1-
Jesús dijo esto para indicar la clase de
muerte con la que Pedro daría gloria a Dios. Después añadió: Sígueme. Pedro
miró alrededor y vio que, detrás de ellos, venía el otro discípulo al que Jesús
tanto quería, el mismo que en la última cena estuvo recostado sobre el pecho de
Jesús y le había preguntado: Señor, ¿quién es el te va a entregar? (Jn
21,19-20).
·
Señor, en
el pasaje anterior al de hoy, le hiciste a Pedro una triple pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
Veo que esta escena acaba con tu invitación a Pedro de seguirte. Él se pone
en camino detrás de ti y se da cuenta que os sigue tu discípulo amado. Era el
que en la Cena tuvo el privilegio de apoyarse en tu pecho y recibió tu
confidencia de quién era el traidor.
·
Hay 2 que
te siguen en este relato: el D. A., que nunca dejó de seguirte, y Pedro, que te
negó 3 veces, pero a quien rescataste para que no se perdiera. Juan no dice
nada en este pasaje; sólo Simón Pedro habla para plantearte una cuestión sobre
el discípulo Juan.
·
Detrás de
estos 2 seguidores, yo también emprendo mi seguimiento. Ningún otro camino me
atrae; sólo el tuyo me fascina. Día tras día, te seguiré, Jesús, adonde quiera
que vayas. Tu grupo es el que ha tomado la opción a favor del hombre. Hago mía
esta decisión y anhelo ser un testigo tuyo con la fuerza de tu Espíritu.
2-
Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: Señor,
y éste ¿qué? Jesús le contestó: Si yo quiero que él permanezca hasta que yo
vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme. (21,21-22).
· Cuando
Pedro ve al otro discípulo, siente deseos de saber su futuro. Ve que este
discípulo ha sido más fiel que él (que ha negado 3 veces). Y ahora que Pedro ha
sido invitado a seguirte, Jesús, y le has anunciado una muerte como la tuya,
piensa hacerlo con mayor seguridad yendo detrás de aquel que te acompañó hasta
la cruz (19,26s). Por eso pregunta por la ruta del otro: imitándolo a él
evitaría toda desviación.
· No le contestaste a Pedro. Afirmaste que el porvenir del otro depende de él.
· No le contestaste a Pedro. Afirmaste que el porvenir del otro depende de él.
Y que a Pedro no le interesa. Tú le contrapones la hipótesis de que el otro no
va a morir, sólo para subrayar la independencia de la ruta de cada uno.
·
Sí, lo
que importa es seguirte fielmente, Jesús, entregándose a los demás. Aunque el
D. A. no hubiese de morir, para Pedro el único itinerario es el que tú le has
marcado: manifestar la gloria de Dios, dejando que le arrebaten la vida por
amor a las ovejas.
·
Mientras sigo viniendo enlaza las
venidas futuras con las que han tenido lugar a partir de la primera, cuando
constituiste la nueva comunidad (20,19: Llegó
Jesús haciéndose presente en el centro), dándole la misión y el Espíritu
(20,21-22). La 2ª representaba el modo habitual como tú, Jesús, te haces
presente en tu comunidad reunida (20,26); la 3ª eran tus llegadas en la
Eucaristía (21,13), momento privilegiado que corona tu presencia continua en la
misión (21,4). Misión y Eucaristía serán la vida de la comunidad en medio del
mundo.
·
Tú sígueme a mí. Tú, Jesús, no admites
que se te pueda seguir a través de un intermediario, aunque éste sea el D. A.,
el más cercano a ti. Pedro dudaba de tu amor, pero ahora se da cuenta de que lo
quieres contigo, junto a ti, como lo estaba el otro discípulo en la Cena
(13,23). Sí, Pedro debe responder a la cercanía e intimidad, que tú, Jesús, le
ofreces, y responder a ella siguiéndote a ti. Tú eres el único camino hacia el
Padre.
3-
Estas palabras fueron interpretadas por los
hermanos en el sentido de que este discípulo no iba a morir. Sin embargo, Jesús
no había dicho a Pedro que aquel discípulo no moriría, sino: “Si yo quiero que
él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?” (21,23).
· A los
cristianos se les llama ahora hermanos y se designa a Jesús por su nombre, no
por el título de “Señor”, que le han dado los discípulos (21,7.12). En la
comunidad de hermanos, Jesús es un hermano (20,17).
· Se
termina el evangelio recordándonos Jesús la libertad que él da, y extiende a
todos la advertencia hecha a Pedro. Subraya así la dignidad de cada discípulo y
su vinculación con Jesús.
· Tú,
Jesús, siempre me consideras no como un súbdito, sino amigo, y te pones a mi
servicio, como yo debo hacer con mis hermanos. Una vez más, quiero renovar mi
opción de entrega para construir tu reino.
· Sí, sólo
renunciando a toda ambición de preeminencia y aceptando el plan del amor
salvador de Dios, se puede, Jesús, empezar tu seguimiento.
· Mi
vínculo contigo, anhelo, Jesús, que sea de amistad. Tengo que recorrer mi
propio camino y afrontar mi propia responsabilidad, viviendo en amor y en
fraternidad. Así, iré realizándome en tu seguimiento en la espera de la etapa
definitiva junto al Padre.
4-
Este discípulo es el mismo que da testimonio
de todas estas cosas y las ha escrito. Y nosotros sabemos que dice la verdad.
Jesús hizo muchas otras cosas. Si se quisieran recordar una por una, pienso que
ni en el mundo entero cabrían los libros que podarían escribirse. (21,24-25).
· Se afirma
que este evangelio ha sido escrito por el D. A. Viene a significar que es el
testimonio del que era confidente de Jesús y que, por haberlo seguido, vio la
manifestación de su gloria (19,35).
· La
comunidad ha recibido y aceptado el testimonio del evangelista. Sus miembros saben que ese testimonio es verdadero.
El plural sabemos enlaza con la
declaración de la comunidad al principio del evangelio, donde se afirmaba su
común contemplación y participación de la gloria de Jesús (1,14: hemos contemplado su gloria; 1,16: todos nosotros hemos
recibido).
· “Contemplar
la gloria” es tener la experiencia del amor que se recibe; ella le permite
ratificar que el testimonio es verdadero. Dar testimonio de Jesús es transmitir
la vivencia de la relación con él, hecho presente por el Espíritu.
· La
hipérbole: no cabrían los libros en el
mundo entero declara que lo escrito es sólo una pequeña parte de lo que
hizo Jesús. No interesa saber, sino penetrar su significado. Para conocer a
Jesús, basta llegar a su interior y comprender su significado esencial.
P. Pedro Olalde.