Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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Domingo de Ramos (29 de marzo de 2015)

Mc 14,1-15,47; Is 50,4-7; Flp 2,6-11

1-   Mc 14,1-15,47

·        El relato de la Pasión según Marcos es de una gran sobriedad y expresa mucho desgarro. Nos hace sentir todo el sufrimiento y el abandono de Jesús. No omite hechos crueles y palabras humillantes. En su larga agonía de tres horas solo se oyen dos gritos desgarradores, el del abandono y el final, que no se expresa.

·        Pero esta muerte desgarradora rasga también el velo del Templo, que significa la total apertura de Dios. Y algunos empezarán a entender el misterio de Cristo: realmente este hombre era Hijo de Dios, confesaba el centurión.

2-   Semana Santa

  ·   Hoy iniciamos la Semana Santa, la más hermosa de todo el año litúrgico. Es el paso del Señor por nuestra historia, por nuestra vida, que culminará en el gran paso que es la Pascua. Ansiamos que pase Cristo por nosotros con su luz y su medicina, con su fuerza y con su Espíritu, y que su paso disipe nuestras tinieblas, sane nuestras heridas, rompa nuestras ataduras y nos llene de su vida.

  ·  La memoria de la Pasión y de la Pascua es “subversiva” y comprometida, porque la cruz contradice los valores dominantes de nuestra sociedad y nos compromete a renovarnos y crear un hombre nuevo y un mundo nuevo, según el Evangelio.

 · Son días santos los que vamos a vivir, más santos y más intensos que los mejores Ejercicios Espirituales. Sí, podríamos hacer nuestras las peticiones de S. Ignacio: Dolor  con Cristo dolorido… lágrimas, pena interna, de tanta pena que Cristo pasó por mí, y amor con Cristo que tanto nos ha amado, y humildad con Cristo que tanto se ha humillado, y paciencia y capacidad de perdón y generosidad con Cristo paciente. Pediremos el Espíritu de Cristo, que nos haga morir y resucitar.

3-   Domingo de Ramos. Ordenad una procesión con ramos (Sal 117,27)

·        No para celebrar un triunfo militar, sino para acoger al Mesías. El Mesías sabe que es el día de su triunfo, sabe que si callan los niños, hablarían las piedras, pero sabe también que los poderes de Israel, la gran Jerusalén, lo ha rechazado. Este rechazo de la gran ciudad, por una parte, y la simpática acogida de los pobres, por otra, lo conmueven hasta las lágrimas.

·     Llora Jesús, no por él, sino por Jerusalén, porque se está cerrando a su paz y salvación. La ciudad es grande y hermosa, pero está ciega. Y esta orgullosa ceguera será su ruina. La procesión triunfal del Mesías ofrece tres características:

·        1- La humildad. Jesús entra llorando. Los participantes son los discípulos, los niños y la gente sencilla. Los medios son naturales, como ramos y mantos personales. Todo tiene el perfume de lo pequeño, sin ninguna ostentación.                                                                                                                    

2- La mansedumbre. Jesús ha escogido un burrito para la entrada. No quiere dominar la ciudad por la fuerza, quiere ganar los corazones con el amor.                                                                

3- La paz. Entra Jesús, el Mesías, con las manos abiertas para bendecir. Los que lo aclaman lo hacen alabando a Dios y exhibiendo ramos de olivo, en son de paz. No hay armas por ningún sitio. Se cumple el oráculo del profeta Zacarías: He aquí que viene tu rey, justo y victorioso, humilde y montado en un asno…Él suprimirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él proclamará la paz a las naciones (Za 9,9-10).

4-   Dietrich Bonhoeffer, un mártir para nuestros días

·       Dietrich Bonhoeffer, teólogo, pastor y mártir de la barbarie nazi, tuvo, en sus últimos años, dos grandes experiencias: la de la mayoría de edad del mundo y la ausencia de Dios en él. Detesta el nazismo. Su mente poderosa y lúcida le hicieron captar los graves peligros de esta ideología. Acusa al régimen de perversión moral, le tacha de idólatra y organiza la Iglesia confesante, una respuesta crítica a Hitler y a la Iglesia luterana, que se somete a la cruz gamada.

