Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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12º Domingo ordinario (25 de junio de 2017)

Mt 10,26-33 / Jr 20,10,13 / Rm 5,12-15

1- Jeremías 20,10-13. He escuchado las calumnias de la gente: “¡Terror por todas partes! ¡Denunciadlo, vamos a denunciarlo!” Todos mis familiares espiaban mi traspiés: ¡Quizá se deje seducir, lo podremos y nos vengaremos de él. Pero el Señor está conmigo como un héroe poderoso; mis perseguidores caerán y no me podrán, probarán la vergüenza de su derrota, sufrirán una ignominia eterna e inolvidable. ¡Oh Señor todopoderoso, que pruebas al justo, que sondeas los pensamientos y las intenciones, haz que yo vea cómo te vengas de ellos, porque a ti he confiado mi causa! Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró al pobre del poder de los perversos.

·     En este texto, el profeta Jeremías se queja de tener que predicar lo que no le gusta, de ser por ello objeto de burla y de no poder dejar de hablar. La misión profética es connatural a su personalidad.

·     Lo que viene a continuación es un himno de alabanza al Señor que le salva, pero más que un final feliz, expresa el fondo real del momento de crisis: también el Señor sondea el corazón afligido y tiene planes de salvación.

·        Al profeta Jeremías le tocó vivir en momentos muy difíciles, pues los reyes de Judá estaban amenazados por el poder de Egipto y Asiria, que se disputaban el mundo. Jeremías anuncia que ninguna alianza política puede salvar a Israel, sino la fidelidad a la Ley de Dios. Predicaba la ruina y la destrucción si el pueblo se apartaba de esta fidelidad. Fue torturado por desmoralizar al pueblo.

·       Nos llama la atención la confianza del profeta en Dios: mis perseguidores caerán, probarán la derrota de su vergüenza, sufrirán una ignominia eterna e inolvidable. Haz que yo vea cómo te vengas de ellos. ¿Es así como Dios gobierna el mundo? No. También los egipcios y los asirios son sus hijos amados, y Dios no se venga de ellos, porque es puro amor. ¿Consiente Dios en que los buenos triunfen y los malos salgan derrotados? Tampoco. Los protagonistas de la historia humana son los hombres, y Dios respeta sus acciones.

2-    Romanos 5,12-15. Así pues, por un hombre entró el pecado en el mundo y con el pecado la muerte. Y como todos los hombres pecaron, a todos alcanzó la muerte. Cierto que ya antes de la ley había pecado en el mundo; ahora bien, el pecado no se imputa al no haber ley. Y, sin embargo, la muerte reinó sobre todos desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante entre el delito y el don. Porque si por el delito de uno todos murieron, mucho más la gracia de Dios, hecha don gratuito en otro hombre, Jesucristo, sobreabundó para todos.

·       En este texto Pablo presenta a Cristo como el Nuevo Adán. Es un texto complicado que no resulta fácil de aceptarlo. Este tipo de pasajes han dado lugar a la teoría de la expiación, que considera que la muerte de Cristo en la cruz hay que verla como el rescate por los pecados a un Dios airado, que perdona únicamente por el sacrificio de Cristo en la cruz.

·       La Buena Noticia que proclamó Jesús en nada coincide con esta teoría, por lo cual es mejor abandonar toda esta explicación de la expiación.

3- Mateo 10,26-33. Así pues, no les tengáis miedo; porque no hay nada oculto que no haya de manifestarse ni nada secreto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo a la luz; lo que escucháis al oído, proclamadlo desde las azoteas. / No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden quitar la vida; temed, más bien, al que puede destruir al hombre entero en el fuego eterno. / ¿No se vende un par de pájaros por muy poco dinero? Y sin embargo, ninguno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No temáis, vosotros valéis más que todos los pájaros. / Si alguno se declara a mi favor delante de los hombres, yo también me declararé a su favor delante de mi Padre celestial; pero a quien me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre celestial.

·  Si hacemos una lectura literal de estos dichos, nos vemos obligados a hacer unas cuantas puntualizaciones: 1- Jesús contaba cosas a escondidas y les encomendaba a los apóstoles que luego las dijeran a todos. Incorrecto. De una atenta lectura del Evangelio no podemos sacar esta conclusión. 2- Nada malo nos puede suceder, porque Dios cuida de nosotros y no permitirá que nos ocurra mal alguno. Falso. La vieja teoría de que Dios premia en esta vida a los buenos y castiga a los malos, se contradice con la realidad de cada día. Esta manera de entender la providencia de Dios no se sostiene. 3- Al final, en el Juicio Definitivo, el juez es el Padre, y el Abogado defensor es Jesús: a los que Jesús defienda, el Padre les absuelve; a los que Jesús rechace, el Padre los rechaza. Esta vez, el juez no es Jesús, sino el Padre. Y que Dios es juez significa que Él tiene la última palabra.

