Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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17º Domingo ordinario (27 de julio 2014)

Mt 13,44-52

1-   Mt 13,44-46 EL TESORO Y LA PERLA

·   Sucede con el reino de los cielos lo que con un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo deja oculto y, lleno de alegría, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo. También sucede con el reino de los cielos lo que con un mercader que busca ricas perlas, y que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

·        Aquí comienza otra serie de 3 parábolas, que son propias de Mateo, aunque también se encuentran en el evangelio apócrifo de Tomás). Las tres hablan del misterio del reino de Dios, por lo cual todas tienen la misma introducción.

·        En la primera parábola, Mateo subraya lo verdaderamente valioso, que le lleva al feliz descubridor a actuar con urgencia para hacerse con el tesoro. Algo así acontece con el hallazgo del reino de los cielos: el que lo descubre da una respuesta positiva, ya que nada es comparable con su adquisición.

·        Ambas parábolas pueden situarse en un contexto de seguimiento a Jesús. Quien oye la voz de Jesús para seguirle, es capaz de dejar todo para experimentar la grandeza del reino que anuncia Jesús, en cuya comparación los demás bienes son basura.

·        El evangelista invita al discípulo de Jesús que ha hecho el hallazgo del reino de Dios, que lo viva coherentemente y con un gran espíritu de alegría, sin volver la vista atrás, renovando y afianzándose continuamente en su actitud de conversión.

2-   Mt 13,47-50 LA RED

 ·    También sucede con el reino de los cielos lo que con una red que echan al mar y recoge toda clase de peces; una vez llena, los pescadores la sacan a la playa, se sientan, seleccionan los buenos en cestos, y tiran los malos. Así será el fin del mundo. Saldrán los ángeles a separar a los malos de los buenos, y los echarán al horno de fuego; allí llorarán y les rechinarán los dientes.

·       Es una parábola muy parecida a la del trigo y la cizaña que crecen juntos (Mt 13,24-30ss). La pesca viene a representar la invitación que se hace a todos a entrar en el reino de Dios. La aplicación que hace el evangelista es similar a la de la parábola del trigo y la cizaña. A los miembros de su comunidad les recuerda Mateo cómo han de vivir de cara al juicio final para ser dignos de ser contados entre los elegidos.

·       El relato de esta parábola en la versión del evangelio apócrifo de Tomás es notoriamente distinto. Se cuenta la historia de un pescador sabio que coge una gran cantidad de peces y se queda sólo con un pez grande, arrojando los demás al mar.

·       La aplicación es muy parecida a la que se hace en las parábolas del tesoro escondido y la perla: hay que elegir el reino y deshacerse de lo demás. Probablemente, la versión del evangelio de Tomás conserve mejor el espíritu primitivo de esta comparación, sin necesidad de incidir de nuevo en el juicio final.

3-   Mt 13,51-52 LO NUEVO Y LO VIEJO

  ·     Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Habéis entendido todo esto? Ellos le contestaron: Sí. Y Jesús les dijo: Todo maestro de la ley que se ha hecho discípulo del reino de los cielos, es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.

 ·      Es la parte conclusiva de todo el capítulo 13 que contiene 7 parábolas. En ella, Mateo insiste en el modelo ideal del buen discípulo, que es el que se esfuerza por entender los misterios del reino de Dios y utiliza oportunamente lo viejo y la nuevo.

 ·   Alude aquí Mateo a lo nuevo, la enseñanza de Jesús en el NT, y lo viejo, la ley vieja del AT. La mención de “todo maestro de la ley que se ha hecho discípulo del reino de los cielos” habla, sin duda, de la existencia de escribas cristianos, en la comunidad de Mateo. Estos escribas son propuestos como modelos por emplear tanto las enseñanzas de Jesús como los textos del AT.

4-   REFLEXIÓN

  ·   Con la mirada fija en el espíritu de estas parábolas, podemos afirmar que una de las grandes tareas de un hombre honesto es la búsqueda de la verdad o, por decirlo de otra manera, la búsqueda de la sabiduría de la vida.

