Lc 6,27-38
HOY, EL COMENTARIO DE ESTA PALABRA
NOS VIENE DE LA MANO de José Antonio Pagola.
· ¿Por
qué tanta gente vive secretamente insatisfecha? ¿Por qué tantos hombres y
mujeres encuentran la vida monótona, trivial, insípida? ¿Por qué se aburren en
medio de su bienestar? ¿Qué les falta para encontrar de nuevo la alegría de
vivir?
· Quizás,
la existencia de muchos cambiaría y adquiriría otro color y otra vida,
sencillamente si aprendiera a amar gratis a alguien. Lo quiera o no, el ser humano
está llamado a amar desinteresadamente; y, si no lo hace, en su vida se abre un
vacío que nada ni nadie puede llenar. No es una ingenuidad escuchar las
palabras de Jesús: “Haced el bien… sin
esperar nada”. Puede ser el secreto de la vida. Lo que puede devolvernos la
alegría de vivir.
· Es
fácil terminar sin amar a nadie de manera verdaderamente gratuita. No hago daño
a nadie. No me meto en los problemas de los demás. Respeto los derechos de los
otros. Vivo mi vida. Ya tengo bastante con preocuparme de mí y de mis cosas.
· Pero
eso, ¿es vida? ¿Vivir despreocupado de todos, reducido a mi trabajo, mi
profesión o mi oficio, impermeable a los problemas de los demás, ajeno a los
sufrimientos de la gente, me encierro en mi “campana de cristal”?
· Vivimos
en una sociedad donde es difícil aprender a amar gratuitamente. Casi siempre
preguntamos: ¿Para qué sirve? ¿Es útil? ¿Qué gano con esto? Todo lo calculamos
y medimos. Nos hemos hecho a la idea de que todo se obtiene “comprando”:
alimentos, vestido, vivienda, transporte, diversión… Y así corremos el riesgo
de convertir todas nuestras relaciones en puro intercambio de servicios.
·
Pero,
el amor, la amistad, la acogida, la solidaridad, la cercanía, la confianza, la
lucha por el débil, la esperanza, la alegría interior… no se obtienen con
dinero. Son algo gratuito que se ofrece sin esperar nada a cambio, si no es el
crecimiento y la vida del otro.
·
Los
primeros cristianos, al hablar del amor utilizaban la palabra “ágape”,
precisamente para subrayar más esta dimensión de gratuidad, en contraposición
al amor entendido solo como “eros” y que tenía para muchos una resonancia de
interés y egoísmo.
· Entre
nosotros hay personas que solo pueden recibir un amor gratuito, pues no tienen
apenas nada para poder devolver a quien se les quiera acercar. Personas solas,
maltratadas por la vida, incomprendidas por casi todos, empobrecidas por la
sociedad, sin apenas salida alguna en la vida.
·
Aquel
gran profeta que fue Helder Cámara nos recuerda la invitación de Jesús con
estas palabras:
“ Para liberarte de ti mismo, lanza un puente más allá del
abismo que tu egoísmo ha creado. Intenta ver más allá de ti mismo. Intenta
escuchar a algún otro, y, sobre todo, prueba a esforzarte por amar en vez de
amarte a ti solo”.
El EVANGELIO ES UNA INVITACIÓN
A CRECER EN AMOR, EMPEZANDO POR LAS PERSONAS CERCANAS.
· Si
crecer en amor es difícil, deberíamos poner un gran empeño en este crecimiento.
Te sugiero una pequeña dinámica: haz una lista de las personas cercanas, en
cuyo amor desearías crecer: Luis, Alfredo, Mariasun, Margarita, Iker, Unai,
Javier, Tomás.
· A)
Con la lista delante, vete, persona tras persona, nombrándolas y queriéndolas.
Puedes decir una frase: Luis, deseo que mi amor a ti vaya creciendo, quiero
tratarte en todo momento con cariño; quiero ser una ayuda para ti y tratarte
siempre como una persona. En este momento te doy un fuerte abrazo. Pido a Dios
que mi amor a ti sea algo parecido al que te profesa el mismo Dios.
· B)
La lista de personas puede ser algo diferente del anterior apartado. Si te parece mejor, puedes hacer una pequeña
lista de las personas a las que quisieras quererlas más, porque te resultan
algo indiferentes: Enrique, Iñaki, Mercedes, Pilar, Tomás, Fran, Merche,
Susana. A cada persona dile, por ejemplo, esto: Enrique, deseo crecer en cariño
hacia ti; que cada vez que nos hablemos, me dirija a ti con verdadero afecto. Pido
a Dios que mi amor hacia ti sea algo
parecido al que el Padre Dios te profesa.