1-
Mateo 22,34-40
· Cuando los
fariseos oyeron que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron, y uno de
ellos, experto en la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es
el mandamiento más importante de la ley? Jesús le
contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente”. En estos dos mandamientos se basa toda la ley y los profetas.
2-
El mandamiento más importante
· Después de la derrota que han sufrido los
saduceos, los fariseos vuelven a reunirse (ver Mt 22,15). Solo Mateo subraya el
carácter organizado del enfrentamiento con Jesús, que culminará en su pasión
(Mt 26,4; 27,1).
· Los fariseos intentan poner de manifiesto que
Jesús no sabe interpretar la ley de Moisés y que por tanto no es una persona
digna de crédito. La cuestión que le plantean es verdaderamente complicada y
responde a una preocupación especialmente sentida entre los fariseos y maestros
de la ley.
· Ante la imposibilidad de recordar y practicar
todos estos preceptos, surgió la pregunta que ellos mismos se hacían, y que
ahora le plantean a Jesús: ¿cuál es el
mandamiento más importante de la ley? Las opiniones de los diversos
maestros de su época eran tan encontradas y eruditas, que quienes le hacen la
pregunta esperan que Jesús no sepa responderles.
· Sin embargo, son ellos los que se quedan
atónitos y sin respuesta ante las palabras de Jesús, que supera de nuevo el
estrecho horizonte del planteamiento que le hacen, y se sitúa al nivel de las
opciones profundas. Lo importante no es saber cuál es el mandamiento más
importante, sino buscar el origen de todos ellos. Jesús propone dos: amar a
Dios y amar al prójimo. Todas las enseñanzas de la ley y los profetas pueden
deducirse de estos dos mandamientos.
· Los primeros cristianos usaban la expresión la ley y los profetas para referirse a
los libros inspirados del AT (Mt 5,17; 7,12; Lc16,16; 24,44; Jn 1,45; Hch
13,15). En Mateo, además, esta expresión recuerda la gran instrucción de Mt 5,17-7,12,
donde Jesús propone una nueva interpretación de la ley y los profetas. Esta era
una problemática especialmente sentida en su comunidad, que durante mucho
tiempo había dependido de la interpretación hecha en las sinagogas (Mt 23,1-7).
· En el pasaje paralelo de Marcos (Mc 12,28-34),
Jesús y el maestro de la ley se dirigen una mutua alabanza. Mateo ha suprimido
esta conclusión para que aparezca más claramente el enfrentamiento entre Jesús
y sus adversarios, que es reflejo del que vive su comunidad con respecto al
judaísmo. También aprovecha esta controversia de Jesús para recordar a los
miembros de su comunidad que la ética cristiana no está basada en una
complicada lista de preceptos, sino en amar a Dios y a los hermanos sin separar
ambos amores, pues ambos se implican
y reclaman mutuamente.
3-
Amor a Dios y amor al prójimo
· El
amor a Dios no es un término pasado de moda, una expresión de la que podría hoy
prescindirse cuando se quisiera hablar de un amor riguroso y desinteresado al
hombre. Dios es más que un hombre, infinitamente más. Es el Dios que se halla
por encima de toda realidad humana y que
ha de ser amado en adoración. Y, no obstante, se da una relación mutua entre el
amor a Dios y el amor al prójimo, por cuanto ambos se condicionan de veras
mutuamente.
· No
hay amor a Dios que no sea ya en sí mismo amor al prójimo y que, sin la
práctica de este último, pueda llegar a serlo realmente. Solo quien ama al
prójimo puede saber quién es realmente Dios. Y, a fin de cuentas, solo quien
ama a Dios podrá darse incondicionalmente a la otra persona para la afirmación
de sí mismo (Karl Rahner en “Dios, amor que desciende”).
4-
El crecimiento en el amor es la tarea más
lenta y costosa para el ser humano
· Quien se tome a pechos esta tarea deberá estar dispuesto
a una lucha encarnizada contra un gigante: su egoísmo.
· Deberá tener una férrea voluntad de proponerse
cada mañana el progreso en el amor al prójimo, y por la noche ver cómo ha
actuado en las diversas circunstancias de la jornada.
· En los momentos de oración, tendrá que purificar
su interior de las adherencias del desamor, que tan fácilmente se pegan al
corazón, para luego, amar una a una a las personas de su entorno.
· Deberá, asímismo, tomar conciencia de la lista
negra de las personas a las que rechaza o siente indiferencia, para ir
reduciendo dicha lista, ante la mirada del Dios todo-amoroso.
· No podrá cejar en este empeño, hasta que acepte
y quiera efectivamente, a todos, y llegue a una actitud abierta, en disposición
de dar un apretado abrazo a cualquier ser humano.
P. Pedro Olalde.