Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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26º Domingo ordinario (25 de septiembre de 2016)

Lc 16,19-31

1-    Parábola del rico epulón y el pobre Lázaro. Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino y todos los días daba fiestas espléndidas. Y un mendigo llamado Lázaro estaba acurrucado en el portal, todo cubierto de llagas, y deseaba saciar su hambre, aunque no fuera más que con las migajas que caían de la mesa del rico; es más, hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
·        Un día, se murió el mendigo, y vinieron los ángeles a llevarle al seno de Abrahán. También se murió el rico, y fue enterrado. Ya en el abismo, el rico, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán con Lázaro a su lado. Entonces su puso a gritar: Padre Abrahán, ten piedad de mí. Envía a Lázaro para que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me atormentan estas llamas. Pero Abrahán le contestó: Hijo mío, recuerda que tú, durante tu vida, recibiste tus satisfacciones, mientras que Lázaro no tuvo más que desgracias. Por eso él ahora encuentra aquí consuelo, mientras tú sufres el tormento.

·        Además, entre nosotros y vosotros se abre una sima inmensa; de modo que nadie, por más que quiera, puede cruzar hasta vosotros ni pasar de ahí hasta nosotros. El rico insistió: Entonces, padre, por favor, manda a Lázaro a casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos, para que les prevenga, no sea que también ellos acaben en este lugar de tormento. Abrahán le replicó: Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen. Pero el rico volvió a insistir: No, padre Abrahán; es que si un muerto fuera a verlos se convertirían. Abrahán le replicó: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso a nadie, ni siquiera a un muerto que resucite.

·        Los versos 19-26 describen la inversión de valores en esta vida y en la otra; concretamente, en el aspecto de posesiones materiales, la situación terrena tiene su contrapeso en la vida del más allá. Los versos 27-31 insisten en que la conversión de un rico que vive únicamente para sus riquezas, difícilmente podrá realizarse, incluso aunque resucite un muerto.

2-    Historia egipcia. H. Gressmann, a principios del siglo XX, llamó la atención de los historiadores sobre una historia griega, escrita al dorso de un documento griego, fechado el año siete del emperador Claudio (año 47 d. C.); la historia se refiere a la retribución, en el más allá, de las penalidades en la vida presente.

·        Un niño egipcio,  reencarnación de Si-Osiris y engendrado milagrosamente por Satme Khamuas, lleva a su padre a visitar el reino de los muertos, Amente. Su intención es mostrarle la suerte que han corrido diversos personajes: uno, un rico que, al morir, fue llorado por un coro de plañideras, lo amortajaron con los vestidos más finos y le hicieron un suntuoso funeral; el otro, un pobre desgraciado, un mendigo, que al morir, no fue objeto de duelo, sino que se lo llevaron en una parihuela y lo enterraron en una fosa común en la ciudad de Menfis.

·        Ahora, ahí está el rico, con un pivote de las bisagras de su puerta clavado en la órbita de su ojo derecho, que le produce un tormento atroz; pero en otro recinto está Osiris, rey de Amente, sentado en su trono y, junto a él, radiante de felicidad, está el mendigo, engalanado con los vestidos del rico. Entonces, Si-Osiris dice a su padre: Cuando tú llegues a Amente, ojalá te traten como a ese mendigo y no como al otro, el desgraciado ricachón.

·        Según Gressmann, esta historia egipcia pasó a tierras de Palestina por un trasvase de culturas, cuya responsabilidad debe atribuirse a judíos residentes en Alejandría. Esta historia fue desarrollándose y cristalizó en la leyenda de un especialista de la Torá extraordinariamente pobre y un recaudador inmensamente rico llamado Bar Mayán. En opinión de J. Jeremías, Jesús tenía que estar familiarizado con esta leyenda y, sin duda, hizo alusión a ella en su parábola de la invitación al gran banquete (Lc 14,15-24).

3-    Reflexión. ¿Cuál podemos decir que es el mensaje de la parábola que se nos quiere transmitir? A mi modo de ver, sería éste: es muy grave desentendernos de los pobres de solemnidad, cuando una persona está nadando en bienes materiales.

·        Esto es lo central. Lo demás es literatura de relleno. ¿Está hablando la parábola del infierno? Creo que no. Aquí pasa como en la parábola del juicio de las naciones (Mt 25,31-46), en la que se quiere subrayar estas dos ideas: al final de los tiempos se nos preguntará qué hicimos con el hermano necesitado. Los que se compadecieron de él serán admitidos en el reino de Dios; los que no, se quedarán fuera.

·        De todos modos, textos así hacen revivir en los oyentes lo oído en otros tiempos sobre el infierno. ¿Qué quiere decir sobre el tema? Hace poco, le pregunté a un sacerdote alavés si creía en el infierno. Me dijo que no, y añadió que además lo dice en público.

·        Más de un teólogo, a la hora de reflexionar sobre cómo compaginar el inmenso amor de Dios con la existencia del infierno, optan por quedarse con el infinito amor de Dios. Opinan que los dos credos constituyen la cuadratura del círculo, se excluyen mutuamente.

      P. Pedro Olalde.

25º Domingo ordinario (18 de septiembre de 2016)

Lc 16,1-13

 1-    Introducción. Como la mayoría de las parábolas, ésta también parece sacada de la vida real. Existiría algún hecho conocido de un administrador astuto, llegaría a oídos de Jesús, que lo convierte en  parábola para enseñar a la gente.

