Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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26º Domingo ordinario (28 de septiembre 2014)

Mt 21,28-32

1-   Parábola de los dos hijos. ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: Anda, hijo, ve a trabajar hoy en la viña. Él respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y se fue.  Luego se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él respondió: Voy, señor. Pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre? Le contestaron: El primero. Entonces, Jesús les dijo: Os aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a mostraros el camino de la salvación y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y vosotros, a pesar de verlo, no os arrepentisteis ni creísteis en él.

2-   Los dos hijos.

·       Jesús se ha negado a dar una respuesta a la pregunta de los jefes de los sacerdotes (Mt 21,27), pero les propone tres parábolas que ilustran el rechazo de Israel hacia él y la oferta del reino hecha a los de fuera: los publicanos, los pecadores y los mendigos. La primera parábola, la de los dos hijos, solo se encuentra en este  evangelio. En ella, como en el resto de las parábolas, hemos de distinguir entre el significado que tuvo en los labios de Jesús y la relectura que hicieron los primeros cristianos.

·       Jesús propone a sus oyentes que reflexionen sobre un hecho concreto, y quiere que lo hagan desde dos puntos de vista. En primer lugar les pregunta su opinión sobre la actitud de los dos hijos: ¿Qué os parece? (Mt 21,28), y mientras van escuchando la comparación y dando su respuesta, les hace cambiar de punto de vista con una nueva pregunta: ¿Cuál de los dos hijos cumplió la voluntad del padre? (Mt 21,31).

·       Para captar el mensaje de la parábola tenemos que imaginar cuál era la respuesta que los oyentes de Jesús estaban dando a la primera pregunta. Un grupo de campesinos no cristianos de Palestina, a quienes se contó esta parábola preguntándoles: ¿Qué os parece? ¿Cuál de los dos hijos actuó bien?, respondieron unánimemente que el segundo, es decir, el que había dicho que sí y luego no fue a trabajar. Según ellos, el otro hijo había puesto en entredicho el honor de su padre al desobedecerle; los vecinos pensarían que ese padre no tenía autoridad sobre su hijo, y que por tanto era un hombre poco honorable. Lo que más llamaría la atención de los que escuchaban a Jesús sería, sin duda, la poca vergüenza que mostró el hijo que dijo no a su padre.

·       Si esta era la respuesta que los oyentes de Jesús estaban dando mientras escuchaban la parábola, la segunda pregunta les haría mirar las cosas desde otra perspectiva. Lo importante no es quién se comportó bien, sino quién cumplió la voluntad del padre. Este era el cambio de perspectiva que Jesús les invitaba a realizar. Es cierto que los fariseos, los sacerdotes y los ancianos del pueblo dijeron sí a Dios al aceptar la ley de Moisés. Su actitud, como la del hijo que dijo sí y luego no fue a trabajar, fue irreprochable desde el punto de vista de las convenciones sociales, pero desde otro punto de vista su respuesta ha sido superficial, pues no han cumplido la voluntad de Dios, y el signo más evidente es que se han negado a acoger la invitación de Juan a la conversión. Sin embargo, los recaudadores de impuestos y las prostitutas, que inicialmente dijeron no a Dios, negándose a vivir según sus mandamientos, son los que han acogido esta última invitación y los que de hecho han cumplido la voluntad del Padre.

·       Leída en el contexto del ministerio de Jesús, esta parábola daba una respuesta a quienes le acusaban de acoger a los pecadores y marginados. Jesús responde a esta objeción proponiendo a sus oyentes que vean las cosas desde otra perspectiva. Lo que importa –les dice- no son las convenciones externas, sino la actitud interior; el que honra a Dios no es el que observa unos ritos externos, sino el que cumple su voluntad. En la comunidad de Mateo esta comparación explicaba el rechazo de los líderes religiosos de Israel y la acogida del evangelio por parte de los paganos.

