: “ESTE ES EL FINAL. PARA MÍ, EL PRINCIPIO DE LA VIDA”.

P. Pedro Olalde.


Viernes Santo (18 de abril 2014)

Jn 18,1-19,42

1-   Tanto amor

·        Lo que realmente es único y divino en la crucifixión y muerte de Cristo es el abismo de su amor. Sufría en su cuerpo y en su alma desde el amor y por amor. Me amó y se entregó por mí, por todos.

·        Rompían su cuerpo y él amaba. Derramaban su sangre, y él se entregaba. Blasfemaban y se mofaban, y él perdonaba. Lo despojaron de todo, y él nos lo daba todo, incluso a su madre, y se daba todo. Se sentía en el infierno del abandono de todos, incluso del Padre, y él confiaba.

·        En cada palabra, amor. En cada paciencia, amor. En cada oración, amor. En cada grito, amor. En cada promesa, amor. En cada don, amor. En cada gota de sangre, amor. En cada partícula de dolor, amor. En cada trozo de vida, amor.

2-   El signo de la Cruz

·        La señal del cristiano es la santa Cruz. Donde quiera haya una cruz habrá un cristiano, y donde quiera que haya un cristiano habrá una cruz. Se multiplican las cruces en lugares sagrados y la lucimos y hacemos con frecuencia la señal de la Cruz.

·        No importa que la quiten de los centros oficiales, importa que la llevemos por dentro, donde nadie nos la podrá quitar. Es señal del cristiano, porque por ella nos vino la salvación, porque se convirtió en fuente perenne de gracia.

·        Sólo una llamada de atención: Cruz significa amor total y definitivo. Donde haya Cruz tiene que haber amor. Si eres egoísta no puedes lucir la Cruz. Hay que elegir, Cruz o egoísmo.

·        Si eres orgulloso, odioso, dominante, insolidario, mezquino, no te cuelgues Cruz alguna. Al menos que la marca te sirva de estímulo para imitar al que está crucificado y crecer en el amor entregado.

3-   Crucíferos

·        Portadores de Cruz. Decimos que la Cruz de Cristo es muy grande y muy pesada, y que tenemos que llevarla entre todos. Pero no. Es la Cruz de los hombres la que es grande, pesada, multiplicada, y Cristo quiere llevarla con nosotros.

·        En cada una de nuestras cruces, Cristo se hace presente y la comparte. Se da como un intercambio. Nosotros podemos unir nuestra Cruz a la de Cristo, y se convierte en sacramento. Cristo prolonga su Cruz en la nuestra y se convierte en consuelo redentor.

·        Cargad con mi Cruz, dice Cristo, porque mi cruz es ligera y salvadora. Dadme vuestras Cruces y os sentiréis aliviados y santificados.

   4-  La mirada. Nuestra mirada al crucificado debe ser de fe y comunión. Como
    miraban los mordidos por las serpientes venenosas a la serpiente del estandarte. Eran curados,               porque  miraban con fe.      
         
     El Hijo del hombre tiene que ser levantado para que todo el que crea tenga por   
     él vida eterna (Jn 3,14-15).

·        Mirada de comunión como la de María cuando estaba junto a la Cruz de su hijo. Comunión que es más que compasión. Mirada al Crucificado y a los crucificados. Una mirada de amor.

5-   Plegaria. Gracias, Jesús, porque en tu Cruz nos has redimido. Hoy vamos a poner todos nuestros pecados en esa Cruz bendita: nuestro orgullo en tu cabeza coronada, nuestras codicias en tus manos abiertas, nuestros odios en tu corazón traspasado.

·        Para nosotros es una Cruz gloriosa, rebosante de amor. Para ti fue un infierno de dolor, angustia y abandono. Cargaste con nuestro pecado y en tus heridas fuimos salvados.

·        Has muerto, Jesús, para que yo no muriera. Te convertiste en fuente de gracia para lavar toda mi suciedad. Dentro de tus llagas escóndeme para que pueda bañarme en el océano de tu misericordia.

·        Gracias, Jesús crucificado. Quiero padecer contigo, pero comulgando con mis hermanos en su pasión, y que ellos se llenen de la esperanza pascual.

