Real Congregación de Naturales y Originarios de las tres Provincias Vascongadas


En 1715 se reunió en Madrid un grupo de 124 vascongados que decidieron fundar una Congregación con fines benéficos bajo la advocación de San Ignacio de Loyola. El Consejo de Castilla aprobó las Constituciones en 1718 y desde entonces la Congregación, y a lo largo de más de 300 años de historia ha continuado con su misión.

La Congregación tiene como sede la Iglesia de San Ignacio de Loyola, de Madrid, donde realiza sus actividades. Este blog es un canal de información dirigido a todos sus miembros y personas interesadas en conocerla más de cerca.


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25º Domingo ordinario (24 de septiembre de 2017)

Mt 20,1-16

1-    Mateo 20,6-7. El amo contrató obreros a la hora undécima (5 de la tarde).

·         Jesús, cuando pasabas por las plazas de los pueblos en la época de la vendimia, veías a los jornaleros esperando ser contratados por algún terrateniente.

·         Un día, movido por tu gran deseo de mostrar a tus oyentes la imagen amorosa de tu Padre Dios, inventaste esta historia de los jornaleros de la viña, que es una joya, que retrata con trazos vigorosos cómo es Dios.

·         Y les dijiste: Un propietario salió de mañanita para contratar jornaleros para su viña. Después de haberse puesto de acuerdo con ellos sobre las condiciones de trabajo, a todos les dio de paga un denario.

·         A la hora de recibir su salario, los contratados de la primera hora, protestaron vivamente por haber sido equiparados a los de la hora undécima.

·         El amo se justificó diciendo al portavoz de los descontentos: ¿No te pagué según lo convenido? Si quiero ser bueno con todos ¿podrás tú impedírmelo?

·         Jesús, esta parábola, después de 2000 años, sigue siendo revolucionaria. ¿Será verdad que Dios no se deja llevar por nuestros criterios de pagar más a los que más han trabajado? ¿No dará Dios a cada uno según lo merecido, en vez de ofrecer el denario de la salvación a todos?

·         Es Isaías quien contesta a todos estos interrogantes: Mis planes no son vuestros planes ni vuestros caminos son los míos. Cuanto dista el cielo de la tierra, así mis caminos, de los vuestros; mis planes, de vuestros planes.

·         Dios no se guía por nuestras matemáticas, sino por su infinita misericordia.

2-    La bondad de Dios

·         Jesús, ¿cómo me sentiré cuando, al llegar a Dios, vea que a la misma mesa se sientan los agnósticos, los pecadores y los no practicantes? Pensaré que Él es mejor que el más bondadoso de los humanos.

·         Tú, Padre, te dejas llevar por tu ternura hacia todos y das al que trabajó una hora igual que a los que se desvivieron en una jornada de 10 horas.

·         Tomaré como guía y norte de mi conducta el de Dios, por muy revolucionario que me parezca. Francamente, tu misterio, Padre, me desborda. Ojalá que yo también pueda dejarme conducir por tu espíritu.

3-    Mis caminos no son vuestros caminos

·         Sí, Padre, tu misterio me desborda y tus caminos son insondables. Pero, ¿por qué tengo tan interiorizado que tú eres un señor honorable, que ganas en modales al más educado de los mortales y te acomodas en tu trato a nuestras formas de comportamiento? ¿Quién me ha enseñado que tú, Padre, te sientas a la mesa con los nobles, bien aseado y trajeado, sin que estén presentes los menesterosos del mundo?

·         ¿Por qué no imaginarte, Dios, que te reúnes en los barracones adonde han ido a parar los parias de la tierra, donde son maltratados con toda clase de vejaciones?

·         Sí, Dios, tú eres diferente. Sientes debilidad por los contratados de última hora, los que tuvieron que sufrir la vergüenza de no ser escogidos de mañanita. Te enamoras de ellos y les regalas el salario, a pesar de su escaso trabajo.

4-    Estamos necesitados de un trasplante de corazón.