·        Lo que más nos interesa de un texto evangélico es su sentido hondo, la palabra salvadora, que va más allá de nuestros mezquinos intereses para el vivir diario. En los evangelios debemos fijarnos de modo especial en aquella Palabra que es un estímulo para salvar la vida, para no desperdiciarla.

4-    La Palabra al servicio del bien. Llamamos bien a lo que estimula nuestra condición de hijos de Dios, que caminamos a su encuentro. Mal es todo aquello que nos aleja de este ideal. Estos sencillos conceptos cambian  totalmente la definición del bien y el mal. Bien no es lo dulce, lo cómodo, lo que nos gusta. Mal no es lo que no nos gusta, sino lo que no nos deja caminar. Así, todas las cosas nos pueden servir para bien y para mal, según el uso que hagamos. La salud puede incitarnos al mal; la enfermedad nos puede acercar a Dios. El tema de la providencia de Dios y los conceptos de bien y el mal, bien entendidos, son imprescindibles para caminar en una fe madura.

      P, Pedro Olalde.

Santísima Trinidad (11 de junio de 2017)

Jn 3,16-18 / Ex 34,4-9

1-    Juan 3,16-17. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo.

2-    El Sueño de Dios. Y mira que había visto cosas extrañas en su vida…, pero ¡vamos!, hasta esos términos… ¡no! El joven Javier estaba frente a una pequeña tienda, cuyo escaparate contenía un rótulo que, a malas penas, podía descifrarse: Se venden sueños.

·         Javier, preso de una enorme curiosidad no se lo piensa dos veces y entra como una exhalación al interior… ¡Vaya desilusión! Javier estaba a punto de dar marcha atrás, pues el pequeño habitáculo estaba vacío: ni un mostrador ni unas cajas ni una simple nota aclaratoria… Nada de nada. Menos mal que al instante, por arte de magia o, mejor dicho, por el sublime arte de los sueños, una anciana aparece en escena.

·         --Buenas tardes, joven. ¿Desea algo? –Sí, es que he leído lo que ponía el escaparate, pero ya veo que andan de reformas. --¿Cómo? No, no, le responde la anciana, es que los sueños los tenemos en el interior… No paran quietos, apenas alguien abre la puerta y ya quieren echar a volar… Y es que ya se sabe : los sueños, sueños son. –Ah, bueno, dice Javier, no muy convencido y empezando a dudar de la salud mental de la anciana. –Mire, (se vuelve a dirigir a Javier) le voy a mostrar los tipos de sueños que tengo, a ver si se decanta por alguno… La anciana penetra en el interior y al instante sale radiante de felicidad con varias bolsas en ambas manos. –Aquí tenemos (señalando una de las bolsas) medio kilo de sueños con jaqueca. Es el favorito de los que buscan placeres mediocres… Aquí hay kilo y medio de sueños sin agallas. Lo adquieren los que se conforman con bien poquito… Esta otra bolsa contiene dos kilos y medio de sueños light, sueños sin presión, sin juventud, sin vida…

·         --Y ¿cuál es el sueño más grande e importante que tiene? – ¿El más grande? Bueno, el sueño más grande que tengo es, sin duda, el sueño de Dios. --¿Eh? ¿Qué me dice? ¿Y cómo es? ¿Cuánto pesa? ¿Me lo podría mostrar?... La anciana enmudece y se dedica a mirar de arriba abajo a nuestro amigo. Después empieza a ponerle nervioso paseando en torno a él y sin despegarle en ningún momento la mirada. Finalmente, se acerca a él y le susurra al oído: --El sueño de Dios debe pesar unos 85 kilos. --¡Qué casualidad, responde entusiasmado el joven, ¡lo mismo que yo! --¿En serio?, dice satisfecha la anciana. A ver si es que el sueño de Dios es precisamente usted… ¿Cómo?... El joven no acaba de creérselo, agacha la cabeza y se mira una y otra vez. Al final, cuando le va a preguntar algo, la anciana ha desaparecido, él ya no se encuentra en la tienda y a su alrededor empiezan a despertar un montón de jóvenes tan soñadores como él… (Cáritas Española. Adviento 2007. Pág. 34)

3-    Tú eres el sueño de Dios. La trepidante vida en la que estamos inmersos todos, nos deja pocos espacios para los sueños. Con todo, al acercarse la Navidad, mucha gente, que sueña solo una vez al año, sueña en la LOTERÍA. Se ilusionan pensando, viéndose agraciados con un maletín repleto de billetes de 500 euros.

