Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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Corpus Christi (19 de junio 2014)

Jn 6,51-59

1-   “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come de este pan vivirá siempre” (51).

·    Como una bandada de cigüeñas que vuela noche y día soñando con sus nidos en la cima de los montes, así, al parecer, Cristo se desvivió toda su vida en ofrecer a sus oyentes el alimento sólido de su Palabra, para que no desfallecieran de inanición. Y el último día de su vida, habiendo reunido a sus seguidores, celebró con ellos la Cena de Despedida y les dejó como testamento el sacramento de la Fracción del Pan, verdadero viático para quien quiera apropiárselo en el camino de su vida hacia la cumbre pascual.

·       Todas las mañanas una muchacha muy atareada viene a buscar agua de la fuente. Y dijo Jesús: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come de este pan, vivirá siempre. Y el pan que yo daré es mi carne. Yo la doy para la vida del mundo”. Con mi cántaro de barro me precipito por el camino con la rapidez del sediento compulsivo para apagar mi sed en Ti, Cristo, fuente celestial. De las 48 medias horas del día no puedo por menos de dedicar una para verme, cada jornada, en tu espejo, Jesús, y nutrirme con tu Palabra y tu Gesto.

·       Ayer soñé que pasaba un largo tiempo mirándome en el espejo de Jesús. Se suscitaron vivos deseos de identificarme con él. Consideré la ventaja que me proporcionaría comer con frecuencia el Pan de Cristo, que me llenaría de vigor espiritual semejante al suyo. Pensé en sueños que debería llevar a la celebración escritas las palabras que expresaran mi deseo más ferviente: “PAN BAJADO DEL CIELO, CONCÉDEME LA VIDA DE DIOS”. Así lo hice el primer día, y en el momento propicio, con un corazón ardiente, se la repetí al Señor repetidas veces. Y Él, que se complace en mi pequeñez, me hizo arder el corazón de inmenso gozo.

2-   El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día (54)

·        “Busco la senda de la vida eterna, insistía el Tapaswi. Quiero hacer inmortal al hombre” (Tagore). Sí, yo también quiero conocer los caminos que los místicos saben y que conducen a la sabiduría. Anhelo vivamente emprender la marcha por estos senderos y no desviarme de la ruta señalada. Para  evitar los escollos y superar las dificultades, cantaré mil canciones en mi ascensión, para no dejarme atrapar por los cantos de sirena.

·     Vida eterna es lo que ansío. Pero, ¿qué es la vida eterna? Vida eterna es lo que me desborda, me fascina, me sobrecoge. Lo que no está dentro de mis previsiones, lo que se sitúa fuera de mis cálculos. Estos días, el Mar Cantábrico está desbordado, incontrolable, con olas de hasta 13 metros. El mar se sale de madre e inunda calles y bajos, rompiendo vallas y contrafuertes. ¿Es algo semejante la vida eterna? Algo así en su aspecto grandioso, imprevisible, pleno.

3-   “El Padre, que me ha enviado, posee la vida, y yo vivo por él. Así también, el que me coma, vivirá por mí” (57).

·       Pronunció Jesús estas palabras al otro lado del lago de Tiberíades, bajo el cielo azul de Galilea. Y bien merecían sus palabras que un flautista oyente elevara al cielo una suave melodía para que ésta ayudara a penetrar en los espíritus y suscitara abundante vida.

 ·    “Como Jesús vive la vida del Padre así yo vivo la vida de Jesús”. Me resbalan estas palabras sin dejar huella alguna en mi mente. ¿Qué es la vida del Padre?, me pregunto. Y me respondo sincero: No lo sé. Yo sólo entiendo de la vida      terrena efímera. Pero a juzgar por los momentos más bellos de esta existencia, intuyo que la de Dios, la de Jesús, debe ser inimaginable, lo que ningún ojo vio ni oído alguno pudo oír ni lengua humana puede expresar, que decía Pablo.

·      Al levantarme a la mañana temprano, escucho la misma melodía del flautista. Me apresuré a tejer una guirnalda de colores variopintos para ponerme al cuello, mientras repito mil veces las palabras del Maestro y me sumerjo en su espíritu.

4-  “Este es el pan bajado del cielo; no como el pan que comieron vuestros antepasados. Ellos murieron; pero el que coma de este pan, vivirá para siempre” (58).