·         Dios nos desborda y quienquiera avanzar en el conocimiento de Dios, necesita  un trasplante de corazón. En una ficción literaria, M. J. Borg y J. D. Crossan hacen que Pablo explique, a  los hombres y mujeres de hoy, el significado de la acción del Espíritu en el corazón de los seres humanos. Dice Pablo:

·         Dejadme que os explique cómo trabaja Dios en vosotros potenciando vuestra intención y acción. Me he enterado que gracias a vuestros avances tecnológicos podéis realizar trasplantes de corazón. Tal como lo entiendo, se trata de sustituir totalmente un corazón envejecido y dañado por uno nuevo y sano. También sé que se pueden producir rechazos, pero que tenéis medicamentos para impedir estas fatalidades.

·         Lo que Dios hizo en Cristo y, por tanto, ofrece a todos, es un cambio de identidad, una sustitución de carácter, un trasplante de Espíritu. El propio santo Espíritu de Dios se ofrece gratuita y graciosamente a todos los pueblos. Lo que resulta extraordinario es que el trasplante del Espíritu divino se da gratuitamente tanto a los amigos como a los enemigos por igual, “pues hace salir el sol sobre los malos y sobre los buenos y manda la lluvia sobre los rectos y los que no lo son” (Mt 4,45).

·         Esta gracia absoluta, ofrecida incluso a los enemigos de Dios, es lo que jamás podré olvidar, pues fue lo que yo experimenté personalmente en Damasco. Fue precisamente cuando estaba, como dije a los filipenses, persiguiendo violentamente a la Iglesia de Dios, intentando destruirla, cuando Dios me dio fuerzas para vivir en Cristo. Fue precisamente cuando estaba, como dije a los gálatas, persiguiendo violentamente a la Iglesia de Dios, intentando destruirla, cuando Dios me hizo el trasplante de Espíritu.

·         Pero debo insistir en algo más. El trasplante de Espíritu, aunque es ofrecido gratuitamente, tanto a los amigos como a los enemigos de Dios, nunca destruye la libertad humana que también nos es otorgada por el mismo Dios. Siempre somos libres para aceptarlo o rechazarlo. A la aceptación la llamo fe, es decir, la sumisión agradecida al trasplante del Espíritu, que nos potencia para querer y trabajar a favor de este mundo en colaboración con Dios. (Citado por Javier Vitoria en Una teología arrodillada e indignada. Pág. 225-226. Sal Terrae).

         P. Pedro Olalde.


24º Domingo ordinario (17 de septiembre de 2017)

Mt 18,21-35

1-    Mateo 18,21-22: Entonces se acercó Pedro y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano cuando me ofenda? ¿Siete veces? Jesús le respondió: No te digo siete veces, sino setenta veces siete.

2-      “El pueblo no perdonará jamás”. Estas son las palabras que algunos extremistas militantes de partidos políticos pronuncian, pensando que de este modo está haciendo algo muy bueno, como es la defensa de la justicia y el no caer en la debilidad de los vencidos.

·        Nosotros, con una mirada más amplia, afirmamos que detrás de este dicho se esconde una actitud mezquina, que lleva a sus protagonistas a encerrarse en una espiral de violencia, que es una ratonera, capaz de herir de muerte a los incautos que se dejen atrapar en ella.

·        Hoy, los psicólogos están de acuerdo en afirmar que hay infiernos de los que es necesario huir precipitadamente, porque su fuego aniquila cuanto de más noble existe en la persona: la actitud de apertura para dar un abrazo a todos.

·        Quienquiera contribuir con su granito de arena a que la sociedad avance en bienestar, justicia y paz, tendrá que contar con la puesta en práctica de los valores humanos, entre los cuales ocupa un lugar destacadísimo el perdón.

·        Quien sustituya el perdón por la revancha, empeorará de tal manera la convivencia humana que se parecerá a quien pretenda llevar un carruaje tirado por caballos por arenas movedizas hasta quedar totalmente tragado en ellas.

3-      Quien no sabe perdonar puede quedar herido para siempre. Una realidad bien palpable en las relaciones humanas es que, a menudo, nos herimos mutuamente. Lo malo no es que esto suceda, sino que en tales ocasiones, no seamos capaces de decir al ofendido una palabra de excusa.

·        Un desencuentro entre dos personas que no se aborda, es un enemigo que nos acompaña siempre, haciéndonos mucho daño. Lo conveniente en tales circunstancias es afrontarlo, aun sabiendo que el hacerlo es costoso. El hecho de que muchas veces no lo hagamos, obedece a varias razones:                                  

1- Su dificultad. Es costoso el hacerlo. Se necesita realizar un notable esfuerzo para pedir perdón. 