 ·      Esta sabiduría no se percibe a flor de tierra, sino en lo profundo, en las entrañas mismas de la tierra. Ocurre igual que en los tesoros: no se encuentran en la superficie sino muy en el interior de las capas  exteriores.

 ·    Así pues, tanto la verdad como lo valioso, el tesoro, es necesario descubrirlos, encontrarlos. Para lo que es imprescindible la reflexión serena de la realidad.  Quiero expresar con ello que quien no sea consciente de esta necesidad se verá abocado a vivir sin percatarse de las riquezas ocultas de la vida.

 ·    Tener presente en mi conciencia al que es un modelo de identificación en uno u otro aspecto, me estimula a imitarle. El P. Carmelita, D. José Vicente Rodríguez, en su obra “Proa al Infinito”, dice de Miguel de Unamuno:

 ·      “Como le bautizó el filólogo Curtius, don Miguel sigue siendo, en buena medida, EXCITATOR HISPANIAE, el “despertador de España”, y sigue ejerciendo lo que él consideraba obra de misericordia suprema: “despertar al dormido y sacudir al parado”.

  ·   Los lectores del Diario Vasco de su tiempo (1864-1936) se sintieron impactados por lo que el columnista llamaba lo grande de Unamuno: “Lo que lo eleva sobre la actual indiferencia y frivolidad religiosa: su búsqueda sincera y los tonos ardientes con que expresa en prosa y en verso sus ansias de Dios”.

 ·    La indiferencia que se masca en el ambiente y el encontrarse con que a nadie le importa de nada, no es capaz de apagar su voz, sino más bien se la potencia.

P. Pedro Olalde.

16º Domingo ordinario (20 de julio 2014)

Mt 13,24-30

Jesús les propuso esta otra parábola: Con el reino de los cielos sucede lo que con un hombre que sembró buena semilla en su campo. Mientras todos dormían, vino un enemigo, sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. Y cuando creció la hierba y se formó la espiga, apareció también la cizaña. Entonces los siervos vinieron a decir al amo: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es posible que tenga cizaña?” Él les respondió: “Lo ha hecho un enemigo”. Le dijeron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?” Él les dijo: “No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis con ella el trigo. Dejad que crezcan juntos ambos hasta el tiempo de la siega; entonces diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, pero el trigo amontonadlo en mi granero”.

1-   El trigo bueno y la cizaña

·        Es la primera de las tres parábolas que vienen a continuación. La primera de ellas, sólo se encuentra en Mateo y narra un hecho corriente de siembra: el dueño de un campo que manda sembrar trigo, el enemigo que esparce cizaña.

·        Al percatarse los siervos de la existencia de la cizaña en el campo van a su amo a notificárselo, el cual les ordena que no arranquen la cizaña sino que la dejen crecer hasta la cosecha. Esta decisión del amo es lo que más llamaría la atención de los oyentes, los cuales dudarían si fue acertada esa determinación.

·        Tanto el trigo como la cizaña se parecen mucho al comienzo y era posible que al arrancar la cizaña arrancaran también el trigo. Por eso ordena el amo esperar hasta el momento de la cosecha (palabra con la que los textos sagrados a menudo hacen referencia al juicio de Dios).

·        Esta parábola puede referirse al ministerio de Jesús, que no formó una comunidad de puros, sino que dirigió su mensaje a los pecadores, lo que provocó una dura crítica entre sus adversarios.

·        Con esta parábola, Jesús defiende su actuación: su Padre es un Dios de misericordia que ofrece un tiempo prolongado para la conversión de los pecadores. Así pues, hay que esperar al final para distinguir el buen trigo de la cizaña inútil.

2-   13,31-33 El grano de mostaza y la levadura.

Les propuso esta otra parábola: Sucede con el reino de los cielos lo que con un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. Es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece es mayor que las hortalizas y se hace como un árbol, hasta el punto de que las aves del cielo pueden anidar en sus ramas. Les dijo esta otra parábola. Sucede con el reino de los cielos lo que con la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.