·     Cuando todas las cuerdas de mi vida estén afinadas, dueño mío, cada vez que las pulses, surgirá la melodía de tu amor.

·       Anhelo vivamente, Señor de mi vida, ser tu arpa armoniosa, de la que puedas arrancar una sinfonía melodiosa. Para Ti mi música, Señor.

·       ¡Oh, cuán agradecido te estoy, Rey del universo, por concederme tu Pan del cielo, para que disfrute de una salud exuberante!

·    ¡No permitas que te defraude, Cristo, tú que exhibes tu gloria en tus hijos! Vivo en este pequeño mundo mío, que se me antoja lo único existente. Pero, no. ¡Elévame a tu mundo y dame la libertad de entregarlo todo alegremente!

·       Quienes lo tienen todo menos a ti, Dios mío, se burlan de los que no te tienen más que a ti.

·     Dios ama más a las lámparas de los hombres que a sus grandes estrellas. A Dios le doy un gusto cuando decido “estar a solas con Él, tratando de amistad”, orando. (Santa Teresa).

P. Pedro Olalde.

Santísima Trinidad (15 de junio 2014)

Jn 3,16-18

1-   Experiencia de D. Miguel de Unamuno (1864-1936)

·    Este gran filósofo y literato concibe a Dios como AMOR. como Padre volcado en sus hijos los hombres. A esta su experiencia, podemos añadir que Dios Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, será, al menos, tan amoroso como el mejor de los padres. Podemos pensar que lo que hace D. Miguel con sus hijos, que buscan el arrimo del padre, el Dios Trinitario lo realiza eso con la máxima intensidad, propio de quien es la Suma Bondad, la Omnipotencia Suprema.

·    “¡Padre! Ésta es la revelación de Cristo. Lo más característico del cristianismo es la paternidad divina, el hacer a los hombres hijos del Creador, no criaturas meramente, sino hijos. ¡Padre! Nuestros hijos buscan nuestro arrimo. El hijo dirige a su padre una mirada sonriente y le pide un favor positivo, no un acto que fomente su vida, sino una mera caricia. ¡Papá!, me llama mi hijo y si le respondo: ¿Qué?, lo siente, quiere que le diga: ¡Querido! Y se arrima a mí, se aprieta contra mí y allí se queda. Gozándose en sentir mi arrimo y mi contacto, en tenerme junto a él, y volviendo de cuando en cuando sus ojos a los míos para ver que le miro con cariño.

·       Así con nuestro Padre, no le pedimos favores de material progreso ni riquezas ni salud ni placeres ni honores, sino su arrimo y su calor, que nos mire espiritualmente, que nos sintamos bajo su santa providencia. ¡Augusto misterio del amor! La existencia del amor es lo que prueba la existencia del Dios Padre. El amor, no un lazo interesado ni fundado en provecho, sino el amor, el puro deleite de sentirse juntos, de sentirnos hermanos, de sentirnos unos a otros”.

·        Aquí y ahora vemos cómo integra don Miguel en esta elevación de su Diario su experiencia personal de hijo de Dios y su experiencia de padre carnal de numerosa prole. Así, don Miguel tan padre, tan cercano, tan comprensivo y cariñoso con los de su carne, sabe escalar desde esta ladera de su vida hasta la paternidad de Dios Padre: “De mí sé decir que no descubrí de veras mi esencia filial, maternidad de filialidad, hasta que no fui padre, hasta que no descubrí mi esencia paternal. Es cuando llegué al hombre de dentro, al “eso anthopos”, padre e hijo. Entonces me sentí hijo, hijo de mis hijos e hijo de la madre de mis hijos. Y ése es el eterno misterio de la vida.

2-   Mi pueblo natal está plagado de ermitas. En lo alto de una colina que mira a poniente, se encuentra una de éstas, dedicada a la Trinidad. Al aproximarse el día de su fiesta, en la víspera, decido salvar la distancia que me separa para pasar allí una velada nocturna, y así experimentar en mí el embeleso de estos apartados y mágicos lugares, despertadores de lo divino en los humanos.

  ·     El día ya se ha ido, los pájaros no cantan, el viento fatigado ha dejado de soplar y las hojas del árbol descansan sin dejarse mecer por la brisa.