·    Dietrich vuelve de Estados Unidos para estar junto a su pueblo. Quiere pagar el precio del seguimiento y estar presente en la lucha contra el nazismo. Se le persigue, se le aísla, se le prohíbe el trabajo pastoral y docente en la universidad de Berlín. Encarcelado, acepta su suerte con una enorme serenidad, ayuda a todos y maravilla a sus propios guardianes. El médico del campo de concentración de Flossenbürg, donde fue ejecutado en abril de 1945, asegura: Durante los 50 años que llevo de práctica médica no he visto morir a un ser humano tan totalmente abandonado a las manos de Dios.

·        Ante la violencia salvaje que desangra el mundo, surge hoy, entre los cristianos, una pregunta similar a la que se hacía Bonhoeffer en la prisión de Tegel: ¿Cómo hablar de Dios después Hiroshima, de Auswichtz…? El mártir de Flossenbürg nos dejó en 1944 unas pistas: Él sugiere: ¿No habéis podido velar una hora conmigo?, pregunta Jesús en Getsemaní. Esto es la inversión de todo lo que el hombre religioso espera de Dios y, sin embargo, esto es lo que hay que proponerle al cristiano de hoy: velar y sufrir, con Dios, la pasión del mundo.

·       Bonhoeffer propone vivir en intramundanidad, sin evasiones, tratando de descubrir la gracia en el interior de lo humano. Nos invita a vivir lo humano con cada persona y a ser, como lo fue Cristo, hombres y mujeres para los demás. Sin miedos, porque el silencio de Dios no es la ausencia de la Palabra, sino su profundidad. Esa palabra que resuena, muda, en un mundo autónomo. Un mundo autónomo y sin Dios que reposa firme, en las manos de Dios, centro absoluto de la realidad.

5-   Ahora me explico mejor el misterio de la cruz

  ·     Enfermedad, ¿castigo o regalo? En mi caso la enfermedad de los últimos tres años y medio ha sido y es un gran “regalo” de Dios. Sólo el Señor y yo sabemos lo que ha supuesto de bien, de bienes para mi vida personal, para mi trato y relación con los demás, para mi acción evangelizadora. Yo ya no sería Federico Bellido, el que soy, sin esta enfermedad. He sufrido muchísimo, pero he gozado, he aprovechado también muchísimo. Me he convertido, me hice más apóstol, más humano, más comprensivo. La enfermedad no ha sido un castigo, sino un regalo de mi padre Dios. No sé explicar el misterio del mal, pero sí que he experimentado el valor humanizador y santificador del sufrimiento. Ahora me explico mejor el misterio de la cruz de Cristo, de la muerte. Ahora, entiendo algo más la sabiduría que viene de la cruz. ¡Bendito sea Dios!


(FEDERICO BELLIDO, sacerdote, escribió este testimonio el 15-IV-1993. Celebró su pascua definitiva el 26-VII-1993).

P. Pedro Olalde.

Últimas noticias

El domingo, 15 de febrero y con motivo de la festividad de la Virgen de Lourdes, celebramos misa por Dª Lourdes Díez Arechavala, cuyas cenizas descansan en nuestra Iglesia.

El domingo, 22 de febrero, nuestro capellán, D. Pedro Olalde, impuso la Ceniza, sin que el Orfeón pudiera acompañarnos. El domingo, 15 de marzo, estuvieron de nuevo acompañándonos en la misa dominical.

El sábado, 7 de marzo, a las 12.30 hrs. se celebró misa por los miembros fallecidos del antiguo Orfeón. La misa fue celebrada por el P. Olalde.

En cuanto a las actividades previstas, son las siguientes:

El viernes, 27 de marzo, a las 20.00 hrs. el Orfeón Vasco de Euskal Etxea nos ofrecerá su ya tradicional concierto de Semana Santa.

