Jn 10,11-18
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; no
como el asalariado que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas.
Éste, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye. Y el lobo hace presa en
ellas y las dispersa. El asalariado se porta así, porque trabaja únicamente por
la paga y no tiene interés por las ovejas. Yo soy el buen pastor; conozco a mis
ovejas y ellas me conocen a mí, lo mismo que mi Padre me conoce a mí y yo lo
conozco a él. Y, como buen pastor, yo doy mi vida por las ovejas. Pero tengo
otras ovejas que no están en este redil; también a éstas tengo que atraerlas,
para que escuchen mi voz. Entonces se formará un rebaño único, bajo la guía de
un solo pastor.
El Padre me ama, porque yo doy mi vida para tomarla de nuevo. Nadie
tiene poder para tomarla de nuevo. Nadie tiene poder para quitármela; soy yo
quien la doy por mi propia voluntad. Yo tengo poder para darla y para
recuperarla de nuevo. Esta es la misión que debo cumplir por encargo de mi Padre.
1- Los guías modernos. Al tiempo de
redactar estas líneas, la sociedad española está indignadísima por la
proliferación de tantos y tantos guías políticos que, cada vez en mayor número,
saltan a las páginas de los periódicos. Las cadenas de televisión se hacen eco
de la indignación de los ciudadanos, que en un momento de grave crisis se hacen
conscientes de que muchos que han ocupado puestos de gran responsabilidad, se
han beneficiado con pingües salarios y tarjetas negras para “gastos de
representación”, que las utilizaban para viajes, estancias en hoteles de lujo,
compra de joyas… Todo esto acontece en un momento de grandes recortes, como en
educación y salud, con una tasa de desempleados del 25%, con miles de casos de
familias desesperadas por desahucios o recortes para atender a personas
dependientes.
2- Juan
10,11-18. La página evangélica de hoy, habla de los guías espirituales.
Entre ellos sobresale uno, por su peculiaridad, Jesús, a quien el evangelista
Juan le retrata como el Buen Pastor.
· En contraste con los guías modernos, este modelo
de pastor vive austeramente sirviendo, ayudando, dando vida, desviviéndose por
sus ovejas. ¡Qué pena que pase desapercibido para tantos otros pastores que se
nutren de la leche y carne de las pobres ovejas, a las que deberían servir!
· El modelo de pastor Jesús vio a las ovejas
amenazadas y heridas de muerte y se dedicó en cuerpo y alma para darles vida. Olvidándose de sí, las
atendió con esmero para procurarles una vida que valiera la pena, una vida
abundante, creciente, verdadera.
· Venía cargado de alimentos y medicinas. Como
aquel samaritano que se volcó sobre el que estaba herido en el camino,
procurándole vendas, aceite y vino.
·
El texto de hoy también habla de pastores
asalariados, a quienes nada les importan las ovejas, que huyen cuando llega el
lobo, aunque éste ocasione muertes y heridas en el rebaño.
·
La enorme diferencia entre el buen pastor y los
asalariados consiste en que el primero quiere
a las ovejas, mientras que los segundos están centrados en su propio interés
que les lleva a buscar su provecho particular, sin arriesgar mínimamente su
vida.
3- ¿Qué se espera hoy de un guía espiritual? Lo
primero que espero es que anuncie la Palabra de Dios, no su propia palabra. La
condición para ello es que él mismo conozca las Escrituras y que no le resulte
extraña la realidad de mi vida, de nuestra vida.
·
Espero del guía que sea modesto y viva con
sencillez; que sepa callar cuando otros hablen y que siga teniendo palabras
cuando otros enmudezcan. Espero que ore, que sea profundo y que me haga
partícipe de sus profundidades cuando yo corro a menudo peligro de meterme de
lleno en la superficialidad de la vida cotidiana.
· Espero de él que tenga tiempo para las personas,
siempre que vengan y pregunten: ¿Tiene usted un poco de tiempo para mí? ¡Es el
tiempo de Dios! El guía es para mí la garantía del tiempo que Dios tiene para
mí.
·
Espero del guía que lea y se haga preguntas; hay muchos que ya no se
hacen preguntas y por eso no pueden dar tampoco respuestas. Espero del guía que
venga a verme, que venga a ver a nuestra familia; que no aguarde a que nosotros
vayamos a él. Espero mucho del guía, quizás demasiado.
4-
Testimonio. Una extraña vocación. Yeyo
Pumba era un crío al que, cuando se hizo mayor, le preguntaron en casa: ¿Qué
quieres ser? ¿Abogado, ingeniero, militar, farmacéutico…? ¿Qué?
·
Él dijo: “Yo quiero ser pacificador”. –“¡Qué
carrera tan rara! No existe; nadie la estudia”. –“Pues yo seré el primero. Y
escribiré libros para que muchos estudien esa carrera”. Lo aseguró con tanta
firmeza, tan resuelto, que nadie se atrevió a replicarle. Solo su padre, con
cierta emoción, le dijo:
· -“Los ingenieros hacen puentes, puertos; montan
industrias. Los arquitectos, casas…Los pacificadores, ¿qué van a hacer?”
–“Verás”, dijo Yeyo Pumba, “conseguirán que las cabezas de los hombres sean más
claras, los corazones, más grandes, los bolsillos más chicos”…
· Y Yeyo continuó: “Los números premiados en cada
sorteo de la lotería coincidirán con los números de favores, besos, abrazos que
cada persona haya hecho o dado a los demás. De esta manera, sin comprar
décimos, pueden participar todos en el sorteo”.
· Y continuó diciendo: “Los cartuchos de escopeta,
los casquillos de las balas, las cápsulas mortíferas, se regalarán a
laboratorios químicos para que en ellos se envasen vitaminas, tabletas o
píldoras calmantes”…
·
Y añadió: “Las armas se enterrarán en fosas
profundísimas, guardando una de cada clase, con su historial macabro, para
crear el Museo del Escarmiento. Al que derrame sangre de otro, mucha o poca, se
le obligará a restituirla inmediatamente, de sus propias venas, aunque el otro
muera desangrado… Por último, la decisión o el tratado menos importante de los
ministros de gobierno debe estar avalado por las firmas de todo el país… y si
no, no vale”.
(Jorge Sanz Vila)
P. Pedro Olalde.