  ·    Me acerco al lugar de mi destino, mientras pienso que he sido invitado a la fiesta del mundo y ardo en deseos de que mi vida sea bendecida.

  ·    Las nubes se acumulan unas sobre otras, y todo se oscurece. Con la ayuda de mi lámpara observo fijamente la cercana silueta del pequeño santuario y acelero el paso para situarme a su entrada.

·   Luego, sentado en el banco adosado a la pared lateral, me descalzo para pisar la tierra santa dedicada al Dios trino. Despliego la alfombra roja y me postro reverente en el duro suelo.

·     Las tenues lámparas del altarcito me ayudan a contemplar el lienzo de la Trinidad que cuelga de la pared frontal: representa las manos divinas del Padre, que nos da a su Hijo, sobre el que reposa el Espíritu Santo.

3-   Mi mente se centra en Jesús, el Padre y el Espíritu. Veo a Jesús sumergido en las aguas del Jordán, siendo bautizado por Juan. Mientras sale del agua se abren los cielos y ve el Espíritu que baja como una paloma sobre él. Y resuena la voz del Padre: Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco (Mt 3,13-17).

  ·     Recogido devotamente, me dirijo a la comunidad de amor del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pidiendo humildemente, deseando íntimamente ser admitido a la corriente del amor trinitario.

   ·    A continuación, pienso en Dios, el Creador, mi Padre, y en su Hijo Jesucristo, que vive con él y con el Espíritu Santo. Apenas consigo hacerme consciente del don que supone este favor divino de hacerme partícipe de su vida divina.

  ·     Y doy rienda suelta a mi acción de gracias sincera: “Infinitas gracias sean dadas a ti, Trinidad Santa,  por el don inestimable de hacerme de tu familia, por revestirme con el ropaje blanco del Espíritu.

  ·    Más tarde me concentro en 2Cor 13,13: “La gracia de Jesucristo, el Señor, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo, estén con todos vosotros”. Cierro el libro y los ojos, y deseo empaparme del espíritu de esta Palabra.

   ·     Deseo que la misericordia y la ternura de Jesucristo me transformen; que el amor fontal del Padre me convierta en una criatura nueva; que la comunión trinitaria del Espíritu me haga más solidario.

4-   Juan 3,16-18. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él.

  ·   Cuando llega la hora de venerarte en silencio, en el oscuro templo de la medianoche, hacedme un huequecito en vuestro corazón, Trinidad Santa.

·     Ha sido tu voluntad hacerme infinito. Vacías una y otra vez esta frágil vasija que soy y la vuelves
    a llenar de vida nueva. ¡Qué dicha, Santa Trinidad, origen de la Sinfonía del universo, que puedas
    arrancar del pobre instrumento musical que soy, una melodía armoniosa para tu mayor gloria y bien de mis hermanos.

  ·    Me siento amado por ti, mi Dios, que me diste a tu Hijo Jesús, para que tomándole como espejo, pueda participar eternamente de su vida.

 ·  Te has propuesto, Trinidad divina, llenar la mansión celeste con numerosísimos seres humanos, marcados por la gracia del Espíritu, hermanos pequeños del hermano mayor Jesús, en quien hemos sido hechos hijos de Dios

 ·   Día tras día, Señor de mi vida, me postraré ante ti. Con las manos unidas, Señor de todos los mundos, estaré ante ti frente a frente.


 P. Pedro Olalde.

Domingo de Pentecostés (8 de junio 2014)

Jn 20,19-23

Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz esté con vosotros. Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo: La paz esté con vosotros. Y añadió: Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros. Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá.

1-     Amanecer del domingo de Pentecostés. Me dirijo a la estación de autobuses. En el camino, el doblar de las campanas de la catedral convoca a los fieles a la celebración de la venida del Espíritu. Las calles están tranquilas y silenciosas.  

·        Vestido de fiesta y con el corazón rebosante, contemplo cómo el bus atraviesa los áridos campos de Castilla. Voy a reunirme con cristianos y cristianas fascinados por Cristo, a quienes el fuego de Pentecostés les quema y transforma.

·        Mi corazón se enardece y goza por anticipado ante lo que viviré hoy en la fiesta que Dios quiere celebrar en mi pobreza. Llegado al monasterio, dispongo de tiempo para estar con mi Amado y hacerle la ofrenda de mi vida en el gran Altar del Mundo, bajo la inmensa bóveda del cielo azul.