Las celebraciones de la Semana Santa serán:

El jueves, 26 de marzo, a las 19.00 hrs. se celebrará la Liturgia Penitencial.

El 29 de marzo, Domingo de Ramos, habrá misa a las 12.00 hrs.

El 2 de abril, Jueves Santo, habrá misa a las 18.00 hrs. y después de la misa tendrá lugar la Adoración al Santísimo Sacramento.

El 3 de abril, Viernes Santo, se celebrará el Vía Crucis a las 12.00 hrs. y la "Liturgia de la Muerte y la Pasión del Señor", a las 18.00 hrs.

El 5 de abril, Domingo de Resurrección, se celebrará la misa a las 12.00 hrs.

El próximo domingo, 12 de abril, celebraremos misa por D. José Ramón Etxabe Zubizarreta, cuyas cenizas serán depositadas en el Columbario de nuestra Iglesia. Esta misa será acompañada por el Orfeón Vasco de Euskal Etxea.

Actividades de difusión del Tricentenario

La Junta Directiva está haciendo un gran esfuerzo por dar a conocer la Congregación y el Tercer Centenario.

En este esfuerzo se inscriben las visitas de los días 10 y 11 de marzo al Lehendakari D. Íñigo Urkullu, en la sede del Gobierno Vasco en Vitoria, a las Juntas Generales de Álava y a la Diputación de Álava, a las Juntas Generales de Guipúzcoa y a la Cadena SER Euskadi en San Sebastián. A las autoridades se les ha transmitido personalmente la invitación a la celebración del III Centenario de la Real Congregación.

A estas visitas asistió una representación de la Congregación, formada por: D. José Manuel Cajigas García-Inés (Presidente), D. Antonio de Orbe Díaz (Vocal Nato), D. Francisco García Ansa (Tesorero) y D. Carlos Hernández Basilio (Vicepresidente por Álava).

El Lehendakari, D. Íñigo Urkullu, recibió muy amablemente a los miembros de la Congregación dedicándoles mucho más tiempo del previsto. Les sorprendió con el conocimiento que tenía de la Congregación y ha aceptado ser miembro de honor de la misma. Ha comunicado también su intención de realizar una visita a la Real Congregación a lo largo del año 2015 con motivo del III Centenario.


En la web del Gobierno Vasco, quedó reflejada esta visita:


En otra visita realizada a la Diputación de Álava, fueron recibidos con cordialidad y afecto por el Diputado General, D. Javier de Andrés y por el Presidente de las Juntas, D. Juan Antonio de Zárate, cuyas imágenes pueden verse en el siguiente enlace:


En San Sebastián, les recibió y escuchó con atención y simpatía la Presidenta de las Juntas Generales de Gipuzkoa, Dª Lohitzune Txarola Gurrutxaga.

Tal y como hemos informado, la entrevista en la cadena SER con la periodista Dª Aloña Velasco, que estuvo encantadora, se retransmitió el sábado 14 de marzo a la 1 de la tarde en el programa "A vivir que son dos días Euskadi". La entrevista puede descargarse en el siguiente enlace:


En resumen, la labor de difusión e información que ha de seguir para dar a conocer el III Centenario y la Congregación, ha sido muy positiva.

5º Domingo de Cuaresma (22 de marzo de 2015)

Jn 12,20-33

Entre los que habían llegado a Jerusalén para dar culto a Dios con ocasión de la fiesta, había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era natural de Betsaida de Galilea, y le dijeron: Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe se lo dijo a Andrés, y los dos juntos se lo hicieron saber a Jesús. Jesús dijo: Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; solo entonces producirá fruto abundante. Quien vive preocupado por su vida, la perderá; en cambio, quien no se aferre excesivamente a ella en este mundo, la conservará para la vida eterna. Si alguien quiere servirme, que me siga; correrá la misma suerte que yo. Todo aquel que me sirva será honrado por mi Padre.                                                                                  

