Lc 12,32-48
1-
Lucas 12,32. No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha querido daros el
reino.
·
El
hecho de que Dios ha querido darme a mí su reino significa que Dios mismo se me
da con todo su amor, y yo podré vivir acogiendo a diario este AMOR en una
oración fervorosa.
·
Encuentro
dificultad en explicar esto que es tan grandioso: Dios sueña en hacer de mí
algo sublime: me da su Espíritu, su Amor, su Vida, y lo que más quiere es que
me dé CUENTA de lo que Él está haciendo en mí: un SER SEMEJANTE a ÉL, con
capacidad de amarle con TERNURA.
·
El
DARME CUENTA de que Dios es mi Padre que me ama con ternura, es lo primero que
tengo que hacer si quiero vivir mi fe de un modo positivo.
·
En
mi oración a solas, hay dos cosas a hacer. UNA: SENTIRME amado por Dios. Puedes
decirle una y otra vez: Tú me quieres,
Dios mío, mucho más que mis padres. De ellos recibí la vida humana; de Ti
recibo la vida humana, la vida espiritual, los frutos de la tierra e infinidad
de bienes.
·
DOS:
EXPRESAR TU AMOR a Dios. Dile: De nadie
he recibido tanto como de Ti, Dios mío. Te doy infinitas gracias y te AMO de
todo corazón.
·
A
los hombres se nos ha concedido el privilegio de un Amor Mayor, para recorrer
el camino de la vida, disfrutando de la compañía entrañable de Dios.
·
De
esta manera, nosotros los hombres nos encontramos con el mayor de los sueños
hecho realidad, viviendo habitados por la santa Trinidad, por su amor más
grande que nuestro corazón. Así, todo lo que necesitamos para vivir en clave de
alegría, lo tenemos en nosotros mismos.
2- Lucas 12,35. Tened ceñida la cintura y las
lámparas encendidas.
·
El
creyente que toma conciencia de lo que vamos explicando, no necesita
reflexionar mucho para ceñirse la cintura
y vivir totalmente despierto. Lo raro sería no estar en disposición de
cooperar con la gran oferta que nos hace el Padre Dios.
·
De
este modo, el buscador de Dios colabora con todo su ser para decir SÍ al
ofrecimiento de Dios para vivir en clave de amor y responsabilidad.
·
Para
esto es imprescindible que a menudo el cristiano renueve su toma de conciencia
de que el Padre Dios tiene grandes ansias de comunicarse con cada una de sus
criaturas, con un amor muy superior al más puro amor de madre.
·
Así,
ante este Dios y su amor, la única respuesta sana y madura es aprender a dejarse
amar como lo hizo su Hijo Jesús.
3- Lucas 12,40. Vosotros estad siempre preparados.
·
En
nuestra vida, lo que sucede a menudo es que estamos llenos de pequeñas
frustraciones o contrariedades (el olvido de un amigo, los desencuentros, las
heridas causadas en las relaciones, los fracasos…).
·
En
estos y similares casos ocurre que nos ocasionan gran malestar interior que, si
no los superamos, ocupan todo nuestro espacio vital, de modo que la conciencia
del Amor Mayor de Dios queda ladeada, y los conflictos diarios oscurecen la
experiencia del amor gratificante de Dios.
·
En
esta situación, hay que trabajar para ir anulando nuestras frustraciones,
haciendo lo conveniente en cada caso, dialogando, a ser posible, con los
causantes de estos conflictos, orando por ellos…
·
De
esta forma, nos preparamos para que la conciencia y la experiencia del Amor
Mayor de Dios sea dominante en nuestro vivir diario, para que este Amor sea
como el frontis contra el que se estrellan estas dificultades.
4- Lucas 12,42. Vosotros, sed como el administrador
fiel y prudente a quien el dueño puso al frente de su servidumbre para
distribuir a su debido tiempo la ración de trigo.
·
Todos
estamos llamados a llevar esta humanidad a su plenitud, siendo solidarios los
unos con los otros, constituyendo una gran familia de hermanos, con un Padre
común, que es Dios.
·
Felices
aquellos que se toman a pechos esta tarea, porque no basta con no hacer mal a
nadie, sino que hay que hacer bien a todos los que podamos.
·
El
recorrido de la vida cristiana hay que realizarla en éxodo, es decir, saliendo
del propio egoísmo y yendo al encuentro de los necesitados. Sin una experiencia
de desprendimiento es imposible llegar a la apertura a los otros.
·
Es
necesario, pues, salir de nuestro
pequeño mundo cerrado de apegos en el que nunca hay crecimiento. Se necesita
para ello del diálogo con el Otro y con los otros. Sin alteridad no hay
desarrollo personal ni liberación ni verdadera felicidad. Sin apertura al otro
no se aprende a vivir.
·
El
culmen de este quehacer lo alcanzamos cuando somos capaces de poner amor donde
no lo hay, cuando nos sale de dentro dar contento al que no lo tiene. Todos
deberíamos cumplir lo recomendado por Juan de la Cruz a una de sus discípulas: Ame mucho a los que la contradigan y no la
amen, porque en eso se engendra amor en el pecho donde no le hay, como hace
Dios con nosotros, que nos ama para que le amemos mediante el amor que nos
tiene.
·
Cuando
presentamos excusas para no hacerlo, alegando que ayudar a los necesitados es
conducirles a la vagancia, nos situamos fuera del plan de Dios y hacemos
manifiesto nuestro fracaso como seres humanos y malogramos nuestras vidas. Y el
Dios que nos ha creado por amor se siente entonces también fracasado en su obra
creadora. Experimenta una frustración análoga a la de un padre o madre cuando
un hijo suyo fracasa en su vida.
P. Pedro Olalde.