·        Postrado en el verde césped, le adoro con lágrimas en los ojos y las manos juntas. Le adoro haciéndole entrega de mi corazón agradecido.

·        Luego, bajo el dosel dorado de tu cielo soleado, levanto mis ojos ansiosos  a tu rostro. Reina el silencio y la calma. El Espíritu de Dios llena la faz de la tierra y penetra los corazones de los humanos.

·        Día tras día, Señor de mi vida, me postraré ante ti. Con las manos unidas, Señor de todos los mundos, estaré ante ti frente a frente. Bajo tu inmenso cielo, en soledad y silencio, con corazón humilde, estaré ante ti frente a frente.

2- En las inmediaciones del monasterio se han ido reuniendo unos 40 coches,      procedentes de diversos lugares,  con unas 150 personas, que han ido tomando asiento en un gran locutorio, en forma de anfiteatro. En un lado se han situado las 200 religiosas que aquí viven. 

·        La sesión se inicia con un canto: Espíritu de Dios, llena mi alma, llena mi mente, llena mi ser. Ven, lléname, con tu presencia, lléname, lléname; con tu amor, lléname, lléname, con tu bondad.

·        Luego, la protagonista principal del día, una joven consagrada que lleva viviendo 2 años en la Comunidad y que va a emitir sus primeros votos, va explicando su vida, la llamada que sintió, las personas que le ayudaron en la fe, en la vocación, su experiencia de dos años en el monasterio, etc.

·        Me llaman poderosamente la atención algunas de sus frases, que las anoto cuidadosamente: “Doy gracias al Señor por empezar a vivir la aventura de amor más bonita que Dios me podía regalar”. “Vi que nada ni nadie, fuera de Dios, llegaba a colmar mi sed de plenitud”.

·        Había estudiado Empresariales Europeas, porque quería irse al extranjero, aprender idiomas. Ya estaba trabajando y le encantaba viajar. ¿Qué faltaba? Dos encuentros con Cristo a los 20 y 22 años, le hicieron sentirse enteramente amada y feliz, y ardía en deseos de amar así.

·        También hubo en su vida miedos, preguntas, indecisiones, etc. El “sí” definitivo al Señor lo dio a través de la interpelación de una Hermana: ¿Te has preguntado qué quiere Dios de ti? Al final, decía, musité un tembloroso “sí” y me encontré llena de alegría, arrastrada por un impulso imparable y una fuerza para, como el ciego Bartimeo, soltar el manto, entrar de un brinco en el monasterio y empezar a seguir al Señor.

·        Y terminó su explicación con estas dos frases: ¡Por puro don se me concede ser una con Él y con esta comunidad, para que a todos les llegue la Vida!              Por eso estoy aquí, por Jesucristo y su causa, porque encontré al Amor de mi vida, y, al fin, me dejé encontrar, gracias a su empeño por hacerme inmensamente feliz. ¡Ni lo podía soñar! (TESTIMONIO de PILU SOTO- La Aguilera. Burgos).

3-   Ese mismo día por la tarde, al igual que los discípulos, todos los que tenían el corazón moldeado por la Palabra y habían escuchado el testimonio vivo de la Hermana, se habían ido reuniendo en una gran sala para la celebración de la Fracción del Pan. Allí estaban las 200 Hermanas y los 150 visitantes.

·     Y estando en oración y en la escucha atenta de la Palabra, Jesús se presentó en medio de ellos. Y todos se llenaron de alegría al ver al Señor.

·   Jesús les hizo a cada uno de los asistentes cinco regalos: PAZ, ALEGRÍA, ENVÍO MISIONERO, DON DEL ESPÍRITU SANTO, PERDÓN.

·        En aquella asamblea eucarística, el Espíritu de Dios se esparció a raudales en los corazones de los asistentes. Y enardecidos fueron orando en alta voz:

·        Señor, que no me conforme con nada menos que con el Espíritu de Cristo Resucitado.

·        Gracias, Señor, por haber llegado hasta aquí, impulsado por tu Espíritu Santo.

·        A los 16 años me diagnosticaron un cáncer. Gracias, Señor, por la vida. Gracias por la enfermedad, que me acercó a ti.