P. Pedro Olalde.

25º Domingo ordinario (21 de septiembre 2014)

Mt 20,1-16

1-   Mateo ha colocado aquí esta parábola para completar la enseñanza anterior sobre la recompensa que espera a los que dejan todo para seguir a Jesús.

2-   La escena de los jornaleros que esperan en la plaza a que el dueño o el arrendatario de los grandes latifundios los contrate para trabajar en sus campos no  es un caso imaginario, sino que refleja bien la situación de Galilea en tiempos de Jesús. El grupo de los que esperan está compuesto por campesinos que, debido a la presión fiscal o a las malas cosechas, han perdido las tierras que pertenecían a su familia y ahora dependen de la benevolencia de un patrón. El patrón (el dueño de la viña en la parábola) les ofrece trabajo y favores a cambio del servicio, que ellos, sus clientes, le ofrecen.

3-   Leída en este contexto, seguramente lo más llamativo de la parábola para los oyentes de Jesús es que el patrón tenga un trato de favor con los trabajadores de la última hora, lo cual provoca en sus compañeros la envidia y hasta el asomo  de una maldición (la expresión que suele traducirse por envidia es literalmente en griego mal de ojo, y esto hace pensar a algunos autores que se hace alusión aquí al mal de ojo). La sorpresa de los oyentes de Jesús no tiene su origen en un sentido de la equidad tal como hoy la entendemos, pues era perfectamente normal que un patrón tuviera un trato de favor con sus clientes. Dicho trato de favor se manifestaría normalmente en el hecho de invitarlos a trabajar en sus campos desde la primera hora del día para que pudieran obtener el jornal completo. Lo que sorprende a los trabajadores de la primera hora (sus clientes habituales) es que los favorecidos sean los últimos, es decir, aquellos que el patrón ha contratado sin que sean sus clientes habituales.

4-   Muy probablemente, en el contexto del ministerio de Jesús, esta parábola respondía a las críticas que le hacían sus adversarios por su cercanía a los pecadores (los obreros de la última hora). Jesús explica su comportamiento remitiéndose a la misericordia del Padre.  Dios –viene a decir Jesús- es un patrón que se comporta de forma muy distinta a como lo hacen los patrones que vosotros conocéis, pues su generosidad rompe las leyes de la correspondencia entre patrón y clientes. El comportamiento de Jesús, que acoge a los pecadores y a los marginados, manifiesta que la oferta de gracia que Dios hace a través de él es puro don.

5-   Las primeras comunidades cristianas descubrieron que esta parábola iluminaba una situación que ellas estaban viviendo: la entrada de los paganos en la Iglesia. Era ésta una circunstancia que la comunidad de Mateo estaba viviendo de forma especial. Esta nueva situación provocó una encendida polémica, que es fácilmente reconocible en otros escritos del Nuevo Testamento, donde se subraya la no discriminación de las personas y la igualdad entre judíos y paganos. Por ejemplo, en Gal 2,6: “En cuanto a los que tenían autoridad, no hace al caso lo que antes fueran, pues Dios no hace acepción de personas, ninguna otra cosa me impusieron”. Y en el capítulo 15 de Hechos se narra el concilio de Jerusalén, donde en relación con el tema de la circuncisión, se decide “no crear dificultades a los paganos que se convierten. Es suficiente que se abstengan de toda contaminación, de la idolatría, de matrimonios ilegales, de comer animales estrangulados y de la sangre. Algunos cristianos de origen judío no podían entender que los paganos, venidos más tarde, tuvieran en la Iglesia la misma situación que ellos. Su actitud está reflejada en la queja de los obreros de la primera hora, que se sienten discriminados al recibir lo mismo que los contratados a media tarde. La frase final: los últimos serán los primeros, y los primeros últimos, es la expresión de este cambio de situación que trae consigo la llegada del reino bajo el patronazgo de Dios.