·        Son muy similares estas dos parábolas, tanto en su contenido como en su forma. En Lucas también se encuentran las dos unidas (13,18-21), mientras que Marcos sólo menciona la primera.

·       En las dos se subraya el gran contraste entre el estado inicial y el resultado final. El grano de mostaza, siendo la más pequeña de las semillas, es capaz de producir un árbol grande y lo mismo ocurre con la levadura, que tiene capacidad de fermentar una masa considerable.

·      Con estas comparaciones, Jesús quiere explicar  a sus oyentes que algo parecido está ocurriendo con el reino que comienza a llegar: en apariencia, tanto la mostaza como la levadura, son insignificantes, pero en su interior poseen una gran fuerza de transformación.

·       Seguramente, aquí, Jesús sale al paso de los que le critican que no veían el reino que él anunciaba. Con estas dos parábolas, Jesús trataría de infundir ánimo y esperanza a sus discípulos (Mt 13,1-9).

·    Cuando Mateo escribe este evangelio hacia el año 80, conocía ya el éxito de la misión entre los paganos y pudo tener la certeza de la verdad de la fuerza imparable que contenía el evangelio de Jesús.

3-   13, 36-43 El trigo y la cizaña. Explicación.

Entonces dejó a la gente y se fue a la casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Jesús les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; y la cizaña, los hijos del maligno; el enemigo que la siembra, es el diablo; la siega es el fin del mundo; y los segadores, los ángeles. Así como se recoge la cizaña y se hace una hoguera con ella, así también sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su reino a todos los que fueron causa de tropiezo y a los malvados, y los echarán al horno de fuego. Allí llorarán y les rechinarán los dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

 ·      Como en la parábola del sembrador, Jesús explica en casa a sus discípulos el significado de esta otra parábola. Es una aplicación de la parábola del trigo y la cizaña a la situación posterior de la Iglesia, como indica el escenario en que tiene lugar  y el cambio de perspectiva que se advierte con respecto al sentido original de la parábola.

·     La explicación se da en la casa, probable alusión a las celebraciones domésticas de los primeros cristianos. El contexto es de enseñanza y el acento se desplaza hacia el futuro, aprovechando la mención de la cosecha, que en los profetas se refiere, muchas veces, al juicio de Dios. Se abandona el tema de si el trigo y la cizaña pueden crecer juntos y se explica lo que sucederá en el juicio final. Lo que era una historia sencilla con un solo aspecto llamativo (que el dueño dejara crecer juntos el trigo y la cizaña) se ha convertido en una complicada alegoría, en la que cada elemento de la parábola tiene un significado figurado.

·        Mateo habla a menudo del juicio y de la recompensa final (Mt 6,4.6.18; 13,47-50; 25,31-46; etc.) para reforzar su exhortación a poner en práctica las enseñanzas de Jesús. Para Mateo lo determinante es la práctica del amor al prójimo (Mt 25,34-40). Esta exhortación la dirige el evangelista a su iglesia, para que no descuide nunca las exigencias éticas, pues ellas son su signo de autenticidad.

P. Pedro Olalde.

Últimas noticias

Las actividades realizadas han sido las siguientes:

Con la Iglesia completamente llena, el 7 de junio y a las 20.00 hrs. el grupo Camerata del Eco (coro de 18 voces, guitarra, 2 flautas y percusión) dirigido por Ana Ligero Lasa, nos ofreció un bonito concierto. ¡Os esperamos de nuevo el año que viene!

El concierto previsto para el 14 de junio a las 20.00 hrs. tuvo que ser suspendido, pero esperamos que se celebre en otro momento.

Nuestro ya tradicional concierto "fin de curso" del Orfeón Vasco de Euskal Etxea de Madrid, que se celebró el viernes 27 de junio a las 20.00 hrs. con gran asistencia de público nos deleitó con su buena música. Nos acompañó también en nuestras misas dominicales del 11 de mayo así como del 1 y 22 de junio. Queremos reiterar nuestro mayor agradecimiento a su director José Luís Zamanillo y a todos los integrantes de dicha formación coral.