Me encuentro profundamente abatido; pero, ¿qué es lo que puedo decir?  ¿Padre, sálvame de lo que se me viene encima en esta hora? De ningún modo; porque he venido precisamente para aceptar esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces se oyó esta voz venida del cielo: Yo lo he glorificado y volveré a glorificarlo. De los que estaban presentes, unos creyeron que había sido un trueno; otros decían: Le ha hablado un ángel. Jesús explicó: Esta voz se ha dejado oír no por mí, sino por vosotros. Es ahora cuando el mundo va a ser juzgado; es ahora cuando el que tiraniza a este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo una vez que haya sido elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí. Con esta afirmación, Jesús quiso dar a entender la forma en que iba a morir.

1-   Queremos ver a Jesús

·        Unos griegos, tocados sin duda por la gracia, buscan a Jesús, como aquellos Magos que seguían la estrella. Ellos han oído hablar de Jesús, y piden la mediación de alguno de los discípulos que tienen nombre griego. Eran temerosos de Dios y estaban en Jerusalén con motivo de la Pascua.

·       Vale la pena que nos detengamos en la petición de estos griegos. La carta Nuevo Milenio la recoge como eje de un hermoso capítulo. Estos hombres piadosos representan a todos los que de algún modo u otro buscan a Jesús y quieren abrirse a su presencia. La gracia sigue actuando en el corazón de muchos intelectuales, de muchos jóvenes, de mucha gente sencilla, de muchos pobres. Nosotros, los discípulos, que ya hemos visto a Jesús y lo seguimos, tenemos que dar respuesta a esta búsqueda reiterada Y ya no valen las palabras. A nadie le vamos a convencer con nuestras razones. Hoy todos quieren ver, quieren palpar. Por eso se necesitan testigos, solo convencen los místicos. Hablaremos de Jesús, llevaremos los griegos a Jesús, pero desde la experiencia.

2-   Iconos de Cristo

  ·        Los contempladores del rostro de Cristo tienen que, no solo sabérselo, sino asemejarse a él, que se vayan configurando con él, como Francisco de Asís. Quien veía a Francisco veía a Cristo. Los griegos quieren ver a Jesús en nosotros. Y nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos como en un espejo la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente, conforme a la acción del Señor, que es Espíritu” (2Co 3,18). Quien veía a Cristo, veía al Padre; quien vea a un cristiano, verá a Cristo (Jn 14,9).

 ·          A lo largo de la Cuaresma hemos ido contemplando a Cristo, conformándonos con él.  La Pascua debe conseguir el toque de la total transfiguración. Tarea nuestra es quitar nuestras desfiguraciones cristianas, nuestras fealdades humanas. O mejor, dejar que el Espíritu Santo, divino artista, vaya modelando en nosotros la verdadera imagen de Cristo, nuestro Señor.

··    No es fácil dejarse trabajar, porque nuestro material pone muchas resistencias a aceptar este proceso de muerte. Pero la gracia del Espíritu nos acompaña y nos sostiene. Si le dejamos, al final la obra será perfecta.

3-   La hora de Jesús y las nuestras

·        Cuando es aclamado y buscado hasta por los extranjeros, Jesús se agita y se conmueve. Presiente el futuro inmediato, la muerte espantosa que le espera. Parece incluso que las tinieblas se apoderan de él y que ya no entiende nada. En su angustia, Jesús grita: Padre, líbrame de esta hora.  

·    Contemplamos esta hora de Jesús con piedad y agradecimiento. Jesús bajó hasta nuestras realidades más oscuras. Fue así como pudo redimirlas. Todos podemos pasar por momentos parecidos, pero ahora sabemos que ya no estamos solos. En la noche más triste y dolorosa Jesús estará, compartiendo, a nuestro lado.

