Mc 14,1-15,47; Is 50,4-7; Flp
2,6-11
1-
Mc 14,1-15,47
·
El relato de la Pasión según Marcos es de una
gran sobriedad y expresa mucho desgarro. Nos hace sentir todo el sufrimiento y
el abandono de Jesús. No omite hechos crueles y palabras humillantes. En su
larga agonía de tres horas solo se oyen dos gritos desgarradores, el del
abandono y el final, que no se expresa.
·
Pero esta muerte desgarradora rasga también el
velo del Templo, que significa la total apertura de Dios. Y algunos empezarán a
entender el misterio de Cristo: realmente
este hombre era Hijo de Dios, confesaba el centurión.
2-
Semana Santa
· Hoy
iniciamos la Semana Santa, la más hermosa de todo el año litúrgico. Es el paso del Señor por nuestra historia,
por nuestra vida, que culminará en el gran paso que es la Pascua. Ansiamos que
pase Cristo por nosotros con su luz y su medicina, con su fuerza y con su
Espíritu, y que su paso disipe nuestras tinieblas, sane nuestras heridas, rompa
nuestras ataduras y nos llene de su vida.
· La
memoria de la Pasión y de la Pascua es “subversiva” y comprometida, porque la
cruz contradice los valores dominantes de nuestra sociedad y nos compromete a
renovarnos y crear un hombre nuevo y un mundo nuevo, según el Evangelio.
· Son
días santos los que vamos a vivir, más santos y más intensos que los mejores
Ejercicios Espirituales. Sí, podríamos hacer nuestras las peticiones de S.
Ignacio: Dolor con Cristo dolorido… lágrimas, pena interna,
de tanta pena que Cristo pasó por mí, y amor con Cristo que tanto nos ha amado,
y humildad con Cristo que tanto se ha humillado, y paciencia y capacidad de
perdón y generosidad con Cristo paciente. Pediremos el Espíritu de Cristo, que
nos haga morir y resucitar.
3-
Domingo de Ramos. Ordenad una procesión con ramos (Sal 117,27)
·
No para celebrar un triunfo militar, sino para
acoger al Mesías. El Mesías sabe que es el día de su triunfo, sabe que si callan los niños, hablarían las piedras, pero
sabe también que los poderes de Israel, la gran Jerusalén, lo ha rechazado.
Este rechazo de la gran ciudad, por una parte, y la simpática acogida de los
pobres, por otra, lo conmueven hasta las lágrimas.
· Llora Jesús, no por él, sino por Jerusalén,
porque se está cerrando a su paz y salvación. La ciudad es grande y hermosa,
pero está ciega. Y esta orgullosa ceguera será su ruina. La procesión triunfal
del Mesías ofrece tres características:
·
1- La
humildad. Jesús entra llorando. Los participantes son los discípulos, los
niños y la gente sencilla. Los medios son naturales, como ramos y mantos personales.
Todo tiene el perfume de lo pequeño, sin ninguna ostentación.
2- La mansedumbre. Jesús ha
escogido un burrito para la entrada. No quiere dominar la ciudad por la fuerza,
quiere ganar los corazones con el amor.
3- La
paz. Entra Jesús, el Mesías, con las manos abiertas para bendecir. Los que
lo aclaman lo hacen alabando a Dios y exhibiendo ramos de olivo, en son de paz.
No hay armas por ningún sitio. Se cumple el oráculo del profeta Zacarías: He aquí que viene tu rey, justo y
victorioso, humilde y montado en un asno…Él suprimirá los carros de Efraín y
los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él proclamará
la paz a las naciones (Za 9,9-10).
4-
Dietrich Bonhoeffer, un mártir para nuestros
días
· Dietrich
Bonhoeffer, teólogo, pastor y mártir de la barbarie nazi, tuvo, en sus
últimos años, dos grandes experiencias: la de la mayoría de edad del mundo y la
ausencia de Dios en él. Detesta el nazismo. Su mente poderosa y lúcida le
hicieron captar los graves peligros de esta ideología. Acusa al régimen de
perversión moral, le tacha de idólatra y organiza la Iglesia confesante, una
respuesta crítica a Hitler y a la
Iglesia luterana, que se somete a la cruz gamada.
· Dietrich vuelve de Estados Unidos para estar
junto a su pueblo. Quiere pagar el precio del seguimiento y estar presente en
la lucha contra el nazismo. Se le persigue, se le aísla, se le prohíbe el
trabajo pastoral y docente en la universidad de Berlín. Encarcelado, acepta su
suerte con una enorme serenidad, ayuda a todos y maravilla a sus propios
guardianes. El médico del campo de concentración de Flossenbürg, donde fue
ejecutado en abril de 1945, asegura: Durante
los 50 años que llevo de práctica médica no he visto morir a un ser humano tan
totalmente abandonado a las manos de Dios.
·
Ante la violencia salvaje que desangra el mundo,
surge hoy, entre los cristianos, una pregunta similar a la que se hacía
Bonhoeffer en la prisión de Tegel: ¿Cómo hablar de Dios después Hiroshima, de
Auswichtz…? El mártir de Flossenbürg nos dejó en 1944 unas pistas: Él sugiere: ¿No habéis podido velar una hora conmigo?, pregunta
Jesús en Getsemaní. Esto es la inversión de todo lo que el hombre religioso
espera de Dios y, sin embargo, esto es lo que hay que proponerle al cristiano
de hoy: velar y sufrir, con Dios, la
pasión del mundo.
· Bonhoeffer propone vivir en intramundanidad, sin
evasiones, tratando de descubrir la gracia en el interior de lo humano. Nos
invita a vivir lo humano con cada persona y a ser, como lo fue Cristo, hombres
y mujeres para los demás. Sin miedos, porque el silencio de Dios no es la
ausencia de la Palabra, sino su profundidad. Esa palabra que resuena, muda, en
un mundo autónomo. Un mundo autónomo y sin Dios que reposa firme, en las manos
de Dios, centro absoluto de la realidad.
5-
Ahora me explico mejor el misterio de la
cruz
· Enfermedad, ¿castigo o regalo? En mi
caso la enfermedad de los últimos tres años y medio ha sido y es un gran
“regalo” de Dios. Sólo el Señor y yo sabemos lo que ha supuesto de bien, de
bienes para mi vida personal, para mi trato y relación con los demás, para mi
acción evangelizadora. Yo ya no sería Federico Bellido, el que soy, sin esta
enfermedad. He sufrido muchísimo, pero he gozado, he aprovechado también
muchísimo. Me he convertido, me hice más apóstol, más humano, más comprensivo.
La enfermedad no ha sido un castigo, sino un regalo de mi padre Dios. No sé
explicar el misterio del mal, pero sí que he experimentado el valor humanizador
y santificador del sufrimiento. Ahora me explico mejor el misterio de la cruz
de Cristo, de la muerte. Ahora, entiendo algo más la sabiduría que viene de la
cruz. ¡Bendito sea Dios!
(FEDERICO
BELLIDO, sacerdote, escribió este testimonio el 15-IV-1993. Celebró su pascua
definitiva el 26-VII-1993).
P. Pedro Olalde.