El 21 de junio tuvo lugar la excursión para visitar Las Edades del Hombre 2014 que bajo el título de "EUCHARISTIA" este año se celebró en Aranda de Duero. Dicha salida incluyó también la visita en La Aguilera de la comunidad de las jóvenes monjas Iesu Comunio, con las que mantuvimos un entrañable encuentro.

Las personas a las que hemos recordado en las misas dominicales han sido las siguientes: Cipriano García Vadillo, Elena Amesti y Pedro Lecuona, así mismo se recordó a Carmelo Arregui en el día en que hubiese cumplido 100 años.

Las actividades previstas son las siguientes:

El jueves, 31 de julio, celebraremos la festividad de San Ignacio de Loyola con una misa en nuestra Iglesia a las 7.30 p.m.

Nuestro capellán, D. Pedro Olalde, no podrá asistir a las celebraciones dominicales durante el mes de julio, oficiando los tres primeros domingos el P. Dominico Xabier Gómez, y el último domingo el sacerdote alavés Javier Ruiz de Arcaute.

La Iglesia permanecerá cerrada durante el mes de agosto, reanudando su actividad el primer domingo de septiembre.

La Junta Directiva.

15º Domingo ordinario (13 de julio 2014)

Mt 13, 1-23

1-   Hacia las tres de la tarde, cuando los llameantes rayos del sol blanqueaban la faz del día, Jesús y sus discípulos salieron de la casa de Pedro, en Cafarnaún, y se dirigieron al muelle en busca de la brisa marina que les aliviara del calor asfixiante de aquel día primaveral.

 ·      Al poco tiempo, el grupo de los acompañantes de Jesús fue subiendo en número, entre los que se encontraban Pedro, Andrés, Santiago y Juan. También se hallaban algunas mujeres, una de las cuales le dirigió la palabra para decirle: Maestro, el pasado sábado ¡qué bien hablaste en la sinagoga! Hoy, con algunas amigas vengo con deseos de seguir escuchándote, porque nadie habla como tú

·       Feliz de ti mujer, le contestó Jesús, porque Dios te ha concedido la gracia de tener hambre de su Palabra. Porque la Palabra de Dios desciende hasta el corazón y allí acontece igual que en el campo en el momento de esparcir la simiente.

 ·      Con el paso del tiempo se fue agrandando la concurrencia, de modo que Pedro sugirió a Jesús la idea de adentrarse un poco en el mar para que desde allí pudiera ser visto por todos y hablara cómodamente sentado. Santiago y Pedro le acompañaron a Jesús, y los tres se situaron juntos.

·       Para la plática de aquella tarde traía el Maestro pensado lo que siendo niño había aprendido de su tío Rubén, que era agricultor. Y así, sin más preámbulos, empezó su charla, diciendo: Un día de primavera, mi tío me llevó consigo al campo, porque deseaba enseñarme el arte de la siembra.

·       Llegados a la no muy extensa finca, mi tío y yo nos situamos en un extremo del terreno y metiendo su mano grande de labrador en el saco, cogió un buen puñado de semillas y las echó al vuelo.

2-   “Algunas semillas están cayendo fuera”, le dije a mi tío. –Claro, hijo, siempre ocurre así. Unas cuantas caen fuera, en el camino. Esas las dejamos para los gorriones que, de esa manera, los alimenta Dios, como a todas sus criaturas.

 ·      Luego, Jesús añadió: Cuando fui mayor pensé que hay gente que se parece a esas semillas que caen en el camino y  no producen nada. Son personas que oyen, pero en balde, porque no les hace mejores. Pronto se olvidan y vuelven a interesarse sólo por lo suyo. El Reino de Dios no germina en su corazón.