·       Nuestras horas difíciles pueden ser tantas, desde la enfermedad, propia o de un ser querido, al fracaso; desde la crisis económica, profesional, familiar, a la incomprensión y el rechazo; desde un caer en desgracia a la muerte, quizá violenta, quizá estúpida, de una persona cercana… y la soledad y los miedos y la vejez anunciada. Pero todo está redimido, todo puede tener su “gracia”, Jesús estará siempre en nosotros y con nosotros, sufriendo y confortando.

4-   Un evangelio sin cruz es un consuelo barato

·        El seguimiento auténtico de Jesús implica cruz. No supone, por supuesto, la búsqueda de la cruz por la cruz, sino la asunción de la cruz que estará presente en el cristiano que, por su deseo de imitar a Jesús, se va comprometiendo en su vida, construyendo el reino de Dios.

·        Quien trate de seguir los pasos de Jesús imitándole en el amor a Dios y al prójimo, quien se afane por implantar la justicia en un mundo movido por el egoísmo, se encontrará con la oposición más despiadada de éstos últimos. De este modo, el seguidor de Jesús se encontrará con la cruz, a menos que decida conformarse con el espíritu del mundo.

·    Testimonio: Dietrich Bonhoeffer, el mártir del nacismo, en su libro “El precio de la gracia”, escribe: “La gracia que cuesta cara es el Evangelio, el don que se debe pedir, la puerta a la que hay que llamar. La cruz es el sufrimiento que resulta para nosotros únicamente del hecho de estar vinculados a Jesús. La cruz no es un sufrimiento fortuito, sino necesario. Un cristianismo que no tomaba en serio el seguimiento, que había hecho del Evangelio sólo un consuelo barato de la fe debía entender la cruz como un mal cotidiano, como la miseria y el miedo de nuestra vida natural. Olvidaba que la cruz siempre significa, simultáneamente, ser rechazado, que el oprobio del sufrimiento forma parte de Cristo. Sólo la vinculación a Cristo, tal como se da en el seguimiento, se encuentra seriamente bajo la cruz. La cruz es impuesta a todo cristiano. Toda llamada de Cristo conduce a la muerte”.

P. Pedro Olalde.

Entrevista en la Cadena SER

El pasado 11 de marzo, el Presidente de nuestra Congregación, José Manuel Cajigas, realizó una entrevista en la Cadena SER Euskadi con la periodista Aloña Velasco, donde habló de la historia de la Congregación, su misión actual y los preparativos que se están realizando para la celebración del III Centenario.

La entrevista fue transmitida en el programa "A vivir que son dos días Euskadi", el sábado, 14 de marzo a la 1 de la tarde y puede descargarse en el siguiente enlace:

http://cadenaser.com/emisora/2015/03/13/radio_bilbao/1426267995_370932.html

3º Domingo de Cuaresma (8 de marzo de 2015)

Jn 2,13-25

Como ya estaba próxima la fiesta judía de la pascua, Jesús fue a Jerusalén. En el templo se encontró con los vendedores de bueyes, ovejas y palomas; también estaban allí, sentados detrás de sus mesas, los cambistas de dinero. Jesús, al ver aquello, hizo un látigo de cuerdas y echó fuera del templo a todos, con sus ovejas y bueyes; tiró al suelo las monedas de los cambistas y volcó las mesas; y a los vendedores de palomas les dijo: Quitad eso de aquí. No convirtáis la casa de mi Padre en un mercado. Sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu casa me consumirá”.

Los judíos le salieron al paso y le preguntaron: ¿Qué señal nos ofreces como prueba de tu autoridad para hacer esto? Jesús replicó: Destruid este templo, y en 3 días yo lo levantaré de nuevo. Los judíos le contestaron: Han sido necesarios 46 años para edificar este templo, ¿y piensas tú en reconstruirlo en 3 días? El templo de que hablaba Jesús era su propio cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó de entre los muertos, los discípulos recordaron lo que había dicho, y creyeron en la Escritura, y en las palabras que él había pronunciado.