6-   Un pasaje de la pasión: 18,28-40 Proceso ante Pilato. El proceso ante Pilato es el verdaderamente importante para Juan. Le dedica doble de espacio que los sinópticos. Así acentúa que el centro de interés en la confrontación del Salvador con el mundo romano es Roma, no Jerusalén.

·        La dramatización del proceso se mueve en dos escenarios y se realiza en siete actos: en el interior del pretorio donde reina la calma y se reconoce la inocencia de Jesús, y en el exterior, donde se respira odio y violencia con la única preocupación de declarar culpable a Jesús.

·        He aquí la “dramatización” del proceso y su escenificación: Exterior del pretorio: primer diálogo entre Pilato y los judíos (18,29-32). Interior: primer diálogo entre Pilato y Jesús (18,33-38a). Exterior: 2º diálogo entre Pilato y los judíos (18,38b-40). Interior: escena de los ultrajes de Jesús Rey (19,1-3). Exterior: tercer diálogo entre Pilato y los judíos (19,4-8). Interior: 2º diálogo entre Pilato y Jesús (19,9-14). Exterior: 4º diálogo entre Pilato y los judíos (19,12-16a).

·        La escena 4ª es la central. Gracias a todo el montaje literario y desde la más fina ironía se está afirmando la realeza de Jesús. La figura de un Pilato inocente, que intenta por todos los medios librar a Jesús, al que condena muy a pesar suyo, no responde en absoluto a la realidad. En la colaboración entre Roma y el sanedrín para eliminar a Jesús, Pilato cedió inmediatamente, y de mil amores, a las intenciones y pretensiones judías, y ello, evidentemente, por razones políticas.

·        Por razones apologéticas, se intenta librar a los romanos de toda culpa en el proceso de Jesús. En realidad, hay que hablar de colaboracionismo claro y eficaz. Pero esto no se podía decir. No era un buen proceder para los cristianos acusar a Roma en la condena de Jesús. Desde la necesidad de congraciarse con Roma, de la que dependían para su misma supervivencia, nació la tendencia a descargar a Roma de toda responsabilidad en el proceso de Jesús, inculpando de forma absoluta y total a los judíos.

P. Pedro Olalde.

Jueves Santo (17 de abril 2014)

Jn 13,1-15

1-   Corazón cristiano
      ·     Si Dios me concediera la omnipotencia de mis deseos solo por un momento, centraría mi voluntad
            en un solo deseo: un corazón cristiano  para los españoles. Corazón cristiano para los dirigentes,                             políticos, banqueros, empresarios, sindicalistas, maestros y educadores de toda clase y niveles.             

     ·    Corazón cristiano para el pueblo, para las familias, para jóvenes y ancianos, ricos y pobres, sabios e                        ignorantes, trabajadores y pensionistas.

·  Si ustedes me preguntan: ¿”Qué entiende usted por “corazón cristiano”? La respuesta es sencilla: “Corazón cristiano” es el talante de los verdaderos discípulos de Jesucristo, el conjunto de sentimientos, criterios y valores que vivió Jesús, tal como aparecen en el Sermón de la Montaña, en el Evangelio de Jesucristo.

·    Si quieren saber a qué me refiero, vayan anotando: confianza en la providencia de Dios, amor al prójimo, un amor sincero, gratuito y universal; deseo de la vida eterna junto a Dios; y, como consecuencia, desprendimiento de los bienes de este mundo; sobriedad, justicia y generosidad.

  ·  Si este fuera el talante de la mayoría de los españoles, todo andaría mucho mejor. Hemos dejado de ser cristianos y ahora somos simplemente esclavos de nuestras ambiciones. Cada uno va a lo suyo. Vivimos en una cultura del egoísmo y de la disgregación. Difícilmente podremos progresar en la unidad y en la colaboración.

 ·   No solo España, Europa entera ha perdido la fe en el Dios de Jesucristo y con la fe hemos perdido el rumbo, no queremos dejarnos guiar por la voluntad de un Dios común y andamos descarrilados, confundidos por la fuerza ciega de nuestras ambiciones. Para crecer en humanidad hay que estar a buenas con Dios. Dios es amigo del hombre, fuente de vida y de progreso. Pero la cultura dominante ve las cosas de otra manera. Así nos va. (Mons. Fernando Sebastián. Cuaresma y Pascua 2013. Rafael Prieto, páginas 126-127).