·        Era tan palpable la presencia de Cristo en la enfermedad que no podía ni quería negarlo: Él es mi Salud.

·        Siento que la respuesta del Espíritu de Dios es simplemente sentir su Presencia y su abrazo, que me colma de paz y de ternura.

·        Pienso en todos aquellos que no han tenido como yo la gracia de encontrarse con Cristo. Mi oración por los que viven sumidos en el sinsentido de la vida.

·        Estoy aquí, en mi tierra, porque el Espíritu del Resucitado lo es todo en mi vida, me ha robado el corazón. ¡Sólo Él me hace feliz!

·        Cristo, Tú has entrado en mi vida con tanta fuerza que jamás me ha faltado ni tu presencia ni tu voz.

·        Tú, Cristo, me encontraste y me fascinaste. Te serviste de la mirada de mis Hermanas. En esa mirada se me regaló la fe, la vocación, la misión, ¡todo!

·        Todo lo que en un tiempo me divertía y ocupaba se fue cayendo por su propio peso. Me divertía Él, estar con Él, hablar de Él.

·        Más de una vez, en el camino de la fe, creo que tenía todos los síntomas de que estaba enamorada de Dios. Gracias, Padre.

·        Día tras día, en la sencillez de cada instante, de cada acontecimiento, trabajando, rezando… ¡hasta durmiendo!, se puede ser presencia del don, presencia de Jesucristo, basta un pequeño ¡Hágase!

·        Todas las dudas de fe, que tanto me hacían sufrir, en la comunidad cristiana se han disipado; hoy no puedo dudar. En Cristo soy, me muevo y existo. Gracias.

P. Pedro Olalde.

7º Domingo de Pascua (1 de junio 2014)

La Ascensión del Señor. Mt 28,16-20

Los once discípulos fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había citado. Al verlo, lo adoraron, ellos que habían dudado. Jesús se acercó y se dirigió a ellos con estas palabras:

Dios me ha dado autoridad plena sobre cielo y tierra. Poneos, pues, en camino, haced discípulos a todos los pueblos y bautizadlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de este mundo.

1-   Claves de comprensión del Evangelio de Mateo

·       Este pasaje con el que termina el Evangelio de Mateo nos ofrece las claves para poder entender el resto de este Evangelio. En primer lugar, se les muestra a los discípulos Jesús Resucitado y se les comunica el misterio profundo de su persona y el envío de los discípulos, cuya tarea consistirá en reunir a todos los pueblos para hacerlos discípulos de Jesús.

·        En Mt 26,32: Después de resucitado, iré delante de vosotros a Galilea, este encuentro de Jesús con sus discípulos ya había sido anunciado por él. También los ángeles en el sepulcro vuelven a comunicar a las mujeres la invitación hecha antes a los discípulos: Mt 28,7.10, No temáis, id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán. Se les convoca en GALILEA, allí donde Jesús comenzó a anunciar la buena nueva con signos y palabras (Mt 4,12-17). Este encuentro tiene lugar en un MONTE, siguiendo la tradición de las manifestaciones de Yahvé en el AT.

·   En esta manifestación de Jesús a sus discípulos, éstos reconocen a su maestro y lo adoran. A continuación Jesús les confía la misión con toda, prometiéndoles su asistencia para que puedan realizar su cometido con toda garantía.

2-   Mt 28,16-18 Jesús acoge y perdona a sus discípulos

·       En esta primera parte, Jesús acoge y perdona a sus discípulos y les manifiesta el misterio profundo de su persona. En los tres años de convivencia de Jesús con sus discípulos, éstos se mostraron faltos de fe, dudosos, hombres de poca fe (Mt 6,30; 8,26; 14,31; 16,8), y en el momento más decisivo abandonaron a Jesús (Mt 26,56). Ahora se recuerda aquel abandono: lo adoraron, ellos que habían vacilado (Mt 28,17). Esta misma expresión aparece otra vez en Mt 14,31, en referencia a Pedro: Jesús le tendió la mano, lo agarró y dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado? Es muy significativo este pasaje, ya que se hace alusión a las dudas en el seguimiento a Jesús durante su pasión por parte de los discípulos y en especial de Pedro, que vacila ante las dificultades y se hunde en el lago. Este encuentro del Resucitado con sus discípulos quiere transmitirles  fuerza a los que se habían mostrado vacilantes en su pasión.