·         Pues bien, hoy quiero hablaros de otro sueño, mil veces superior al de la lotería. Tú, que me escuchas (o lees) esta reflexión, tú eres el sueño de Dios. Y así, un feliz día, Dios sueña para ti lo inimaginable: darte entrada libre a su Palacio, concederte una vida semejante a la suya, regalarte un seguro de vida en la eternidad feliz.

·         Ya sé, que a vosotros, hombres y mujeres realistas, curtidos en la dureza de una vida en la que no se os regala nada, sino que todo lo debéis alcanzar con el sudor de vuestra frente, no os resulta nada fácil la creencia en sueños, aunque sean del mismísimo Dios. Con todo, desde mi experiencia, me atrevo a deciros esto: En el éxtasis de su amor, Dios ha bajado al encuentro de los hombres y mujeres y os ha hecho el obsequio de poder vivir aquí, como en primicia, su propia vida, su propia felicidad, que tendrá su plenitud en el cielo de Dios.

·         ¿Por qué os extraña que esto sea verdad a la vista de un universo con millones de galaxias y estrellas, en un espacio incalculable en expansión continua, cuyo descubrimiento para los astrónomos es motivo de una grandísima admiración? En invierno agradecéis cuando el sol os envía sus rayos y os calienta, aunque no sea más que con 12 ó 15 grados. Este sol está compuesto de hidrógeno (71%) y helio (27%). Estos dos gases están ardiendo, pues sabéis que la esencia del sol es arder. Algo así decimos de Dios: no está formado por gases, sino que afirmamos de Él que su esencia es el AMOR. Dios nos AMA a sus criaturas, porque su esencia es AMAR. Dios no puede dejar de AMARNOS.

·         No son tiempos fáciles para vivir este ideal religioso. Con todo, para mí, esto sigue siendo lo más importante. Me siento afortunado viviendo en fe y en esperanza. A veces me pregunto: ¿Es la vida terrena el único bien que hemos recibido? No. La vida terrena no es la gracia suprema. Confiamos que después de ella, hay resurrección, hay vida eterna. La vida, se pregunta Unamuno, ¿es acaso una fatídica procesión de fantasmas que van de la nada a la nada?

·         En las frases finales de la Ciudad de Dios evoca San Agustín un indescriptible octavo día, en el que Dios completará la creación. Allí descansaremos y veremos, veremos y amaremos. Amaremos y adoraremos.

·         Con el teólogo danés Soren Kierkegaard, os comento: Toda relación humana debería ser un triángulo que incluyera a dos personas, con Dios en medio: el amor cristiano debe darse entre tres, ya que Dios es siempre el término medio. Tan pronto como Dios es eliminado, todo amor se convierte en interesado.  (Kierkegaard. Peter Vardy. Página 118). Vive que tú eres el SUEÑO DE DIOS. Agradéceselo.

     P. Pedro Olalde.

        

Pentecostés (4 de junio de 2017)

Jn 20,19-23.                      Versión libre

Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz con vosotros. Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo: La paz esté con vosotros. Y añadió: Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros. Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá.

1-    Amanecer del domingo de Pentecostés. Me dirijo a la estación de autobuses. En el camino, el doblar de las campanas convoca a los fieles a la celebración de la venida del Espíritu. Las calles están tranquilas y silenciosas.

·        Vestido de fiesta y con el corazón rebosante, contemplo cómo el bus atraviesa los áridos campos de Castilla. Voy a reunirme con cristianos y cristianas fascinados por Cristo, a quienes el fuego de Pentecostés les quema y transforma.

·        Mi corazón se enardece y goza por anticipado ante lo que viviré hoy en la fiesta que Dios quiere celebrar en mi pobreza. Llegado al monasterio, dispongo de tiempo para estar con mi Amado y hacerle la ofrenda de mi vida en el gran Altar del Mundo, bajo la inmensa bóveda del cielo azul.