1-   El gesto profético de Jesús en relación con los mercaderes del Templo es una crítica contra el mercantilismo del culto judío y contra su nacionalismo excluyente. Por otra parte, anuncia un culto nuevo, en espíritu y en verdad, un templo nuevo, enteramente abierto a todos; pero él hablaba del templo de su cuerpo. No más holocaustos y sacrificios que los del corazón, los de la vida. No más templos de piedra.

2-   Los echó a todos del templo.

·  Los echó del templo, porque comerciaban con su Padre, porque el templo lo estaban profanando, ya no valía, y Dios estaba cansado de tanta grasa y tanta sangre, y Dios allí se asfixiaba, se aburría; y porque tenía demasiadas barreras, demasiadas llaves, mientras los pobres fuera rezaban y entregaban lo poco que poseían.

3-   Él hablaba del templo de su cuerpo

·   Los discípulos vieron y creyeron que el verdadero templo de Dios era Jesús, que él era la morada de Dios entre los hombres, la presencia de Dios en la tierra. Si de veras quiere el hombre encontrar a Dios, lo encontrará en él.

·   Esta es una doctrina seductora. Ya no necesito ir a Jerusalén ni a Roma ni a Santiago para encontrar a Dios. Lo encuentro en Cristo, y él está en la Eucaristía y en otros templos que no son de piedra.

·     Si Cristo es templo de Dios, también a la Iglesia podemos considerar templo de Dios (1Pe 2,5). Y todo hombre puede ser un templo. Todo el que de un modo u otro se une a Cristo es un templo vivo. A todos estos templos los hemos de respetar y servir, como a verdaderas casas de Dios (1Co 3,16-17; 2Co 6,19).

·  Especial atención merecen los templos dolientes, los templos afectados y arruinados, los templos explotados y violados, los templos oprimidos y vendidos. Para defender estos templos, Cristo volvería a levantar el látigo.

4-   Hombre religioso. Hombre creyente.

·   El templo forma más bien parte del hombre religioso que del hombre creyente. El hombre religioso necesita más mediaciones, apoyaturas humanas, para encontrarse con Dios. El creyente, el que vive de la fe, encuentra a Dios en toda la vida, y entrega toda su vida a Dios.

·    El hombre religioso sacraliza todo aquello que puede haber tenido una relación con Dios. Si Dios se le ha manifestado, levanta en el lugar de la experiencia un altar, un templo, que le sirva de recordatorio. El creyente que ha tenido una experiencia de Dios levanta un altar en su propio corazón, y donde quiera que vaya llevará el memorial de su encuentro. “¿Qué templo podréis construirme o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío, oráculo del Señor. En ése pondré mis ojos, en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras” (Is 66,1-2). He ahí, pues, el templo que Dios prefiere, un corazón humilde, un corazón que escucha y guarda la palabra, una persona que vive de la fe.

·   Si hablamos de comunidades, las que siguen una línea más religiosa gustan de signos, imágenes, santuarios, ritos, devociones… Las que viven más en la fe prefieren un culto más existencial. Porque, en definitiva, ¿cuál es el culto que Dios quiere, el de los ritos y sacrificios o el del espíritu y la misericordia?

·      El sacerdote y el levita de la parábola eran hombres religiosos. Dejan al herido en el camino para ir a dar culto a Dios en el templo. El samaritano, no muy ortodoxo,  era un hombre de fe, que centra su religión en la misericordia con el caído. No es extraño que los discípulos de Jesús, cuya religión estaba en al fidelidad al Padre y en la comunión con los hermanos hasta la entrega, una vez que se despegaron del judaísmo, no tuvieron templos, por lo cual les tildaron de ateos.

·      El Dios de Jesucristo no es el Dios del culto y de los templos; es el Dios de la misericordia, de la libertad y la vida. Gloria Dei, homo vivens: la gloria de Dios es el hombre viviente. La gloria de Dios es que el hombre viva, y pueda entregar la propia vida para que el otro viva; defender la vida para que todos vivan.

5-   Templos profanados.