3-   Mi tío, continuó Jesús, quiso que yo metiera mi mano en el saquito de las semillas para lanzarlas al aire. Así lo hice con toda mi fuerza. Pero por no darme cuenta, parte de las semillas cayeron entre zarzales. Enseguida me corrigió mi tío: Ahí no, entre las zarzas y los espinos, porque éstos ahogan la semilla y no la dejan crecer.

 ·      Al hacerme adulto, prosiguió Jesús, me percaté que los agobios de la vida, la búsqueda de la comodidad y el afán de ganar dinero son como los zarzales que crecen a nuestro lado y dan al traste con todos nuestros buenos deseos de construir un mundo más humano. Sí, sobre todo, el dinero es la gran zarza, que es capaz de ahogar todas nuestras buenas intenciones de hacer el bien y de construir el Reino.

4-   A continuación, prosiguió Jesús,  me fijé en un lugar donde no había ni espinos ni zarzas, y elevando mi voz dije a Raúl: Aquí, tío, aquí voy a poder echar un buen puñado de semillas. Sí, hijo, replicó su tío, esa tierra parece excelente, pero fíjate bien en que sea un lugar con tierra mullida y que no esté llena de piedras. Basta que remuevas esa tierra y escarbes un poco. Así lo hice, siguió diciendo Jesús, y tuve que darme cuenta de que estaba llena de cascajo. Por eso te decía, remató Raúl, que hay que andar ojo avizor. Si hubieras arrojado la simiente ahí, hubiera nacido y crecido un tanto, pero luego con los calores del estío, no teniendo lugar para echar raíces entre piedras, hubiera acabado secándose. Por eso, sobrino, para hacer una buena sementera hay que andar con los cinco sentidos bien despiertos.

·       Con el tiempo, caí en la cuenta, siguió Jesús, de que las semillas caídas en tierra pedregosa se parecen a los que emprenden el buen camino con entusiasmo, pero ante situaciones de dificultad y no siendo capaces de hacer frente a las pruebas, se llenan de miedo y emprenden el camino equivocado. Y esto les pasaba por no tener raíces.

5-   Mira esta tierra, tío. Es negra y parece muy fértil. Seguro que dará una buena cosecha, dijo Jesús muy convencido a Raúl. Arroja ahí a manos llenas la simiente, le dijo su tío a su sobrino,  porque promete dar ciento por uno.

 ·      Más tarde, añadió Jesús, pude pensar: Esa es la tierra buena y la gente buena. Los que arriesgan su vida para hacer el bien, los que no se detienen en sus obras buenas aunque tengan que contribuir a ello con parte de su dinero, los que se afanan por dejar a sus descendientes una sociedad más justa. ¡Ésos son los que Dios busca para implantar en medio de este mundo su Reino de equidad y de justicia!

 ·      Mi tío, siguió Jesús, dio por terminada la siembra. Ahora, esperaremos, dijo por fin mi tío, a que el buen Dios envíe del cielo la lluvia, el viento y el sol para que calladamente crezca la simiente y produzca 30, 60 ó el 100 por cien. Y dentro de unos meses, en verano, volveremos a meter la hoz y a hacer la recolección. Y vendremos los dos y yo te enseñaré a cortar la mies. De acuerdo, le contestó yo.

·       Cuando Jesús acabó de hablar era ya de noche. En la lejanía se oía la música de un flautista que hacía la despedida del día, dando gracias al Dios de la creación.


6-   A modo de testigo de esta parábola de la simiente, traemos estas palabras que José Vicente Rodríguez, autor de “Proa al infinito” le dedica a  D. Miguel de Unamuno, que vivió atento a hacer crecer en sí la semilla caída en su corazón:

  ·     Uniendo los menesteres de sembrador y de despertador en que anda metido, explica Unamuno a un pastor de la Iglesia Bautista: “Mi labor es de inquietar espíritus. Inútil sembrar trigo en una era; los granos se pudren o se los comen los pájaros. Antes de la siembra hay que arar  y abonar el suelo. Y en España hay que arar los espíritus y abonarlos e inquietarlos. Llevan siglos de barbecho, y hay que añadir a las ya conocidas una nueva obra de misericordia, cual es la de despertar al dormido. Porque si no, se le quema la casa, y él con ella.