P. Pedro Olalde.

24º Domingo ordinario (14 de septiembre 2014)

La exaltación de la Sta. Cruz- Jn 3,13-17

             Este año el 24 Domingo Ordinario cae el 14 de setiembre, que es la fiesta de la
             Exaltación de la Santa Cruz, cuya liturgia tiene preeminencia sobre la del 24
             D. O.

1-  Juan 3,13. Nadie sube al cielo para quedarse más que el que ha bajado del cielo, este Hombre.

·       Subir al cielo para quedarse” significa el triunfo, la victoria definitiva del Mesías y, por tanto, el estadio final del reino de Dios. El cielo significa la esfera divina. En Juan carece de connotación local. Así, en 14,23 puede afirmar Jesús que el Padre y él vendrán al discípulo y vivirán con él. No es que el Padre abandone el cielo. Tampoco aquí expresa un lugar determinado.

·        No hay que esperar otra clase de Mesías sino el Hombre en quien se ha manifestado todo el amor contenido en el proyecto de Dios (1,14).  El Mesías es aquel que, por ser el Hombre, es capaz de amar hasta el don de sí mismo, revelando así la gloria-amor del Padre. Sólo él puede obtener y asegurar el triunfo definitivo, instaurar el reinado de Dios, la sociedad humana que corresponde al proyecto creador (3,3.5).

2-     Juan 3,14-15. Lo mismo que en el desierto, Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado este Hombre, que para todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva.

·        La misión del Mesías consistirá en conferir al hombre el amor y la lealtad (1,17), la vida propia y peculiar del reino. Por ello, su triunfo es la cruz, demostración suprema del amor a que lleva el dinamismo del Espíritu.

·        “Subir  al cielo para quedarse” se identifica con ser levantado en alto, pues la cruz no será para Jesús un estado pasajero, sino el comienzo de la efusión de amor y vida que ha de durar para siempre (19.34; 20,25.27).

·        Este hecho se explica con un episodio del éxodo, donde Moisés aparece como aquel con su acción crea un tipo del Mesías (5,46: de mí escribió él). El texto se refiere a Nm 21,9, cuando, ante la plaga de serpientes venenosas, fabrica Moisés, por indicación de Dios, una serpiente de bronce y la levanta en un poste. Quien era mordido, al mirar a la serpiente alzada quedaba curado, o, según la expresión judía, vivía. En el caso de Moisés, la vida era transitoria, aquí, definitiva.

·        El hecho de “levantar / ser levantado en alto” (3,14) indica una señal visible, destinada a ser vista y mirada, la localización de una fuerza salvadora.  El hombre levantado en alto será la presencia salvadora de Dios, el punto de confluencia de todos los que miran, el lugar de donde mana la vida divina.

·        Dt 21,9: Cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado. Juan 3,14-15: El Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que le dé adhesión tenga vida eterna. Al aplicar el pasaje del Deuteronomio a Jesús, el evangelista Juan cambia el verbo “mirar“ por “darle adhesión”. Es la fe, el identificarse con Jesús, que otorga al creyente la salvación.

3-     Juan 3,16. Porque así demostró Dios su amor  al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el que le presta su adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca.

 ·     Se afirma que Jesús es el don del amor de Dios a la humanidad. El Hombre levantado a la vista de todos es al mismo tiempo el Hijo único de Dios (1,34); ésa es su realidad escondida, que se revela al ser levantado en alto y mostrar así el amor de Dios al mundo.

·        La alusión a Abrahán pone también el pasaje en relación con el éxodo, pues según tradiciones judías, el sacrificio de Isaac tuvo lugar a la hora en que más tarde se sacrificarían los corderos en el templo, y la liturgia de Pascua unía el gesto de Abrahán con el sacrificio del cordero. Se ve así la conexión de todo el episodio con el del templo y la expectación mesiánica.

4-     Juan 3,17. Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo, sino para que el mundo por él se salve.

·        El amor de Dios fue el móvil del envío del Hijo y su finalidad era salvar a todo hombre; toda intención negativa queda excluida, el propósito divino es enteramente positivo y universal (el mundo).

