Mt 10,26-33 / Jr 20,10,13 / Rm 5,12-15
1- Jeremías 20,10-13. He escuchado las calumnias de la gente: “¡Terror por todas partes!
¡Denunciadlo, vamos a denunciarlo!” Todos mis familiares espiaban mi traspiés:
¡Quizá se deje seducir, lo podremos y nos vengaremos de él. Pero el Señor está
conmigo como un héroe poderoso; mis perseguidores caerán y no me podrán,
probarán la vergüenza de su derrota, sufrirán una ignominia eterna e
inolvidable. ¡Oh Señor todopoderoso, que pruebas al justo, que sondeas los
pensamientos y las intenciones, haz que yo vea cómo te vengas de ellos, porque
a ti he confiado mi causa! Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró al pobre
del poder de los perversos.
· En
este texto, el profeta Jeremías se queja de tener que predicar lo que no le
gusta, de ser por ello objeto de burla y de no poder dejar de hablar. La misión
profética es connatural a su personalidad.
· Lo
que viene a continuación es un himno de alabanza al Señor que le salva, pero
más que un final feliz, expresa el fondo real del momento de crisis: también el
Señor sondea el corazón afligido y tiene planes de salvación.
· Al
profeta Jeremías le tocó vivir en momentos muy difíciles, pues los reyes de
Judá estaban amenazados por el poder de Egipto y Asiria, que se disputaban el
mundo. Jeremías anuncia que ninguna alianza política puede salvar a Israel,
sino la fidelidad a la Ley de Dios. Predicaba la ruina y la destrucción si el
pueblo se apartaba de esta fidelidad. Fue torturado por desmoralizar al pueblo.
· Nos
llama la atención la confianza del profeta en Dios: mis perseguidores caerán, probarán la derrota de su vergüenza, sufrirán
una ignominia eterna e inolvidable. Haz que yo vea cómo te vengas de ellos. ¿Es
así como Dios gobierna el mundo? No. También los egipcios y los asirios son sus
hijos amados, y Dios no se venga de ellos, porque es puro amor. ¿Consiente Dios
en que los buenos triunfen y los malos salgan derrotados? Tampoco. Los
protagonistas de la historia humana son los hombres, y Dios respeta sus
acciones.
2- Romanos 5,12-15. Así pues, por un hombre entró el pecado en el mundo y con el pecado la
muerte. Y como todos los hombres pecaron, a todos alcanzó la muerte. Cierto que
ya antes de la ley había pecado en el mundo; ahora bien, el pecado no se imputa
al no haber ley. Y, sin embargo, la muerte reinó sobre todos desde Adán hasta
Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante
entre el delito y el don. Porque si por el delito de uno todos murieron, mucho
más la gracia de Dios, hecha don gratuito en otro hombre, Jesucristo, sobreabundó
para todos.
· En
este texto Pablo presenta a Cristo como el Nuevo Adán. Es un texto complicado
que no resulta fácil de aceptarlo. Este tipo de pasajes han dado lugar a la
teoría de la expiación, que considera que la muerte de Cristo en la cruz hay
que verla como el rescate por los pecados a un Dios airado, que perdona
únicamente por el sacrificio de Cristo en la cruz.
· La
Buena Noticia que proclamó Jesús en nada coincide con esta teoría, por lo cual
es mejor abandonar toda esta explicación de la expiación.
3- Mateo 10,26-33. Así pues, no les tengáis miedo; porque no hay nada oculto que no haya de
manifestarse ni nada secreto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la
oscuridad, decidlo a la luz; lo que escucháis al oído, proclamadlo desde las
azoteas. / No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden quitar la
vida; temed, más bien, al que puede destruir al hombre entero en el fuego
eterno. / ¿No se vende un par de pájaros por muy poco dinero? Y sin embargo,
ninguno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a
vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No temáis,
vosotros valéis más que todos los pájaros. / Si alguno se declara a mi favor
delante de los hombres, yo también me declararé a su favor delante de mi Padre
celestial; pero a quien me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré
delante de mi Padre celestial.
· Si
hacemos una lectura literal de estos dichos, nos vemos obligados a hacer unas
cuantas puntualizaciones: 1- Jesús
contaba cosas a escondidas y les encomendaba a los apóstoles que luego las
dijeran a todos. Incorrecto. De una atenta lectura del Evangelio no podemos
sacar esta conclusión. 2- Nada malo nos
puede suceder, porque Dios cuida de nosotros y no permitirá que nos ocurra mal
alguno. Falso. La vieja teoría de que Dios premia en esta vida a los buenos
y castiga a los malos, se contradice con la realidad de cada día. Esta manera
de entender la providencia de Dios no se sostiene. 3- Al final, en el Juicio Definitivo, el juez es el Padre, y el Abogado
defensor es Jesús: a los que Jesús defienda, el Padre les absuelve; a los que
Jesús rechace, el Padre los rechaza. Esta vez, el juez no es Jesús, sino el
Padre. Y que Dios es juez significa que Él tiene la última palabra.
·
Lo
que más nos interesa de un texto evangélico es su sentido hondo, la palabra
salvadora, que va más allá de nuestros mezquinos intereses para el vivir
diario. En los evangelios debemos fijarnos de modo especial en aquella Palabra
que es un estímulo para salvar la vida, para
no desperdiciarla.
4- La Palabra al servicio del bien. Llamamos bien a lo que estimula
nuestra condición de hijos de Dios, que caminamos a su encuentro. Mal es todo
aquello que nos aleja de este ideal. Estos sencillos conceptos cambian totalmente la definición del bien y el mal.
Bien no es lo dulce, lo cómodo, lo que nos gusta. Mal no es lo que no nos
gusta, sino lo que no nos deja caminar. Así, todas las cosas nos pueden servir
para bien y para mal, según el uso que hagamos. La salud puede incitarnos al
mal; la enfermedad nos puede acercar a Dios. El tema de la providencia de Dios
y los conceptos de bien y el mal, bien entendidos, son imprescindibles para
caminar en una fe madura.
P, Pedro Olalde.