P. Pedro Olalde.

San Pedro y San Pablo

Mt 16,13-19

1-   Las nubes se deslizaban con rapidez en el firmamento palestinense y descendían las sombras aquel atardecer primaveral. Jesús y sus discípulos, acabada la jornada misionera de aquel día, se retiraban a la región de Cesárea de Filipo.

·        Pronto, un apreciable grupo de personas se acercaron a Jesús, el cual, después de las primeras palabras de saludo, empezó a anunciarles: ¡Amigos, ya está llegando el Reino de Dios! ¡Se implantará la justicia en la tierra y se establecerá la fraternidad entre los humanos!

·        Los ánimos de los oyentes empezaron a caldearse y a expresar sus sentimientos más hondos. Uno de los presentes, curtido en las tareas de pastoreo de ovejas toda su vida, entregó a Jesús un largo y nudoso bastón de olivo y le dijo: Con este bastón he guiado a mi rebaño desde mi juventud. Era de mi abuelo. Te lo entrego para que tú pastorees al pueblo, que está como ovejas sin pastor. Eres el hombre que necesitamos para que promuevas un cambio radical en el pueblo.

·        El resto del grupo apoyó unánimemente la iniciativa del pastor y a coro prorrumpieron todos: ¡Bien hecho! ¡Bien hecho! Jesús, sorprendido por el cariz que iba tomando aquel diálogo, se limitó a decir: Abuelo, pero yo…

·        Era ya noche cerrada. Pronto, el cielo se cubrió de estrellas. Y allá en la lejanía, el monte Hermón, cubierto de nieve, se erguía majestuoso como testigo mudo de aquella escena.

2-   Esa noche, Jesús y su grupo de discípulos quedaron conversando hasta muy tarde. “Ese viejo pastor”, dijo Jesús, “estaba desvariado”. “De ningún modo”, replicó Pedro, “sino que ha reflejado excelentemente nuestro sentir. El pueblo está añorando que tú seas el liberador de Israel”.

·      Los otros discípulos intervinieron también en la discusión. Andrés, el hermano de Pedro, añadió: “La gente espera mucho de ti, Jesús. No puedes defraudar”. “Y ¿qué es lo que la gente espera de mí?”, contestó Jesús. Y aquel: “Espera mucho. Espera que le sigas abriendo los ojos y le liberes del dominio del invasor extranjero”.

·      “¿Están locos?”. “¿Por quién me están tomando?”, preguntó Jesús. Entonces intervino Judas para decirle: “Te tienen como a un profeta, Jesús”. Felipe también tomó parte en el diálogo para decir: “Muchos creen, Jesús, que tú eres Juan Bautista que ha resucitado”. “Otros”, dijo Tomás, “te identifican con el profeta Elías”.

  ·    A estos comentarios, Jesús repuso: “Tonterías de la gente”- 
     ”Hay también”, afirmó Andrés, “quien te ve como otro  profeta Jeremías, que vivió sin mujer, lo mismo que tú, Jesús”. “Claro”, contestó Jesús, “y dentro de poco dirán que me parezco al mismo profeta Jonás y que una ballena me tragó y me vomitó como a él”.

3-   El diálogo estaba al rojo vivo. Los discípulos se sentían extremadamente interesados en que prosiguiera aquel tema sobre el que, en ausencia de Jesús, habían discutido entre ellos

·      “No es solo la gente”, dijo Santiago, “no es la gente”…- “No me vais a decir que también vosotros”…, afirmó Jesús. En este momento, los discípulos relataron la gran admiración que los dichos y hechos del Maestro suscitaban entre la gente. Aprovechó Jesús esta ocasión para decirles: “¿Qué esperáis de mí?”- “Lo mismo que todos”, replicó con viveza Pedro. “Que te pongas al frente del pueblo y lo liberes”.