  
  2-  Mensaje central: para las cosas del mundo sois muy espabilados, pero para las  del reino lo sois menos. Feliz de vosotros si fueseis para el reino tan sagaces como lo sois para la vida corriente.

·        La mayor parte de los humanos somos muy sagaces para las cosas del mundo: en nuestra juventud nos dedicamos al estudio para que nos permita alcanzar un buen puesto de trabajo, del que podamos vivir cómodamente.

·        La salud la cuidamos con todo nuestro esmero, para que cuando aparece el menor síntoma acudimos al médico para que nos solucione el problema.

·        A diario realizamos mil esfuerzos para ir al trabajo con ganas o sin  ellas, con frío o calor. Es un tema central que no admite componendas.

            Pero para las cosas del reino sois menos sagaces

·        Para nuestro crecimiento personal ponemos menos interés por falta de motivación, por pereza y, por costosidad.

·        La vida del espíritu, la oración no suelen ser objeto de nuestro esfuerzo sostenido. Lo material gana la partida con menoscabo de lo más importante.

·        El avance en amor y solidaridad, tan importantes para la persona, reciben de nuestra parte una atención escasa.

·        Las lecturas de buenos libros así como una buena formación religiosa suelen estar ausentes de la mayor parte de los humanos.

·        La búsqueda de experiencias positivas que nos sacudan de nuestro letargo apenas tienen cabida en nuestra vida: el tomar parte en un grupo de crecimiento o de fe, el contacto con una comunidad viva de un monasterio, etc. son lujos que  ni nos planteamos.

 3-    Segundo mensaje: Granjeaos amigos con los bienes de este mundo. El evangelio no nos dice: Felices de vosotros que tenéis una buena pensión, porque tendréis todas las puertas abiertas para vivir cómodamente disfrutando de mil comodidades. El evangelio centra su atención en el dinero como medio de hacer el bien. Gran sabiduría la que aquí se proclama para hacer el mejor uso del dinero, que ciertamente puede ser manantial de iniquidad, pero que lo podemos convertir en un aliado eficaz para practicar el amor y llevar un poco de alegría a los miles de necesitados sumidos en la pobreza: ¿Por qué los cristianos no apoyan más los comedores sociales y otras campañas solidarias de índole diversa?

 4-    Tercer mensaje:  No podéis servir a Dios y al dinero.
·        ¿Qué peso tiene Dios en mi vida? ¿Es lo más importante? Y ¿qué significa que Dios sea lo más importante? Quiere decir que el amor y la solidaridad para por delante de mi egoísmo y comodidad. Muy exigente, ¿verdad? Así es. Sólo quien se proponga vivir así seriamente, lo podrá conseguir, sólo quien ore cada día y le diga a Dios: Señor, dame la gracia de que Tú seas lo primero en mi vida.

 5-    Testimonio. Impresionante el ejemplo del MÉDICO BRASILEÑO, en cuya vida se reflejan muy bien las dos posturas en relación con el dinero: 1) Hambre de dinero. 2) Un singular borrón y cuenta nueva.

+ Hambre de riqueza. Afirma este médico: Mi madre era una simple costurera que trabajaba hasta la madrugada para ayudar a mi padre. Mi padre era un guardia nocturno. Fácilmente imaginables, por consiguiente, la de privaciones y sacrificios familiares para facilitar la carrera universitaria del hijo. Estudió medicina, titulándose en la especialidad de ginecología y obstetricia. Enriquecerse y enriquecer a los suyos era su máxima aspiración. Aunque hubiera que olvidar el juramento hipocrático, burlar el compromiso deontológico y saltarse las fronteras de la ética. Sin escrúpulo alguno. Puse un consultorio que en poco tiempo se convirtió en el más visitado de la región. Y saben ¿qué es lo que hacía? Abortos. Y fue así, sigue explicando el médico, en un ciego e inhumano oficio de medicina, que construí una familia con muchos bienes, muy rica y que nada le faltaba. Crié a mis hijas con el dinero manchado con la sangre de inocentes y fui el más despreciable de los humanos. Mis manos, que debieron ser bendecidas para la vida, trabajaron para la muerte. Escalofriante, desgarradora la descripción.


+ Cambio total. Fue provocado por la muerte de su hija Leticia de 23 años, a raíz de un aborto practicado por su mismo padre. Fueron horas, días, una semana de tortura, que comentó: Al lado del lecho de muerte de mi hija, vi las lágrimas de todos esos angelitos que yo maté. Mientras ella esperaba la muerte, yo agonizaba junto a ella. Fueron seis días de sufrimiento para que el séptimo día ella partiese hacia el encuentro del hijo, al cual un médico asesino le impidió nacer. Se soñaba muy miserable y muy desgraciado. ¡Qué noches, Señor! Perdió a la hija, pero el tremendo aldabonazo le despertó la conciencia y se puso en camino. En la emisora Rainha da Paz comentó: No sé si algún día Dios me va a perdonar, pero para restar mi culpa y mi dolor, vendí mi consultorio y todos los bienes que conseguí con la práctica del aborto y, con ese dinero, construí una casa de amparo para madres solteras y me dedico hoy a atender y practicar ¡una medicina de verdad! Hoy soy médico de los pobres, de los desamparados y desvalidos. Los niños que vienen al mundo a través de mis manos son hijos que adopto, pues sé que tengo una sola misión: traer la vida al mundo y dar condiciones para que los pequeños tengan un lugar feliz.                 

Fue la historia de una radicalidad cristiana, pregonada por una emisora brasileña y recogida, el 2 de febrero de 2001, por una agencia católica.

P. Pedro Olalde.