·        Postrado en el verde césped, le adoro con lágrimas en los ojos y las manos juntas. Le adoro haciéndole entrega de mi corazón agradecido.

·        Luego, bajo el dosel dorado de tu cielo soleado, levanto mis ojos ansiosos a tu rostro. Reina el silencio y la calma. El Espíritu de Dios llena la faz de la tierra y penetra los corazones de los humanos.

·        Día tras día, Señor de mi vida, me postraré ante ti. Con las manos unidas, Señor de todos los mundos, estaré ante ti frente a frente. Bajo tu inmenso cielo, en soledad y silencio, con corazón humilde, estaré ante ti frente a frente.

2-    En las inmediaciones del monasterio se han ido reuniendo unos 40 coches, procedentes de diversos lugares, con unas 150 personas, que han ido tomando asiento en un gran locutorio en forma de anfiteatro. En un lado se han situado las 200 religiosas jóvenes que aquí viven.

·        La sesión se inicia con un canto: Espíritu de Dios, llena mi alma, llena mi mente, llena mi ser. Ven, lléname, con tu presencia, lléname, lléname; con tu amor, lléname, lléname, con tu bondad.

·        Luego, la protagonista principal del día, una joven consagrada que lleva viviendo 2 años en la comunidad y que va a emitir sus primeros votos, va explicando su vida, la llamada que sintió, las personas que le ayudaron en su vocación, su experiencia en el monasterio, etc.

·        Me llaman poderosamente la atención algunas de sus frases, que las anoto cuidadosamente: “Doy gracias al Señor por empezar a vivir la aventura de amor más bonita que Dios me podía regalar”, “Vi que nada ni nadie, fuera de Dios, llegaba a colmar mi sed de plenitud”.

·        Había estudiado Empresariales Europeas, porque quería irse al extranjero y necesitaba aprender idiomas. Ya estaba trabajando y le encantaba viajar. ¿Qué le faltaba? Dos encuentros con Cristo a los 20 y 22 años, le hicieron sentirse enteramente amada y feliz, y ardía en deseos de amar así.

·        También hubo en su vida miedos, preguntas, indecisiones. El “sí” definitivo al Señor lo dio a través de la interpelación de una Hermana: ¿Te has preguntado qué quiere Dios de ti? Al final, decía, musité un tembloroso “sí”, y me encontré llena de alegría, arrastrada por un impulso imparable y una fuerza para, soltar el manto, como el ciego Bartimeo, y entrar de un brinco en el monasterio y empezar a seguir al Señor.

·        Y terminó su explicación con estas dos frases: ¡Por puro don se me concede ser una con Él y con esta comunidad, para que a todos les llegue la Vida! Por eso estoy aquí, por Jesucristo y su causa, porque encontré al Amor de mi vida, y, al fin, me dejé encontrar, gracias a su empeño por hacerme inmensamente feliz. ¡No lo podía soñar!

3-    Ese mismo día por la tarde, al igual que los discípulos, todos los que tenían el corazón moldeado por la Palabra y habían escuchado el testimonio vivo de la Hermana, se habían ido reuniendo en una gran sala para la celebración de la Fracción del Pan. Allí estaban las 200 Hermanas y los 150 visitantes.

·        Y estando en oración y en la escucha atenta de la Palabra, Jesús se presentó en medio de ellos. Y todos se llenaron de alegría al ver al Señor.

·        Jesús les hizo a cada uno de los asistentes cinco regalos: paz, alegría, envío misionero, don del Espíritu Santo, perdón.

·        En aquella asamblea eucarística, el Espíritu de Dios se esparció a raudales en los corazones de los asistentes. Y enardecidos fueron orando en alta voz:

·        Señor, que no me conforme con nada menos que con el Espíritu de Cristo Resucitado.

·        A los 16 años me diagnosticaron un cáncer. Gracias, Señor, por la vida. Gracias por la enfermedad, que me acercó a ti.

·        Todo lo que en un tiempo me divertía y ocupaba, se fue cayendo por su propio peso. Me divertía Él, estar con Él, hablar con Él.

·        Más de una vez, en el camino de la fe, creo que tenía todos los síntomas de que estaba enamorada de Dios. Gracias, Padre.

·        Las dudas de fe, que tanto me hacían sufrir, en la comunidad cristiana se han disipado; hoy no puedo dudar. En Cristo soy, me muevo y existo. Gracias.

     P. Pedro Olalde.