2- Jesús sabía que le había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre. Y él, que había amado a los suyos, que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el fin (13,1).

·      Celebramos hoy el día del amor. Entramos en el corazón de Cristo, que se mueve urgido por el amor más íntegro, sin mezcla de egoísmos. Es un amor sin medida, hasta dejarse romper totalmente. Hace de su vida toda una ofrenda, hasta convertirse en un trozo de pan para que nosotros le comamos, hasta hacerse un vaso de vino para que  le bebamos y nos llene de alegría.

·      Este día está marcado a sangre y fuego por el amor de Cristo. Un símbolo vivo es el calor del Sol en agosto. Quiero, Jesús, hacerme consciente de tu inmenso amor, deseo sentir tu amor y dejarme marcar por tu entrega amorosa.

·      Anhelo convertir mi vida en un prolongado acto de amor. Si el Jueves Santo es el día en que más se amó, que este día pueda yo hacer una experiencia semejante a la tuya, mi Jesús.

3-   Entonces Jesús se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura. Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura (13,4-5).

·      Jesús, te contemplo convertido en esclavo, en siervo, lavando uno a uno los pies de los discípulos. Te rebajas poniéndote a sus pies. Lejos de tu mente el discutir sobre las excelencias y preeminencias de las personas. Admiro tu dimensión samaritana.

·      “Haced esto en memoria mía”, nos dices. Vivid esto cada día, lavando los pies de los agobiados de tanto caminar. Dad amor, esperanza y ayuda al que lo necesita. Es un día perdido el que lo pasáis sin hacer esto. Señor, dame grandes deseos de crecer en este amor gratuito.

4-   Si no te lavo los pies, no podrás contarte entre los míos (13,8b)

·      Señor, desearía pelearme en cada momento para lavarte a ti los pies en las personas de los menesterosos. Y dejarme lavar mis pies por mis hermanos, que son tu imagen viva.

·      Con Pedro te digo: Lávame, Jesús, los pies y también el corazón para purificarlo de las adherencias del egoísmo, y la cabeza para desterrar de ella los pensamientos de desamor e indiferencia.

·      Hazme limpio, Señor, por el fuego del Espíritu y del amor. Y acrecienta mi deseo de tener mucha parte contigo, pues en ti está la fuente de la vida. Gracias, por brindarte a lavar mis pies y todo mi ser.

5-   Si yo que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros (13,14).

·      La Iglesia, la comunidad de los amigos de Jesús, es un hospital de campaña, dice el papa Francisco. En ese hospital, todos se convierten en pacientes y en enfermeros. Los camilleros y enfermeros prestan sus manos samaritanas al mismo Cristo para servir a sus hermanos. Los pacientes se dejan amar  con el amor de Jesús, que les llega a través del amor de los demás.

·      Crezca mi deseo, Señor, para tomar parte activa en este gran hospital de campaña, que es el mundo, para aportar alivio, esperanza e ilusión a tantos heridos y caídos en las cunetas de la vida.

P. Pedro Olalde. 

Domingo de Ramos (13 de abril 2014)

Mt 26,14-27,66

En el umbral de la Semana Santa, celebra la Iglesia la procesión de ramos, un hecho que parece magnificado en los evangelios por  la fe que tenían los discípulos en Jesús, el Señor. No dejaría de ser un acontecimiento modesto, lejos del boato de las entradas triunfales de los emperadores romanos, al volver de sus hazañas bélicas.        

La liturgia, por lo demás, se centra en el evangelio de la pasión. El calvario se convierte en el lugar de la gran revelación. Jesús, el hombre-para-los-demás, colgado en carne viva en una cruz, es la definición encarnada del amor de Dios.

1-   26,36-46 Oración en Getsemaní.