 ·   El texto evangélico realza la acción contra los mercaderes y profanadores del templo judío. Teniendo en cuenta cuáles son los templos preferidos de Dios, la escena del látigo de Jesús se vería hoy actualizada en millones y millones de situaciones. Porque ¿quiénes y cuántos son los que mercadean, los que violan, los que profanan templos? ¡Qué lista negra, roja, amarilla más fea y larga! No hablamos del comercio que se puede seguir dando en torno a lo sagrado, sino de la profanación de los templos humanos.

·    Las profanaciones pueden ser corporales, psicológicas y espirituales. Pueden referirse a la vida: muertes por hambre o violencia; a la salud: pobreza y enfermedades que podrían ser curadas; al sexo: todo tipo de degradación y comercio; a la libertad: tantos excluidos y marginados; a la cultura: empobrecida en valores o sin posibilidad de acceso a ella; al espíritu: negaciones, escándalos, falta de libertad religiosa o fanatismos inhumanos,…

P. Pedro Olalde.

2º Domingo de Cuaresma (1 de marzo de 2015)

Mc 9,2-10 // Gn 22,1-2.9-12.15-18

1-   Dios quiso poner a prueba a Abrahán, y lo llamó: ¡Abrahán! Él respondió: Aquí estoy. Y Dios le dijo: Toma a tu hijo único, a tu querido Isaac, ve a la región de Moria, y ofrécemelo allí en holocausto, en un monte que yo te indicaré. Llegados al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó el altar; preparó la leña y después ató a su hijo Isaac poniéndolo sobre el altar encima de la leña. Después Abrahán agarró el cuchillo para degollar a su hijo, pero un ángel del Señor le gritó desde el cielo: ¡Abrahán! ¡Abrahán! Él respondió: Aquí estoy. Y el ángel le dijo: No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ya veo que obedeces a Dios y que no me niegas a tu hijo único. Abrahán levantó entonces la vista y vio un carnero enredado en un matorral y le ofreció en holocausto en lugar de su hijo.                                                                          

    El ángel del Señor volvió a llamar desde el cielo a Abrahán, y le dijo: Juro por mí mismo, palabra del Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu único hijo, te colmaré de bendiciones y multiplicaré inmensamente tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena de las playas. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra alcanzarán la bendición a través de tu descendencia, porque me has obedecido (Gn 22,1-2.9-12.15-18).

·     El sacrificio de Isaac es una página dramática, que siempre nos ha conmovido. El ofrecer a Dios en sacrificio a los propios hijos no era raro en tiempos de Abrahán. En la misma Biblia aparece el sacrificio de la hija de Jefté (Jc 11,30-39). Eran aberraciones religiosas.

·     Pero la página del Génesis está llena de significado. Dios no pide un sacrificio cruento, sino incruento. Dios pide a Abrahán que no haga de su hijo un absoluto, que sea capaz de entregarle lo que más quiere, que sea capaz de renunciar, no solo a su pasado, sino a su futuro, que confíe solo en Él. Y Abrahán dijo sí, por eso creció su paternidad hasta la inmensidad. Para crecer hay que sacrificar el propio yo.

·    Dichoso Abrahán que creyó hasta el final. Bendito Abrahán que se fio de Dios sin límites. Admirable Abrahán que se entregó a Dios en su totalidad, entregó cuanto tenía, cuanto amaba y esperaba, vaciándose de deseos e ilusiones, proyectos soñados en el hijo. Pobre Abrahán que ya no poseía nada ni esperaba nada, Abrahán en carne viva por los cortes obligados.

·     Abrahán será, por ejemplo, el padre de los que entregan a Dios sus hijos. ¡Y cómo cuesta a veces!, ¡quizá el único hijo-hija, el mejor…! Será el padre de los que renuncian a tener hijos propios para entregarse más a todos. Será el padre de los que se cargan de hijos, en contra del ambiente y a pesar de las dificultades. Será el padre de los que adoptan otros hijos y los quieren como propios. Será el padre de todos los padres en la fe, de todos los hijos de la gracia.