2- El orgullo personal herido, que protesta fácilmente: la culpa es del otro. ¿Por qué no me pide perdón él a mí?  Las numerosas disculpas que hallamos para excusarnos ante nosotros mismos.

·        Mi experiencia me va enseñando que cuando se producen fricciones en las relaciones personales, las cosas no suelen estar tan claras como para poder atribuir la culpabilidad a una u otra persona. Además, cada una de ellas habrá vivido el incidente bajo un punto de vista distinto al del otro.

·        En tales circunstancias, es signo de madurez adelantarse a decir una palabra de excusa al otro, aun cuando no se tenga conciencia clara de ser el culpable. Además, siempre es posible expresarla de modo que no se vaya contra la verdad: lo que ocurrió el otro día entre nosotros es fácil que te molestara. Te ruego que me disculpes.

·        Quien no sepa disculparse en estas o parecidas ocasiones, es fácil que tenga que convivir dentro de sí con un enemigo, que no le dejará en paz.

4-      Una familia sin perdón es un infierno. Infierno es ausencia de amor. Y siempre que el perdón no se ejercita, es claro indicio de que el amor está ausente.

·        Partimos del supuesto de que en toda familia, como realidad limitada que es, hay roces y heridas que necesitan ser asumidas y curadas.

·        De ordinario, en las familias, suelen ocurrir pequeños incidentes, que fácilmente se olvidan y superan por la vuelta a la convivencia normal. De todos modos, harán bien los padres en estar atentos para restablecer la concordia en aquellos casos que sean más importantes.

·        Pero pueden suceder casos de mayor gravedad, que causen serias heridas a la persona afectada. Entonces, su curación requerirá voluntad, tiempo y esfuerzo, con el peligro de que se produzca una ruptura familiar de por vida. Felices aquellos que puedan encontrar una mano amiga que les ayude a salir victoriosos.

5-      Una sociedad sin compasión y perdón es inhumana. En el ancho mundo, escenario de las relaciones humanas, se producen a diario brutales heridas, que requieren para su curación comprensión, buena voluntad y perdón.

·        Cuando en este contexto social no se aplica el principio de la misericordia, las relaciones se van deteriorando y fácilmente se llega a una atmósfera en la que es imposible respirar. Esto causa grave daño a la salud humana y espiritual, y es el origen, a veces, de riñas, peleas y violencias.

·        Las sociedades se vuelven enfermas, para cuya sanación todos los brazos son pocos. Es aquí donde la Iglesia tiene una gran tarea de ayuda y acompañamiento  para humanizar las relaciones.

6-      Oración. Señor Jesús, en este momento me prosterno ante ti para revivir todos los momentos en que mi corazón ha quedado herido en las relaciones. Pido perdón de corazón a los que pude causar heridas y deseo también perdonarles sinceramente. He recordado seis ocasiones en que tuve algún roce y ansío que tu gracia y perdón nos alcance a los sujetos de estos desencuentros. Igualmente, quiero que mutuamente nos concedamos el más sincero perdón, para que así recuperemos la paz. Te presento, asimismo, Jesús, las posibles fricciones que en el futuro pueda tener. Quiero que, en esos momentos, pueda adelantarme a presentar mis disculpas lo antes posible. Amén.

      P. Pedro Olalde.

23º Domingo ordinario (10 de septiembre de 2017)

Mt 18,15-20

Me acerqué temblorosa a la confesión, y Jesús me miró, me sanó, me dio su verdadera identidad. Salí nueva. Quería gritarlo a todos (Testimonio).

1-    Mateo 18,20. Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

·         La destrucción del templo de Jerusalén, el año 70, provocó una grave crisis entre los judíos. Una vez destruido el templo, ¿cómo podrían vivir en adelante su religiosidad?

·     Los letrados reaccionaron y decidieron sustituir el templo por el estudio de la Ley. Y elevaron a la categoría de slogan este principio: donde dos se reúnen para estudiar las palabras de la Ley, la presencia de Dios (shekiná) está con ellos.