   ·      La oración de Jesús en Getsemaní es una de las escenas más impresionantes del relato de la pasión. Se acerca el momento en que Jesús tiene que ratificar la nueva alianza que ha anticipado en la cena entregando su vida por todos. Es un trago amargo, que le hace experimentar intensamente el miedo y la angustia. Getsemaní es paso obligado en el camino que va del cenáculo, donde Jesús ha anunciado el sentido de su muerte, hasta el calvario, donde se realizará dicho anuncio.

·       Esta escena nos introduce en el drama profundo de Jesús, que experimenta la dificultad de aceptar su muerte como camino obligado para que se manifieste el designio salvador de Dios

·      La oración es el ámbito donde Jesús busca, descubre y acepta la voluntad de Dios. En actitud obediente se dirige al Padre con las mismas palabras que había enseñado a sus discípulos: hágase tu voluntad (Mt 6,10; 2639.42).

·        La oración de Jesús contiene al final una exhortación  para que oremos al Padre y le pidamos la fuerza para cumplir su voluntad.

2-   26,59-68 Acusación y condena de Jesús.

   ·   Después del arresto de Jesús, es conducido a la casa del sumo sacerdote, donde participan tanto los jefes de los sacerdotes como los miembros del Consejo de Ancianos.  Mateo subraya la injusticia que se comete contra Jesús. No es un proceso limpio, pues el objetivo es buscar una acusación falsa contra Jesús.

  ·  El evangelista lo dice claramente, pero además, la acusación de su condena: destruir el templo y reconstruirlo en tres días, no aparece nunca en Mateo en labios de Jesús, y por tanto, la acusación es falsa. Al narrar así los hechos, el evangelista es coherente con la presentación que hace en todo el evangelio de los líderes judíos (Mt 21,45-46; 22,15…) que han rechazado a Jesús y su enseñanza, y buscan por todos los medios acabar con él.

   ·     Este episodio contiene, además, una de las confesiones de fe más completas de todo el evangelio. En las acciones y palabras de Jesús y de sus adversarios van apareciendo los títulos con los que la comunidad de Mateo confesaba su fe en Jesús: siervo, Mesías, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Su actitud silenciosa ante la 1ª acusación recuerda la figura del Siervo sufriente, lo mismo que las burlas de que es objeto (Mt 26,67-68; Is 53,5-7). En su respuesta al sumo sacerdote, Jesús revela todavía más claramente su verdadera identidad: él es el Mesías que esperaba Israel; es el Hijo de Dios (Mt 3,13-17; 14,33…); y es, finalmente, el Hijo del hombre, un título que en este evangelio se refiere a su condición de juez escatológico.

 ·     La respuesta del sumo sacerdote a esta manifestación abierta de Jesús es una nueva acusación. Le acusa de blasfemia, como lo habían hecho los dos falsos testigos. La resolución de los jefes de los sacerdotes es la condena a muerte. Los lectores del evangelio saben, sin embargo, que esta condena no es fruto del juicio, sino que era algo previamente acordado (Mt 26,4.59).

3-   27,32-44 Crucifixión de Jesús.

  ·      Jesús es conducido por las calles de la ciudad llevando sobre sus hombros la parte transversal de la cruz y un cartel con el motivo de su condena. Este camino hacia la cruz no sólo era algo doloroso, sino tremendamente ultrajante.

 ·      En el relato de la crucifixión, Mateo está más interesado en explicar el sentido de los acontecimientos, que en narrar los hechos ocurridos. Por eso se fija más en el valor simbólico de todo lo que sucede alrededor, que en el mismo hecho de la crucifixión.

   ·     Mateo intenta responder a las objeciones que suscitaba el anuncio de un Mesías que había muerto como un malhechor. El relato de la crucifixión es una respuesta a estas objeciones; más aún, es una confesión de fe manifestada a través de tres convicciones: a) la muerte de Jesús responde al designio de Dios manifestado en las Escrituras; b) fue condenado injustamente; c) al morir manifestó su condición de Hijo de Dios.

   ·   1- La escena de la crucifixión está llena de referencias a textos del AT en los que los primeros cristianos habían encontrado un anuncio de la muerte de Jesús y una explicación de su sentido: el vino mezclado con una sustancia amarga (Sal 69,22); los vestidos echados a suertes (Sal 22,19); toda la escena de las burlas (Is 53,12; Sal 22,7-9). Es evidente que la muerte de Jesús fue interpretada como el cumplimiento de un misterioso plan de Dios manifestado en las Escrituras. 