·     Por toda respuesta, Jesús repuso: “No sabes lo que dices, Pedro, ¿Quién soy yo para hacer eso?”- Y Pedro: “¿Tú? ¡Tú eres el Liberador que espera Israel! Jesús replicó: “Pero, Pedro, por favor”- “Lo veo clarísimo”, añadió Pedro. “Tú eres el Mesías, Jesús. ¡Tú liberarás a nuestro pueblo!”

·      Estaban en el punto álgido de la discusión. De un momento a otro, esperaban los discípulos que ante la evidencia de las razones que esgrimían los seguidores de Jesús, éste terminara cediendo a sus demandas. El Maestro fue recorriendo uno a uno con su mirada a todos los presentes como pidiendo permiso para decir aquellas palabras que le subían a la garganta…

4-   “Sí, es verdad”, dijo Jesús. “A los hombres se les puede engañar, pero a Dios no. Llevo días y noches  dándole vueltas a esto mismo que  me acabáis  de decir. Desde que el profeta Juan murió, sentí que algo había cambiado. Como si Dios me dijera: Ha llegado tu hora, el camino está preparado”.
Entonces Jesús levantó el largo y nudoso cayado del viejo pastor, lo agarró con las dos manos… y de un golpe lo partió por medio.

· Desconcertados sobremanera, los amigos de Jesús se atrevieron a decirle: ¿”Por qué has hecho eso, Maestro”?  Y Jesús: “Porque…porque a Elías lo persiguieron, a Jeremías lo tiraron a un foso y a Juan le cortaron la cabeza… Mírenlo todos… el bastón de mando está roto: así acaban los profetas, rotos. Así acabará también el Mesías”.

 ·   Pedro, envalentonado, respondió a Jesús: “No hables así Jesús. Nosotros te defenderemos. ¡Por la buena estrella de Jacob, que a ti no te pasará nada malo”! – Replicó Jesús: “Primero me empujas hacia delante, ¿y ahora me quieres tirar la zancadilla? No, Pedro, vamos a hablar claro. A mí me partirán como a este bastón. Y a vosotros, si lucháis hasta el final, también. Que cada uno se eche al hombro su cruz ya desde ahora para que luego no nos coja por sorpresa.

·        Pedro fue cediendo en su arrebatado discurso y dijo: “Bueno, Jesús, no hables más de eso. ¡Tú amárrate la correa y sé valiente”! Y Jesús: “Y tú también, Pedro. Detrás de mí, vas tú. Pedro tirapiedras… Ahora te las tirarán a ti. Pero no te preocupes. Eres una buena piedra de cimiento. No te romperán ni a martillazos.

·        De este modo, el diálogo se fue cerrando con final feliz. “No hablemos de cosas tristes” terció Santiago. “Pase lo que pase seguiremos adelante, a las duras y a las maduras”. Felipe,  a su vez, añadió: Ni el diablo con su tridente, hará desbaratar este grupo”.

·        Al Apóstol Pedro, la clarividencia de Jesús y su escena de romper el cayado le acompañaron toda su vida. Fue la mejor de las lecciones que recibió de su adorado maestro.

P. Pedro Olalde.

San Pedro y San Pablo (29 de junio 2014)

SAN PEDRO- Mt 16,13-19 (29 de junio)

1-   Mateo 16,13-19. De camino hacia la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan el Bautista; otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Jesús les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le dijo: Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos. Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del abismo no la hará perecer. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.

2-   Confesión de Pedro

·        El pasado de la confesión de Pedro nos sitúa en un momento muy importante de la vida de Jesús, que también ha quedado reflejado en alguna de sus parábolas (Mt 13,1-9). Parece que su ministerio tuvo unos comienzos brillantes y que fueron muchos los que le siguieron. Poco después de este triunfo inicial tuvo que afrontar el rechazo de su pueblo y el fracaso aparente de su misión.