·     Si Dios te pide el hijo primogénito, no es por fastidiar, Dios no es cruel, sino para liberar y enriquecer. Si Él te pide, no temas, que Él mismo te dará la fuerza. Dios quiere vaciarte, es verdad,  la “nada”, pero es para llenarte, el “todo”. San Juan de la Cruz lo dijo.                                                                                         

    Tu hijo primogénito: es todo aquello que más quieres, que más valoras, que más te prestigia, sin lo cual no serías nada; aquello que más te cuesta dejar, que te da más seguridad o más valor, a lo que estás más acostumbrado.

2-   Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, los llevó a solas a un monte alto y se transfiguró ante ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero del mundo podría blanquearlos. Se les aparecieron también Elías y Moisés, que conversaban con Jesús.               

     Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban tan asustados que no sabía lo que decía. Vino entonces una nube que los cubrió y se oyó una voz del cielo desde la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.      

     De pronto, cuando miraron alrededor, vieron solo a Jesús con ellos. Al bajar del monte, les ordenó que no contaran a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos. Ellos guardaron el secreto, pero discutían entre sí sobre lo que significaría aquello de resucitar de entre los muertos. (Mc 9,2-10)

·    El Tabor es un anticipo de la gracia. Sus ráfagas de luz y sus brotes de alegría ayudan a             caminar. El Tabor está ahí, aparece en medio del camino, para iluminar  la noche, para aliviar la dureza, para fortalecer la fe y encender la esperanza.

·      En el Tabor lo que se manifiesta primero es la presencia de Dios, la proximidad de su gloria, los efectos de su soberana belleza. Pero esta experiencia no era el final, sino un anticipo brevísimo del final. Se hacía necesaria para coger fuerza en la parte última del camino, que sería muy costosa y muy penosa.

·      En el Tabor hubo teofanía y transfiguración. Dios toca la montaña, que se ilumina y enciende. Como en el Sinaí, pero sin estrépito y sin miedos, todo con paz y con gozo. Las Nube del Espíritu envuelve a los presentes, penetrándolos. El Padre presenta al Hijo amado, la Palabra que debe ser escuchada. Y el Hijo está transfigurado, repitiendo el Abbá. Moisés y Elías, los representantes más cualificados del AT, ceden el puesto a Jesús. Él es la nueva ley, el Testamento definitivo. Pero una ley y un Testamento que serán sellados en la propia sangre.

·      Los tres discípulos presentes no se enteran mucho, están como embriagados de felicidad y les da pena que aquello se termine. Sin embargo una marca les queda en el alma, la recordarán en su momento (2Pe 1,17-18).

·      Necesitamos estas experiencias del Tabor, aunque sean pequeñas y sencillas. Necesitamos que Dios se haga sentir de algún modo, para que la noche no se prolongue con exceso o la dureza del camino no se haga insoportable. Necesitamos:          
                        
1- La presencia del Padre: que nos envuelva en su regazo, que conteste a nuestra llamada, que nos hable de su Hijo y nada temamos.

           2- La presencia del Hijo: que nos dé la mano y nos acompañe en el camino, que
           lo sintamos cerca, lo veamos en los hermanos y no dudemos de su amor.

     3-La presencia del Espíritu: que nos envuelva y nos penetre, que nos haga
     rebosar de alegría y de fuerza, que aliente y fecunde toda nuestra vida.


·        Estas transfiguraciones pueden ser sencillas. No hace falta subir a ningún monte ni encerrarse en ningún convento. Pueden suceder en una celebración, en un encuentro, en una palabra o gesto, en un rato de oración o de escucha, en una lectura o en una conversación, en un trabajo o en un descanso o en una contemplación, en un sufrimiento, en un acontecimiento familiar, en un éxito profesional, quizá en un fracaso o una ruptura… porque son un milagro.

P. Pedro Olalde.