       2- Aparecen aquí los motivos por los que Jesús fue condenado: haber dicho que destruiría el templo (Mt 27,40 = Mt 26,61) y haberse proclamado rey de los judíos (Mt 27,37.42 = Mt 27,11). Ambas acusaciones son falsas. Fueron inventadas por los dirigentes judíos.

4-   27,45-56 Muerte de Jesús.

   ·      El momento de la muerte de Jesús es para Mateo el punto culminante de la historia de la salvación. Por eso, trata de explicar su significado a través de 3 referencias al AT y de la descripción de las cosas que ocurrieron en aquel entonces. El cielo se oscurece (Mt 27,45; Am 8,9); ofrecen a Jesús vinagre (Mt 27,34; Sal 69,22); las últimas palabras de Jesús (Mt 27,46) corresponden al comienzo del Salmo 22. El grito de Jesús para los presentes es un grito de desesperación. Según ellos Jesús llama a Elías para que venga a salvarle. Sin embargo, el grito desgarrado con que comienza el salmo se convierte después en una oración confiada. Al escuchar estas palabras, los primeros cristianos ponían en boca de Jesús el salmo completo y desde él comprendían mejor su confianza en el Padre en este momento decisivo. Mateo subraya que la muerte de Jesús fue un acto de obediencia a la voluntad de Dios (Mt 26,36-46).


  ·    La enumeración de los signos que acompañan a la muerte (Mt 27, 51b-53) sólo se encuentra en este evangelio. Con ellos, Mateo quiere subrayar la importancia del momento Es el tipo de signos que, según la tradición apocalíptica, precederían a la manifestación de Dios al final de los tiempos: la sustitución del templo, la conmoción de toda la tierra, y sobre todo la resurrección de los justos (Ez 37,11-14 y Dn 12,1-2), que anuncia la de Jesús. Estos signos  extraordinarios revelan la presencia de Dios cuando parece estar más ausente, y son una respuesta al aparente abandono de Jesús (Mt 27, 46-47).

P. Pedro Olalde.

Domingo 5º de Cuaresma (6 de abril 2014)

Jn 9,1-41

1-   El ciego de nacimiento: 9,1-12

·        Los discípulos participaban de la común creencia de su tiempo: de que el bienestar y las desgracias eran consecuencia de la conducta moral; de modo que la enfermedad se consideraba fruto del pecado del sujeto o de sus padres.

·     Jesús, por el contrario, rechaza radicalmente esa forma de pensar y piensa que la ceguera de este hombre es ocasión para que se muestre el poder de Dios.

·        Para el AT y el judaísmo la luz era el símbolo de la ley y la sabiduría. De ambas se decía que eran la luz de los hombres. Para los griegos, la luz simbolizaba el conocimiento de Dios.

·        Los primeros cristianos consideraron el evangelio como la luz, y a Jesús como la personalización de la ley, la sabiduría y el conocimiento de Dios, es decir, la luz verdadera, el que ilumina el misterio de la existencia humana.

·    Esta historia milagrosa se propone demostrar la verdad de la afirmación de que Jesús es la luz auténtica. Quien cura a un ciego de nacimiento, sin posibilidad alguna de recuperación, demuestra que es la luz.

·    El relato acentúa el hecho de que Jesús hace ver a quien se acerca a él con fe. El “lavado”, el bautizado, el creyente, el que acepta al Enviado, comienza a ver, es iluminado, pasa de las tinieblas a la luz: no de repente ni de una forma claramente perceptible al exterior (como refleja el hecho de que unos reconozcan al que había sido ciego y otros no), sino profundamente experimentado en el interior. Se alude al poder transformante de Jesús. En su contacto, el hombre deja de ser como antes.

