Jn 3,14-21
4ª clave: toma la
costumbre de escribir tus homilías, no para leerlas luego, sino como ejercicio
de concreción de lo más importante
Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el
Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto. Para que todo el que crea en
él tenga vida eterna.
Tanto amó
Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo para condenarlo,
sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no será condenado; por el
contrario, el que no cree en él, ya está condenado, por no haber creído en el
Hijo único de Dios. El motivo de esta condenación está en que la luz vino al
mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque hacían el mal.
Todo el que obra mal detesta la luz y la rehúye por miedo a que su conducta
quede al descubierto. Sin embargo, aquel que actúa conforme a la verdad se
acerca a la luz, para que se vea que todo lo que él hace está inspirado por
Dios.
1-
La serpiente de bronce. Moisés
conduce el grupo de hebreos que salen de Egipto, camino de la Tierra Prometida.
Pronto surgen las dificultades, pues la libertad tiene un precio muy alto. El
pueblo murmura contra Moisés y contra el Señor: ¿Por qué nos habéis sacado de Egipto para hacernos morir en este
desierto? No hay pan ni agua, y estamos ya hartos de este pan tan liviano que
es el maná. El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes muy venenosas
que los mordían. Murió mucha gente de Israel.
·
Esto dice el texto de Números 21,4-9. No es que
el Señor enviara serpientes venenosas; éstas ya estaban allí, y a los incautos
que se dejaban acercarse a ellas les mordían y algunos morirían.
·
El pueblo
fue a decir a Moisés: Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti.
Moisés intercedió por el pueblo, y el
Señor le respondió: Hazte una serpiente de bronce, ponla en un asta, y todos
los que hayan sido mordidos y la miren quedarán
curados. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Cuando
alguno era mordido, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
·
El evangelista Juan se encuentra con este
hermoso texto y se lo aplica a Jesús, levantado en lo alto de la cruz, como la
serpiente en lo alto de un asta. Así como los que miraban a la serpiente quedaban curados de sus mordeduras, así
también los que creen en Jesús, los que le dan su adhesión reciben la vida eterna. “Vida eterna” en Juan
significa la “vida de Dios”.
·
“Creer o dar adhesión a Jesús” es lo mismo que
dejarse transformar por Él.
2-
Él asumió nuestras miserias y nuestras
dolencias. Dios en la basura. “¡Atención,
atención! Mendigos, parados, prostitutas, golfos callejeros, profetas y todos
los que pasáis hambre, venid, acercaos y arramblad con todos los despojos de la
ostentación y del lujo, cogedlos a manos llenas de este inmenso pozo de basura
que es nuestro Brasil.
Haceos trajes de inmundicia, despertad vuestra
imaginación. ¡Venid, acercaos, todos!”
A los aires de esta desgarrada canción del grupo de samba “Beija Flor”
caminaban por las avenidas de Río, en pleno carnaval, una multitud de maníacos,
vagabundos, chicos de barrio, intelectuales, artistas y burgueses
decepcionados. Sus disfraces eran de lo más variopinto: vestidos andrajosos,
trajes llenos de lamparones, camisas mugrientas, todo cargado de basura. Para
colmo, llevaban en procesión una estatua de Cristo cubierta de suciedad y
vestida de harapos, a tono con la multitud. Pero la jerarquía católica pensó
que aquello era demasiado, tal vez incluso subversivo y como una llamada a la
insurrección. Así prohibió llevar en procesión aquella imagen.
Pero los componentes del
grupo no se avinieron a la medida, porque su intención era mostrar que también
se puede encontrar a Jesucristo en los desperdicios de la gente y en la misma
inmundicia. Por eso, se les ocurrió una solución. Cubrieron la imagen con un
trapo negro, como de luto, y le colgaron un letrero en el que podía leerse: “Aunque nos esté prohibido, míranos, Señor,
con compasión” (Dorothe Sölle, “Dios en la basura”).
3- Tanto
amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único… (Jn 3,16)
·
En Mateo 22,1-14, el evangelista cuenta la
parábola de las bodas del hijo del rey. Podemos resumir su enseñanza en las
siguientes frases: estamos todos
invitados a una gran boda que Dios celebra. El Señor quiere hacernos sentar a
una gran Mesa redonda con manjares exquisitos que ningún paladar ha saboreado.
Podemos convertir la vida en un disfrute continuo y pleno. Dios nos concede la
vida para que seamos felices gozando de su gran Amor.
·
San Juan de la Cruz (JdC) dirá que a gozar de la
vida como una Boda, se aprende haciendo,
viviendo, sintiendo. La relación con Dios, este santo la entendía como
experiencia, y como en experiencia, al parecer, andamos escasos, puede ser que
pensemos que esto es para unos pocos privilegiados; pero no, es para todos.
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Lo 1º a cultivar, dice JdC, es experimentar el
AMOR MAYOR de Dios. ¿Te sientes AMADO por DIOS? ¿Nada, poco, bastante, mucho?
Escucha a JdC que te dice: EMPIEZA a sentirte AMADO por el AMOR MAYOR de DIOS.
Todos los demás amores son chicos, pequeñitos, amores mezclados con egoísmos.
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Pero me dirás: ¿Por qué tengo que sentirme AMADO
por DIOS? Porque de Él has recibido la VIDA, porque con sus dones puedes GOZAR
muchísimo; porque te da la Vida de Dios, la VIDA PLENA ya aquí en la tierra.
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Pero me objetarás: ¿Cuándo y cómo experimento
este AMOR MAYOR de DIOS, si a Él no le veo? Toma
CONCIENCIA de todo esto cuando te dirijas a Él, cuando oras. Cuando disfrutes
de una buena comida, di: REGALO de DIOS. Cuando comas un buen racimo de uvas,
piensa: Tanto me quiere Dios que envió el sol, la lluvia, el viento, para que
se formara este buen racimo. Cuando disfrutes de un buen ambiente de amigos,
considera: Esto es DON de Dios, que hizo al hombre semejante a Él. Todo lo que
recibes, lleva la marca divina.
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Santa Teresa de Jesús y Juan de la Cruz vivieron
esta doctrina. Fueron unos grandes contemplativos. Todos estamos llamados a ser
CONTEMPLATIVOS.
·
Nosotros AMAMOS a los que nos hacen regalos y
nos aprecian. De nadie has recibido
mayores favores que de Dios. Nadie te ha dado tanto como Él. Nadie te
mira con tanto cariño como Dios. De nadie puedes esperar tanto como de Él.
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Además, quien vive esto y se esfuerza en tener
este AMOR MAYOR de Dios, tendrá dificultades y traumas, que rebotarán como en
un frontis, ya que serán como minucias, respecto de la fuerza del AMOR MAYOR de
DIOS.
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No estaría de sobra que a la entrada de tu casa
y en letras de oro escribieras esta frase: Tanto me ama Dios que me envía a mí a su
Hijo Jesús Salvador.
P. Pedro Olalde.