 ·      Al reconocimiento y adoración de sus discípulos sigue una revelación del misterio de Jesús, que refleja la fe de la comunidad de Mateo: él es el Señor Resucitado, que posee plena autoridad sobre cielo y tierra; es el Maestro a cuyas enseñanzas han de remitirse sus discípulos: es el Dios-con-nosotros, que acompaña a la Iglesia en su misión (Mt 1,23; 18,20),

3-   Mt 28,19.20 Jesús confía a sus discípulos la misión

·       Si comparamos este envío con el de Mt 10,5-15, observaremos una gran diferencia. En el del capítulo 10 el anuncio del Evangelio debía hacerse solo en Israel; en el del capítulo 28, sin embargo, se dirige a todos los pueblos. ¿Qué ha sucedido entre ambos envíos? Un hecho muy significativo: el rechazo de Israel a Jesús (Mt 21,43). Es por eso que el reino ha sido entregado a otro pueblo cuya misión consistirá en hacer discípulos de Jesús a todos los hombres.

·       Este encargo misionero abarca dos tareas, principalmente: la enseñanza, que comprende las palabras de Jesús, que el evangelista ha ordenado en 5 grandes discursos: el verdadero discípulo debe aprender a ponerlas en práctica (Mt 7,21-27). La 2ª es el bautismo, que vincula a cada cristiano con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Aquí también existe una gran diferencia respecto del primer envío: sólo ahora, que los discípulos han conocido plenamente a Jesús, puede él encargarles la tarea de enseñar que hasta este momento se había reservado para sí (Mt 10,1.7-8).

4-   Mt 28,20b Promesa de Jesús de quedarse siempre con los discípulos

·       Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de este mundo. Esta afirmación aparece también en otros lugares: en Mt 1,23: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel. Que significa Dios con nosotros. Expresa la convicción de que el Resucitado sigue presente en medio de su Iglesia.

·     Con esto tomamos la conciencia de que la Iglesia es primordialmente una comunidad misionera. Las palabras de Mt 28,19; Poneos, pues, en camino son una invitación apremiante para salir de sí para ir al encuentro de los hombres y hacerles partícipes del don inestimable de llegar a ser hijos de Dios. Para esta ardua tarea, los discípulos no deben sentirse solos, ya que cuentan con la asistencia especial del Resucitado en medio de ellos.

    5- Testimonio 

·        La vida de Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) fue un gran testimonio de fe para todo creyente que quiera vivir su seguimiento a Jesús en espíritu y en verdad. Perteneciendo a una familia alemana acomodada, a los 13 años decidió estudiar teología, llegando a ser ministro o pastor luterano. Su profunda fe queda reflejada en este texto sobre la muerte.

·     Bonhoeffer pensaba que la muerte era la última estación en el camino a la libertad. Aunque muchos hayan considerado su muerte como algo trágico y como una vida acabada prematuramente, podemos estar seguros de que él no lo vio así.

·        En un sermón que predicó siendo pastor en Londres, declaró: 

     Nadie ha creído aún en Dios y en su reino, nadie ha oído sobre el reino de los resucitados, sin sentir nostalgia de esa hora, aguardando y esperando con gozo ser liberado de la existencia corporal. No importa en absoluto que seamos jóvenes o viejos. ¿Qué son 20,30 ó 50  a los ojos de Dios? ¿Y quién de nosotros sabe lo cerca que pueda estar ya de la meta? Que la vida solo comienza de verdad cuando acaba aquí en la tierra; que viejos y jóvenes deben pensar del mismo modo en ello. ¿Por qué nos asusta tanto la muerte? La muerte solo es terrible para los que viven en el terror y el temor de ella. No es salvaje y terrible, si nos quedamos quietos y nos aferramos a la Palabra de Dios. la muerte no es amarga, a menos que nos hayamos vuelto amargos nosotros mismos. Es gracia, el mayor don de gracia que Dios da a su gente que cree en él. Es suave, es dulce y amable; nos dirige con poder celestial si tan solo nos damos cuenta de que es la entrada a nuestra patria, el tabernáculo de gozo, el reino eterno de paz. La muerte es el mayor sinsentido, si no la transforma nuestra fe, Pero eso es precisamente lo más maravilloso: que podemos transformarla.

P. Pedro Olalde.