·     Tus seguidores judíos, Jesús, utilizan un lenguaje parecido. Así, Mateo pone en boca tuya estas palabras que llenan de gozo mi corazón: donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

·       Mi corazón, Jesús, se llena de luz y de vida cuando cada semana me junto con otros creyentes, hacemos corro y todos te miramos a ti, que ocupas el centro de la reunión. Nos llenamos de tu espíritu, de tu entusiasmo, de tu alegría. Sí, realmente, palpamos tu presencia viva y nos llenamos de esperanza.

·     Hoy, en tu Iglesia estamos viviendo en horas bajas. Son muchos los que han dejado de asistir a la eucaristía, celebración fundante del cristianismo. La rutina y la mediocridad son la tónica dominante de las misas dominicales, adonde acuden, generalmente, gente mayor.

·    ¿Qué harías, tú, Jesús, si tuvieras que volver de nuevo? ¿Te armarías de látigo para expulsar a los incapaces de hacer de tu templo un lugar de encuentro con el misterio?

·    ¿Harías gala de creatividad, tal vez al estilo de una parroquia de París donde cada domingo por la tarde, celebran la eucaristía, de tal forma que atrae a un numeroso grupo de jóvenes y adultos? Uno de sus puntos fuertes es, después de la lectura del evangelio, una reunión de 20 minutos por grupos reducidos, poniendo luego en común la reflexión y las vivencias. La celebración dura 80 minutos, pero la iniciativa ha sido acogida por una masiva respuesta, ya que los participantes salen muy reconfortados.

2-    Mateo 18,15-17.

·       Por eso, si tu hermano te ofende, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma consigo uno o dos, para que cualquier asunto se resuelva en presencia de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la comunidad, considéralo un pagano o un publicano.

·      Para Soren Kierkegaard, el cristianismo es en esencia un asunto del espíritu y afecta a lo más profundo de nuestro ser; no puede expresarse en términos de convenciones externas.

·      Bien podemos aplicar este principio a todas nuestras relaciones personales, con las consiguientes heridas y roces, que la convivencia produce en nosotros.

·     El asunto del espíritu al que alude este autor, bien podemos declarar que es el amor. Todas nuestras relaciones deben estar coloreadas por un profundo amor.

·      Si tu hermano te ofrende… Demasiadas ofensas tienen lugar entre los hombres, para que, en ocasiones, una convivencia normal sea posible. A veces, estas ofensas rebasan todas las líneas rojas y terminan en violentas reyertas, e incluso, en homicidios crueles. Tengo en mi mente una película reciente, basada en hechos reales. Una pareja joven con una hija de 5 años, envuelta en discusiones cotidianas; ella muy nerviosa y propensa a elevar la voz a la menor contrariedad. Él, más tranquilo, pero que después de continuas discusiones, un buen día, se exaspera y en el calor de la riña, estrangula a su consorte.

·    Tengo también presentes bastantes casos de parejas, en las que él o ella crea tantos problemas que, hubiera sido recomendable haber evitado el vivir juntos.

·   ¿Hay alguna solución para evitar estas graves consecuencias de la falta de entendimiento? Ya he señalado que en los casos más graves, sería prudente el no casarse, porque no todo el mundo vale para vivir juntos 24 horas al día con otra persona.

·       La solución general para superar las dificultades de convivencia sería una buena formación práctica, que capacite a los dos para vivir bajo el mismo techo, creciendo en comprensión, perdón y amor.

·   Existen grupos eclesiales o similares que se reúnen y se someten a terapias para unas relaciones personales adultas. De todos modos, aunque éste sea un buen método de prevención de maltratos y rupturas matrimoniales, es imposible que la mayoría se enrole en actividades semejantes, por lo cual, probablemente la humanidad tenga que lidiar con este grave problema en el presente y en las futuras generaciones.

·     En una convivencia más normal y menos conflictiva, podemos mejorar mucho este buen entendimiento. Un buen hombre con el que charlé un anochecer, me decía, al despedirse: Voy a casa. Mi mujer me va a reñir. Me suele reñir dos veces al día: al acostarme y al levantarme.

·      Hace unos días, pedí perdón a una persona, a la que alguna de mis palabras en grupo la molestaban, aunque yo no era consciente de ello. Aun así, la petición de perdón me dio paz y ella me agradeció vivamente.

·      Un método buenísimo para los creyentes sería el hacer oración juntos, aunque no sea más que leer el evangelio del día y rezar un padrenuestro.

      P. Pedro Olalde.