·        Salvarse es pasar de la muerte a la vida definitiva, y eso es posible a través de Jesús, el dador del Espíritu.

5-     Juan 3,18. El que le presta adhesión no está sujeto a sentencia; el que se niega a prestársela ya tiene la sentencia, por su negativa a prestarle adhesión en su calidad de Hijo de Dios.

·       La responsabilidad recae así sobre el hombre, no sobre Dios, cuyo amor no hace excepciones. Dos actitudes son posibles: o se está a favor de Jesús o en su contra; no existe la indiferencia. Ante el ofrecimiento del amor no cabe más que responder a él o negarse a aceptarlo.

·      La adhesión verdadera a Jesús ve en él al Hijo único de Dios. Al dar Dios a su Hijo, ofrece a la humanidad la plenitud de vida que está en él: así, a través del Hijo único, tendrá otros hijos (1,12; 14,2s) por identificación con el único. Este los hace nacer con el Espíritu, dándoles la capacidad de hacerse hijos por una práctica de amor como la suya.

6-     La salvación pasa por la cruz. La festividad de la exaltación de la Santa Cruz está centrada en la vida de Jesús. En esta fiesta tomamos conciencia de todo lo costoso de la vida que asumió Jesús por ser fiel al plan del Padre.

·     Jesús se rodeó de la gente sencilla, pobre y necesitada, por la que se desvivió, ofreciéndoles toda su ternura, su saber y su bondad para sacarles o aliviarles de su situación. Cuando en un momento percibió que era necesario ser testigo de la verdad, dando su vida, no se volvió atrás, sino que con paso decidido caminó a Jerusalén donde le esperaba la muerte.

·      Deberíamos todos sentirnos dichosos en seguir estas pisadas de Jesús, para asumir los aspectos dolorosos de nuestra existencia en la realización del reino de Dios, reino de justicia, de amor, de fraternidad y de paz.

P. Pedro Olalde.

23º Domingo ordinario (7 de septiembre 2014)

Mt 18,15-20

1-   Hechos de vida. A) Dos familias cercanas deciden ir juntos a pasar el día a un monasterio cercano, situado en pleno monte. Llevaban todo lo necesario para hacer una paella campestre. Llegada la hora, los expertos en cocina, se disponen a realizar la tarea, escogiendo un buen lugar al abrigo del viento. En esas surge la discusión: uno opina que sería mejor colocar el fuego junto a un corpulento árbol que les da sombra y protección contra el viento. Otro es de la opinión de que ahí se corre el peligro de provocar un incendio. Él colocaría el fuego en medio de un pequeño claro, ya que el viento, al parecer, no era fuerte.  El tono de la discusión fue subiendo en grados y sus dueños se fueron calentando, de modo que lo que parecía un pasatiempo, adquirió  las características de una polémica reyerta, en la que ninguna de las dos partes dio su brazo a torcer, Al final, recogieron los bártulos y regresaron cada mochuelo a su olivo.

·      B) Hace poco, encuentro a dos amigos míos enfrentados discutiendo acaloradamente; uno de ellos defendía su punto de vista, queriendo imponer su criterio a todas luces insuficiente para convencer a su oponente; la otra, que, a mi modo de ver tenía razón, le hacía consideraciones para mostrarle que defendía su postura de modo poco razonable. Después de una larga disputa a voz en cuello, tuvieron que separarse sin llegar a un consenso.

·   C) Sabia la persona que imita a Mariví, una mujer casada, que no habiendo tenido familia, adoptó a dos niños, chico y chica. Con el tiempo, la niña se hizo adulta y con frecuencia se mostraba exigente con su “madre”. Mariví nos comentaba a sus amigos: Cuando mi hija eleva la voz y se muestra poco razonable, yo lo que hago es sencillamente callarme. Prefiero que entre ella y yo se interponga un silencio de paz. Y decía: ¡Qué difícil resulta en ocasiones la convivencia!

