Mt
21,28-32
1-
Parábola de los dos hijos. ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos.
Se acercó al primero y le dijo: Anda, hijo, ve a trabajar hoy en la viña. Él
respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y se fue. Luego se acercó al segundo y le dijo lo
mismo. Él respondió: Voy, señor. Pero no fue. ¿Cuál de los dos cumplió la
voluntad de su padre? Le contestaron: El primero. Entonces, Jesús les dijo: Os
aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que vosotros en el
reino de Dios. Porque vino Juan a mostraros el camino de la salvación y no le
creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y vosotros,
a pesar de verlo, no os arrepentisteis ni creísteis en él.
2-
Los dos hijos.
· Jesús
se ha negado a dar una respuesta a la pregunta de los jefes de los sacerdotes
(Mt 21,27), pero les propone tres parábolas que ilustran el rechazo de Israel
hacia él y la oferta del reino hecha a los de fuera: los publicanos, los
pecadores y los mendigos. La primera parábola, la de los dos hijos, solo se
encuentra en este evangelio. En ella,
como en el resto de las parábolas, hemos de distinguir entre el significado que
tuvo en los labios de Jesús y la relectura que hicieron los primeros
cristianos.
· Jesús
propone a sus oyentes que reflexionen sobre un hecho concreto, y quiere que lo
hagan desde dos puntos de vista. En primer lugar les pregunta su opinión sobre
la actitud de los dos hijos: ¿Qué os
parece? (Mt 21,28), y mientras van escuchando la comparación y dando su
respuesta, les hace cambiar de punto de vista con una nueva pregunta: ¿Cuál de los dos hijos cumplió la voluntad
del padre? (Mt 21,31).
· Para
captar el mensaje de la parábola tenemos que imaginar cuál era la respuesta que
los oyentes de Jesús estaban dando a la primera pregunta. Un grupo de
campesinos no cristianos de Palestina, a quienes se contó esta parábola
preguntándoles: ¿Qué os parece? ¿Cuál de los dos hijos actuó bien?,
respondieron unánimemente que el segundo, es decir, el que había dicho que sí y
luego no fue a trabajar. Según ellos, el otro hijo había puesto en entredicho
el honor de su padre al desobedecerle; los vecinos pensarían que ese padre no
tenía autoridad sobre su hijo, y que por tanto era un hombre poco honorable. Lo
que más llamaría la atención de los que escuchaban a Jesús sería, sin duda, la
poca vergüenza que mostró el hijo que dijo no a su padre.
· Si
esta era la respuesta que los oyentes de Jesús estaban dando mientras
escuchaban la parábola, la segunda pregunta les haría mirar las cosas desde
otra perspectiva. Lo importante no es quién
se comportó bien, sino quién cumplió
la voluntad del padre. Este era el cambio de perspectiva que Jesús les
invitaba a realizar. Es cierto que los fariseos, los sacerdotes y los ancianos
del pueblo dijeron sí a Dios al aceptar la ley de Moisés. Su actitud, como la
del hijo que dijo sí y luego no fue a trabajar, fue irreprochable desde el
punto de vista de las convenciones sociales, pero desde otro punto de vista su
respuesta ha sido superficial, pues no han cumplido la voluntad de Dios, y el
signo más evidente es que se han negado a acoger la invitación de Juan a la
conversión. Sin embargo, los recaudadores de impuestos y las prostitutas, que
inicialmente dijeron no a Dios, negándose a vivir según sus mandamientos, son
los que han acogido esta última invitación y los que de hecho han cumplido la
voluntad del Padre.
· Leída
en el contexto del ministerio de Jesús, esta parábola daba una respuesta a
quienes le acusaban de acoger a los pecadores y marginados. Jesús responde a
esta objeción proponiendo a sus oyentes que vean las cosas desde otra
perspectiva. Lo que importa –les dice- no son las convenciones externas, sino
la actitud interior; el que honra a Dios no es el que observa unos ritos
externos, sino el que cumple su voluntad. En la comunidad de Mateo esta
comparación explicaba el rechazo de los líderes religiosos de Israel y la
acogida del evangelio por parte de los paganos.
P. Pedro Olalde.