2-   Los fariseos investigan el caso: Jn 9,13-21

  ·    El ciego que llega a ver es sometido a constantes interrogantes por las autoridades religiosas judías. Para estos dirigentes, el ciego y Jesús resultan ser  terriblemente incómodos, ya que tienen unos conceptos muy distintos sobre Dios, los pobres, el mal, la ley…


 ·   El pasaje del ciego de nacimiento refleja las fuertes tensiones que existían entre el judaísmo y el cristianismo. Desde Jn  9,8 hasta el 9, 34 toda la atención está polarizada en torno al ciego, que ha comenzado a ver y en la actitud de los dirigentes judíos hacia él y sus padres, que  se encuentran amedrentados por aquellos. Este miedo refleja la situación de persecución que sufren los cristianos a causa de la campaña que los judíos han desatado contra ellos.

3-   Decreto de excomunión: Jn 9,22-34

·      En esta narración, los padres del ciego aparecen llenos de miedo al decreto de excomunión. Este decreto se promulgó en el congreso judío de Jamnia hacia el año 80, cuando, para salvar al judaísmo, se decretó la expulsión de todos los grupos religiosos, menos los fariseos, de modo que los cristianos también fueron expulsados.

·     Aquí se entabla un diálogo centrado en la persona de Jesús, como la única causa de la verdadera iluminación. En este contexto, el “ver” ha de pasar por la fe, por la aceptación de la verdad de Jesús, de modo que la investigación que pretenden hacer los judíos, no conduce a la “visión”, pues no creen en él.

·       Luego, se entabla una contraposición entre Moisés y Jesús, que representan dos alianzas, el judaísmo y el cristianismo. Éste supera a aquél, como Jesús supera a la ley. Antes de esta discusión, los dirigentes habían condenado a Jesús y habían afirmado de él que quien quebranta la ley del sábado es un pecador y blasfemo.

·     El ciego aparece en esta escena defendiendo a Jesús, que le ha dado la visión de sus ojos. Acudiendo a la Escritura arguye que Dios no oye a los pecadores y que al oír a Jesús por el milagro realizado en él, demuestra que Dios está con Jesús. El ciego iluminado afirma de Jesús lo que sus oponentes afirmaban de Moisés.

 ·      Todo este relato es una auténtica catequesis: progresivamente dice cómo  va descubriendo el ciego a Jesús, 1º como profeta (v. 17), luego, como piadoso y justo (v.31), y como el Señor (v. 38). Así, el ciego se convierte en modelo de todos los creyentes: pasa de no ver a ver, de no conocer a Jesús a conocerle.

·        De este modo, en Jesús se cumple la esperanza universal que siente el hombre de aclarar el misterio de la existencia, de iluminar el sentido de la propia vida. Cuando Isaías proclama que los ojos de los ciegos se abrirán, pretende afirmar que en los tiempos del Mesías tendrá lugar el conocimiento de Dios y la justicia del corazón. Eso es lo que significa la “visión” que se anuncia.

4-   Ceguera espiritual: Jn 9,35-41

   ·     La frase del que había sido ciego me lavé y ahora veo (Jn 9,15b) evoca el bautismo cristiano que, en la Iglesia primitiva, fue llamado “iluminación”. El paralelismo entre la curación del ciego y el bautismo cristiano aparece con claridad. Incluso la pregunta que Jesús le hace al ciego, ¿Crees en el Hijo del hombre… Creo, Señor, suena a ritual del bautismo. La forma de narrar el milagro en 9,7 (Ahora ve a lavarte a la piscina de Siloé), evoca también el acto del bautismo.


·    Este relato del ciego de nacimiento era leído con motivo de la celebración del bautismo. Su ritual ha podido influir en la presentación del relato.


·     En la discusión que sigue al milagro se hace muy claro que la visión, el “ver”, es símbolo de la fe; depende de lavarse o no en la fuente de Siloé; depende de la aceptación o rechazo de Jesús en cuanto el enviado del Padre.

·     El verdadero milagro, que es Jesús, produce un doble efecto: es luz para aquellos que conocen su oscuridad; es oscuridad para los que creen bastarse a sí mismos para aclararlo todo, incluso el misterio de su propia oscuridad. Los ciegos comienzan a ver; los que creen ver se quedan ciegos (Jn 9,39). La luz es la gran oportunidad que se le ofrece al hombre, pero no se le impone.

P. Pedro Olalde.