2-   Mt 18,15-17, Corrección fraterna. Si tu hermano te ofende, ve y hazle ver, a solas entre los dos. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que toda la cuestión quede zanjada apoyándose en dos o tres testigos (Dt 19,15). Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un recaudador.

·        La exhortación comienza con el enunciado de un caso: si tu hermano peca. No se trata de un pecado en sentido moral ni tampoco de una ofensa personal (probablemente las palabras contra ti han sido añadidas posteriormente), sino de una falta contra la comunidad. Esta situación se daba en la comunidad de Mateo, y el evangelista trata de iluminarla desde el amor y el perdón predicados por Jesús.

·    El procedimiento que describe aquí no es un proceso disciplinar, sino una aplicación de la parábola de la oveja perdida (Mt 18,10-14). Se trata de un hermano que se ha separado de la comunidad, y hay que emplear todos los recursos para hacer que vuelva.

·   Esta búsqueda debe hacerse con respeto y amor: primero en privado, para no ponerle en evidencia ante la comunidad. Si no hace caso, hay que mostrarle su falta en presencia de algunos testigos, como mandaba la ley de Moisés, que para muchos miembros de aquella comunidad tenía gran autoridad (Lv 19,17; Dt 19,15, donde puede encontrarse un procedimiento similar).

·    Finalmente, y como último recurso, habrá que reunir a la comunidad, la cual, en caso de obstinación, tendrá que reconocer dolorosamente la situación en que este hermano se ha colocado a sí mismo. Entonces, el hermano que no ha querido reconciliarse será como un extraño para la comunidad.

3-   Mt 18,18. Primera palabra. Os aseguro que lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo; y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

·       Después de la instrucción sobre la corrección fraterna, el evangelista añade tres palabras de Jesús (Mt 18,18-20), que tuvieron probablemente un origen independiente, pero que ahora sirven para fundamentar la instrucción precedente.

·       La primera confiere a la comunidad local la capacidad de decidir en cuestiones disciplinares. La expresión atar y desatar  designaba entre los maestros de la ley la capacidad de interpretar de forma vinculante la ley de Moisés.

·   Mateo la utiliza otra vez en su evangelio, aunque en un contexto diferente y directamente referida a la autoridad de Pedro (Mt 16,19).

4-   Mt 18,19. Segunda palabra. También os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial.

·     Esta segunda palabra especifica el clima de oración en que deben tomarse estas decisiones y asegura a los discípulos, reunidos en el nombre de Jesús, que el Padre escuchará su oración.

5-   Mt 18,20. Tercera palabra. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

·        La tercera palabra aborda un tema muy querido para Mateo: la presencia de Jesús en medio de su Iglesia (Ver Mt 1,23; 28,20).

·     La expresión es muy semejante a una frase que solían repetir los maestros rabínicos: “si dos hombres están hablando sobre la ley, la morada de Dios está en medio de ellos”.

·     En la formulación de Mateo, la comunidad cristiana (los dos reunidos) no se congrega ya en torno a la ley de Moisés, sino que lo hace en el nombre de Jesús, y el resultado es la presencia viva del Señor Resucitado: yo estoy allí en medio de ellos.

6-   Progreso en amor. El progreso en el amor es de lo más costoso, lento y necesario en la vida espiritual, decía la gran Teresa de Ávila.

·   En mi experiencia de vida de comunidad, me he encontrado con personas que con toda naturalidad vivían abrigando en su corazón antipatías manifiestas hacia su prójimo, sin que hicieran, al parecer, ningún esfuerzo para superarlas.

 ·    El ABC de la vida espiritual es el crecimiento en el amor, lo que supone una postura activa para superar las enemistades, las hostilidades, las manías, que pueden surgir en la vida comunitaria.

·     En un tema tan sensible como éste, no caben medias tintas: o hay lucha contra las tendencias egoístas o bien, prevalece el estancamiento y la apatía espiritual. 

P. Pedro Olalde.