·        Es entonces cuando el Señor se dirige a sus discípulos con una serie de preguntas sobre su propia identidad: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?... ¿Quién decís vosotros que soy yo? El sentido de esta doble pregunta puede captarse mejor si tenemos en cuenta que en la cultura en que vivió Jesús la opinión que los demás tenían sobre una persona era muy importante. Los evangelios están llenos de referencias a la fama de Jesús, que crecía y se difundía por todas partes (p.e. Mt 9,26.31). En este contexto, la pregunta tiene una doble función: reafirmar a Jesús en su misión y confirmar a los discípulos en el seguimiento.

·        El relato, tal como lo leemos en este evangelio, se debe en gran parte a la pluma de Mateo, que ha remodelado y ampliado el texto de Marcos, añadiendo la afirmación de que Jesús es el Hijo de Dios (Mt 16,16) y el encargo confiado a Pedro (Mt 16,17-19). Con estos retoques, el evangelista hace que la atención de los lectores se centre no tanto en Jesús (Marcos), cuanto en la Iglesia, que Jesús convoca en torno a Pedro, como resultado del rechazo de su pueblo y de la acogida de sus discípulos.

·        La doble pregunta de Jesús hace que aparezca con claridad la diferencia entre la opinión de la gente y la de los discípulos. Pedro, en nombre de estos últimos, reconoce que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Estos dos títulos resumen la fe de la Iglesia de Mateo. No basta con afirmar que Jesús es el Mesías esperado por Israel; hay que añadir que es el Hijo de Dios. Así es como Mateo presenta a Jesús en la primera parte de su evangelio (Mt 1,1-4,16);  y como le reconocen sus discípulos (Mt 14,33), y los paganos (Mt 27,54).

·        A esta confesión de Pedro, Jesús responde con una palabra de felicitación y un encargo muy especial de cara a la Iglesia (Mt 16,17-19). Jesús declara dichoso a Pedro, no por sus méritos, sino porque el Padre le ha revelado el misterio de reconocerle como Mesías e Hijo de Dios (Mt 11,25-26); y le confía la misión de ser la roca sobre la que se asentará su Iglesia, reunida en torno a sus discípulos. El cambio de nombre produce un juego de palabras (Cefas = roca), que describe plásticamente la tarea que Jesús le encomienda: ser roca firme, para que la Iglesia no sucumba ante las dificultades (Mt 7,24-27). Para ello le entrega las llaves del reino y le confiere el poder de “atar y desatar”. La entrega de las llaves equivale al nombramiento de mayordomo supremo, como aparece en algunos textos del Antiguo Testamento (Is 22,19-22). Por su parte, la expresión “atar y desatar” designaba entre los judíos de la época la potestad para interpretar la ley de Moisés con autoridad. Así pues, Jesús nombra a Pedro mayordomo y supervisor de su Iglesia, con autoridad para interpretar la ley según las palabras de Jesús, y adaptarla a nuevas necesidades y situaciones.

·        La especial tarea que se le confiere a Pedro en este pasaje concuerda con lo que aparece en otros pasajes de Mateo: es el portavoz del grupo de los discípulos y tiene una especial relación con Jesús (Mt 14,28-31 y Mt 17,24-27). Al presentar así a Pedro, el evangelista se hace eco del importante papel que desempeñó en la vida de la Iglesia naciente, sobre todo en las comunidades de Siria, a las que se dirige este evangelio. De Pedro han recibido el evangelio y la tradición sobre Jesús; él ha sido la roca sobre la que se ha edificado su comunidad.

·        Este texto ha suscitado numerosas discusiones entre católicos y protestantes sobre la figura del papa como sucesor de Pedro. La tradición católica sostiene que estas palabras se aplican a Pedro y también a todos los que le suceden en la tarea de presidir a los hermanos en la fe y el amor. La tradición protestante, sin embargo, ha visto en las palabras de Jesús una alabanza y una promesa referidas, no a su persona, sino a su actitud de fe.

P. Pedro Olalde.