Mt 22,15-21
Entonces los fariseos
se pusieron de acuerdo para buscar algún motivo de acusación en sus palabras, y
le enviaron discípulos suyos con los partidarios de Herodes a decirle: Maestro,
sabemos que eres sincero, que enseñas con verdad el camino de Dios y que no te
dejas influir por nadie, pues no miras las apariencias de las personas. Dinos,
pues, tu parecer. ¿Estamos obligados
a pagar el tributo al César o no? Jesús se dio cuenta de su mala intención y
les dijo: ¿Por qué me ponéis a prueba, hipócritas? Mostradme la moneda del
tributo. Ellos le presentaron un denario, y él les preguntó: ¿De quién es esta
imagen y la inscripción? Le respondieron: Del César. Jesús les replicó: Pues
dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Al oír esto, se
quedaron asombrados, lo dejaron y se fueron.
1- Interpretaciones erróneas. Como ha ocurrido con otros textos evangélicos, este pasaje se
ha interpretado como si contuviera pronunciamientos
divinos sobre cuestiones doctrinales y éticas de gran importancia para la
vida cristiana. Por esta razón, la frase Dad
al César las cosas que son del César y a Dios las cosas que son de Dios fue
entendida como una solemne afirmación sobre las relaciones entre la autoridad
civil y la autoridad religiosa, entre la política y la religión, entre Iglesia
y Estado.
·
Se
entendió, por ejemplo, como si significara la absoluta obediencia debida al
Estado por la mayoría de los cristianos alemanes durante los años de Hitler.
Más recientemente, muchos cristianos americanos lo utilizaron durante la época
de los derechos civiles, para criticar tomas de posición en favor de la
desobediencia civil. Algunos lo utilizan hoy para defender que los cristianos
en los Estados Unidos deben apoyar la decisión del gobierno de entrar en guerra
con Iraq.
·
El
enorme peso que se atribuye a este versículo cuando se le entiende como un solemne
pronunciamiento sobre las relaciones entre religión y política, oscurece su
verdadero significado. Este relato es continuación de la serie de
confrontaciones verbales entre Jesús y sus oponentes. Los relatos están
marcados por el ataque, la astucia dialéctica y el contraataque, por la trampa,
la escapatoria y la contra-trampa. Imaginar que su objetico es proclamar un
conjunto de verdades eternas sobre cómo debe ordenarse la vida humana significa
ignorar la gran narración de la que forma parte.
2- El verdadero significado. La pregunta ¿Estamos
obligados a pagar tributo al César o no?, era capciosa. Desde que el territorio
judío había sido anexionado al imperio romano el año 63 a. C., Roma había
exigido al pueblo judío un sustancioso tributo anual. Roma no recaudaba el
impuesto directamente de los individuos particulares. Eran las autoridades
locales las que tenían la responsabilidad de su recaudación y pago. La mayor parte
de esta recaudación se obtenía por los impuestos sobre la tierra y las
cosechas, aparte de la tasa per cápita que tenían que pagar todos los varones
adultos. La fiscalidad romana resultaba onerosa no sólo porque era
económicamente pesada, sino también, porque simbolizaba la falta de soberanía
de los judíos sobre su territorio.
·
Los
portavoces de las autoridades plantean la trampa hábilmente. Cualquier
respuesta pondría a Jesús en un aprieto. Si Jesús se inclinaba por responder
no, podría ser acusado de negar la autoridad. Si decía sí, corría el riesgo de
desacreditarse ante la gente, que por razones económicas y religiosas repudiaba
a los romanos. Este sería el principal objetivo de la pregunta: separar a Jesús
de la gente, obligándole a dar una respuesta antipopular.
·
La
respuesta de Jesús es magistral. Plantea una contra-trampa al pedir a que le
enseñen un denario para verlo. Sus interpeladores le muestran uno. Jesús lo
mira y entonces dice: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Responden:
Del César. La estrategia de Jesús ha obligado a sus interlocutores a mostrar, a
revelar a la gente que poseían una moneda con la imagen del César. En este
momento quedan desacreditados, porque en territorio judío existían en el siglo
I dos tipos de monedas. Uno de ellos no tenía grabada ninguna imagen, a causa
de la prohibición de grabar imágenes. El 2º tipo sí tenía imágenes. Muchos
judíos nunca usarían monedas del 2º tipo. La moneda que enseñaron tenía la imagen
del César junto con el estandarte y la idólatra inscripción que saludaba al
César como divinidad e hijo de Dios. La estrategia retórica de Jesús es
brillante. La trampa que le habían puesto a él rebotó contra ellos. Por tanto,
antes incluso de que pronuncie las famosas palabras sobre lo que se debe dar al
César, Jesús ha ganado la confrontación. Pero hay más: también va a responder a
su pregunta inicial.
3- Dad al César lo que es del César. Dad a Dios lo que es de Dios. La primera mitad de la sentencia significa:
esto es una moneda del César; devolvédsela a él. De hecho, se trata de una no
respuesta a la gran pregunta: ¿Estamos obligados a pagar tributo al César o no?
No puede entenderse como una aprobación del pago de impuestos a Roma o de la
soberanía de ésta.
·
La
segunda mitad de la respuesta de Jesús es evocativa y provocativa: Dad a Dios lo que es de Dios. Esto
plantea la pregunta: ¿Qué es lo que
pertenece al César y qué es lo que pertenece a Dios? Para Jesús y para los
contemporáneos judíos, a Dios le pertenece todo. Así lo afirmaban sus sagradas
Escrituras. La tierra de Israel pertenece a Dios, recuérdese Levítico 25,23,
que dice que todos son arrendatarios o emigrantes en una tierra que pertenece a
Dios. Recordando la parábola de la viña, su dueño es Dios, no los colaboradores
del lugar, no Roma. Ciertamente, la totalidad de la tierra pertenece a Dios: Del Señor es la tierra y cuanto la llena
(Sal 24,1). ¿Qué pertenece al César? En coherencia con lo visto hasta
ahora, la respuesta es: nada.
(BORG y CROSSAN. La última semana de
Jesús. Resumen de las páginas 83-88. PPC).
P. Pedro Olalde.